El término fue ampliamente utilizado en Atenas a partir del siglo V antes de Cristo, en especial gracias a la obra de Aristóteles titulada, precisamente, Política. Aristóteles definía al ser humano como un animal político.
Este año,
El hilo conductor entre los diversos artículos de este libro, lo establece la relación que Humberto Giannini establece entre ofensores y ofendidos que se repite a lo largo de todo el libro, asumiendo otras identidades.
Entre las posibles explicaciones al profundo malestar incubado en la sociedad chilena, se podría mencionar el hecho de que los ciudadanos dejamos de sentir que las instituciones públicas nos cobijaban o protegían más bien, paulatinamente se fue dando un sentimiento de estábamos indefensos ante ellas y también, se produjo un cambio en la sociedad chilena que trajo un aumento de demandas que no fueron escuchadas ni atendidas por la clase política, que no supo darse cuenta de la existencia de ese malestar ciudadano.
Este número de Anales, nos hace reflexionar sobre las consecuencias del intento de menospreciar y minimizar la política, que se encontró con ciudadanos que estuvieron dispuestos a correr el cerco impuesto por la política de “los problemas reales de la gente” que minimizo al ciudadano pero que engrandeció al consumidor.
Nibaldo Mosciatti, en su artículo la abundancia del malestar expresa que mientras se alababa el desarrollo de Chile había un malestar “subterráneo y sordo que se expresa en malos humores, depresiones, resentimiento larvado y sensación que, permanente algún poder – o los poderes, todos ellos- está abusando con cada uno de los que se sienten parte de la plebe, es decir, de la mayoría abrumadora de Chile.”
La otra gran molestia de los ciudadanos chilenos tiene que ver con la representación política, ya que nunca se desconcentro ni se repartió ni se democratizo el poder.
Tampoco se evitaron los abusos que ciertos grupos ejercieron cobijándose, en instituciones que dicen representar a todos los chilenos pero que, sin embargo, solo respetaron los derechos de pocos.
Esta molestia no es reciente. Durante muchos años, los
chilenos vivimos desengañados sin poder conseguir nuestros objetivos, con
relaciones personales que dejaban mucho que desear.
Este libro trata de la ofensa hecha a los chilenos a
través del endeudamiento y del individualismo y es, también, el libro de los
ofendidos de su reacción, de su hastío y de su turno para cambiar el rumbo de
las cosas por tanto tiempo, arrastradas por todos.
Tal como expresara Roque Dalton en su poema El turno
del ofendido:
Me habéis golpeado, azotado/ La cruel mano en el
rostro (desnudo y casto/ Como una flor donde amanece la primavera).
Me habéis encarcelado aún más/ Con vuestros ojos
iracundos/ muriéndose de frío mi corazón /bajo el torrente de odio.
Habéis despreciado mi amor/ Os reísteis de su pequeño
regalo, /Ruboroso sin querer entender/los laberintos de mi ternura.
Ahora es la hora de mi turno/ El turno del ofendido
por años silencioso/ a pesar de los gritos.
Callad/ Callad/ Oíd.