
El grupo, exploró los ambientes de
transición entre áreas marinas y continentales, para profundizar el
entendimiento de la conexión que tuvieron Sudamérica y la Antártica, mediante
un trabajo multidisciplinar entre profesionales de la geología, estratigrafía,
paleobotánica, tafonomía y paleontología de vertebrados.
El equipo de investigadores se distribuyó
en dos grupos. Uno, hacia el norte del valle de Las Chinas, que se focalizó en
la transición biológica a fines del Cretácico, intervalo de activa desaparición
de especies, conocida como la gran extinción masiva del Cretácico/Paleógeno
(K/Pg), así como en las frecuentes transgresiones y regresiones marinas que
caracterizaron el lapso.
El segundo grupo se enfocó en los
hallazgos de distintos grupos de vertebrados, que compartían junto a los
dinosaurios y reptiles marinos los complejos ambientes de delta fluvial de
fines de la Era de los Dinosaurios.

Sergio Soto, paleontólogo de vertebrados
de la Universidad de Chile explicó que en el trabajo en terreno, lo primero fue
buscar rocas que correspondieran a las edades de los fósiles que uno pretende
encontrar. En el caso de los dinosaurios, estos son estratos rocosos que poseen
más de 66 millones de años, que marca el límite entre los períodos Cretácico y
Paleógeno, conocido popularmente como el fin de la Era de los Dinosaurios”.
“Luego se realiza una prospección, se acampa
cerca de los afloramientos o roca que está desnuda sin vegetación y se empieza
a observar los estratos o niveles donde sea posible encontrar el fósil en
cuestión”, añade el especialista.
“Nosotros
habíamos localizado algunos lugares el año pasado y ahora nos enfocamos en
estudiarlos. Encontramos varias formas de dinosaurios; herbívoros de cuello
largo, ornitisquios y carnívoros del grupo de los terópodos. Tenemos también
aves, reptiles, anfibios y mamíferos. Se trata de toda una diversidad
proveniente de distintos lugares y niveles de todo el valle de Las Chinas”,
agrega Soto.

Fue el mismo Dr. Leppe quien a finales del
2010 realizó el primer acercamiento preliminar a la zona, para unos meses más
tarde, iniciar la primera campaña oficial al sitio.
Ya en el 2013 pudo ser encontrado un
hadrosaurio y en el año 2015, un titanosaurio. Desde entonces, la locación se
erige como un punto de intriga para las investigadoras e investigadores
provenientes de la geología, paleobotánica y otras disciplinas.
En ese sentido, aún queda mucho por
conocer y desentrañar de esta localidad, clave para comprender el rol que
cumple la conexión Sudamérica-Antártica en el origen de las biotas australes al
final de la Era de los Dinosaurios.

“Esta
campaña que pasó ha sido una de las mejor trabajadas”, valora por su parte el
Dr. Alexander Vargas.
“Pudimos enviar más gente y tener más
recursos. Hay que tener en cuenta que la zona se encuentra en una ubicación muy
remota y bajo condiciones climáticas muy exigentes, lo que hace la extracción
de fósiles una maniobra técnica bien demandante, casi ingenieril. Un dinosaurio
que sea del tamaño de un perro, por ejemplo, ya debe ser tratado con
precaución. Con esto, se abren nuevas
oportunidades para el impulso de investigación paleontológica en Chile, tras el
trabajo con infraestructura y personal especializado, tanto de nuestro país
como del extranjero, en la extracción de fósiles.

“No habíamos tenido la oportunidad de
apoyar al INACH en este tipo de actividades, por lo que es completamente
positivo poder contribuir con nuestro personal y vehículos en esta expedición”,
aseguró el oficial.
Cerro Guido es una montaña de 1.270 m de
altura y se ubica en el extremo oriental de la sierra Contreras, al norte de Puerto
Natales.
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