Junto con el retorno a la democracia en
1990, comenzó una estrategia constante, un llamado constante a olvidar, a dar vuelta
la página, para olvidar una etapa de la historia de este país, como si nunca
hubiera pasado nada insistiendo en que es la manera de cerrar uno de los
capítulos más dolorosos en la historia de Chile.
Por otro lado, la memoria es un cierto
tipo de relación al pasado que se distingue de la historia porque, en
principio, el objetivo de la historia es dar a entender el pasado, hacerlo
inteligible, mientras que la memoria tiene por objetivo legitimar
representaciones o fortalecer identidades.
En este sentido lo que habitualmente se
entiende – según la corriente francesa - por memoria histórica no es solamente
la memoria de los hechos históricos sino cierta memoria de los hechos
históricos que tiene por finalidad fortalecer identidades
Pero también es un acto del presente, pues
el pasado no es algo dado de una vez para siempre. Aún más: sólo en parte es
algo dado. La otra parte es ficción, imaginación, racionalización. Por eso la
verdad de la memoria no radica tanto en la exactitud de los hechos (res factae)
como en el relato y en la interpretación de ellos ( res fictae)"
En este sentido se destaca la importancia de tener en cuenta el impacto de los
medios de comunicación, como sedes de la creación de la memoria social y como
borradores de la historia, al cual los investigadores acceden para confirmar
fechas o sucesos.
En Chile, la historia de la prensa es
paralela a la fundación de un país autónomo y de un proyecto político de país.
Es así como en 1812, con la llegada de la primera imprenta se publica La Aurora
de Chile, dirigida por Fray Camilo Henríquez y desde entonces, siempre ha sido
pensada como un sector estratégico para quienes detentan el poder político en
Chile
Para muchos los periodistas son novelista,
cuentistas, ensayistas, críticos cinematográficos y literarios; autores de
guiones, historiadores, sociólogos. Pero por, sobre todo, un periodista es un
intelectual comprometido con los grandes problemas de su tiempo.
Por ello, para quienes llevaron adelante
la dictadura cívico-militar, controlar la prensa fue fundamental.
En primer lugar, era necesario evitar que
los crímenes cometidos se supieran para evitar cuestionamientos y, en segundo
lugar, se debía por algún medio legitimar el golpe y la posterior dictadura,
convirtiendo a la prensa en la pieza clave en la propaganda militar y para
conseguirlo, se controló, manipuló, reprimió y se censuró a medios de
información opositores y a los periodistas que trabajaban en ellos.
El pasado mes de noviembre, en el contexto
de la Feria Internacional del Libro de Santiago, FILSA 2018 el Fondo de
Cultura Económico publicó “Corresponsales bajo dictadura. (Chile, 1973-1990)”,
que es la recopilación del trabajo de 19 corresponsales que trabajaron en
diversas agencias informativas en dictadura realizada por el periodista y
corresponsal extranjero Orlando Milesi.
Durante esos años, a pesar de que no
existía la tecnología que existe hoy en día, lograron burlar el bloqueo
informativo desde el mismo 11 de septiembre de 1973 y de esa manera, mantener
informado al mundo y a la diáspora chilena en el exterior.
De la misma manera, los que vivían en
Chile, se enteraban de las noticias porque, como las familias se comunicaban
por cartas, en ellas muchas veces, además de las tarjetas de saludo o las hojas
llenas de las noticias personales, venían recortes de periódicos en los cuales
se detallaba esta u otra noticia.
Ese trabajo no solo les costó la vida a
varios periodistas, sino que también la expulsión del país, tratando de impedir
con ello, que la realidad nacional se filtrara hacia el exterior.
El día del Golpe, la represión posterior,
la primera protesta nacional, el Puntarenazo, el despertar político de 1984, la
visita del Papa Juan Pablo II y todos los incidentes que se produjeron durante
su visita, la muerte del periodista Leonardo Henrichsen, la muerte del padre
Andrés Jarlán, la Operación Colombo y en fin, tantos otros sucesos que fueron
marcado la historia de esos oscuros años y que gracias a la valiente labor de
quienes, estuvieron presentes, redactaron la nota y despacharon la nota, los
chilenos se enteraron de lo que pasaba en su país.
Al leer las historias recopiladas por los
periodistas, los padres y los hijos de entonces, revivirán la historia de sus
propias vidas que estuvieron marcadas por los hechos relatados en el libro.
En ese sentido, hubo una niña que nació el
año de la marcha de la Patria Joven y para la elección del 70, cuando les
preguntaban por quienes iban a votar su hermano mostraba tres dedos y ella,
dos.
Nunca olvidará el ruido de los aviones ni
el humo cuando bombardearon el Palacio de la Moneda y la casa de Tomás Moro y
como, se aferraba asustada a las piernas de su padre.
Asimismo, fue educada con el miedo que
significaba el no contar con la confianza de las personas. Parte de su generación,
tuvo que construir sus relaciones personales con mucho cuidado, pues no se
sabía con quién se estaba juntando.
Tenía claro que había temas oscuros,
prohibidos, que no debían tocarse fuera de casa y con nadie que no fuera de la
familia más cercana y que en muchas ocasiones, los adultos los hablaban cuando
los niños estaban acostados durmiendo.
Esa niña, creció sin conocer el debate
público y político, en un ambiente en que los medios de comunicación estaban
sujetos a censura previa y en un país donde “no se movía una hoja sin que
Pinochet lo supiera”.
También, vivió en un país isla, al que los
problemas internacionales no tocaban al país, donde el comunismo, concertado
internacionalmente, buscaba destruir al país y muchos de los relatos presentados
en el libro, fueron vividos por ella sintiendo el miedo, pero también la
valentía y la alegría el día en que, sin odio, sin miedo, sin violencia pudo
decir que no.
Este libro, es un borrador de la historia
de un país y de quienes vivieron esos diecisiete años de dictadura, porque como ella está condicionada a los
recuerdos y al olvido, a la verdad y la justicia, a la vida y a la muerte es
una construcción dinámica a la cual
siempre se le pueden añadir más piezas que vendrán de otros actores,
siendo un reconocimiento social de la historia reciente, de sus virtudes y de
sus limitaciones, de lo vigente y de lo caduco, de lo virtual y de lo real, de
lo afectivo y de lo irracional, de lo utópico y de lo práctico, de lo deseable
y de lo posible y también, es un reconocimiento a la labor de hombres y mujeres
que lo arriesgaron todo por escribir este borrador y que se transformaron, en
los ojos del mundo.