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| Gráficas Leticia Zapata. Productora Cambalache |
Se trata de una obra que
invita a viajar por la experiencia de niñas y niños en condición de exilio y
migración, utilizando testimonios reales recogidos de personas que vivieron el
desarraigo en su infancia.
Con un lenguaje dinámico y música en vivo, la
puesta en escena busca ser un aporte a la convivencia escolar, abriendo un
espacio de encuentro que promueva la empatía y el respeto a la diversidad.
Además de las funciones, cada presentación incluirá una actividad de mediación
y la entrega de una guía pedagógica a los establecimientos, con el fin de
extender la reflexión hacia el aula y fomentar la formación de nuevas
audiencias.
Un puente entre memoria y
actualidad
La directora y dramaturga de
la obra, Gisel Sparza, señala que el montaje permite tender un puente entre los
exilios del pasado y los desplazamientos actuales, declarando que la obra “es
una llave porque invita a reflejarnos de manera directa, descubriendo las
historias de ayer nos abrimos a acoger historias de hoy, contingentes y
sensibles. Nos permite que nuestra empatía florezca con mayor facilidad”.
En esa misma línea, Javiera
Hinrichs, coordinadora general del proyecto e intérprete, destaca la potencia
de llevar este diálogo a las escuelas, señalando que
“me encanta este encuentro que tendremos en torno al
teatro, abriendo un espacio sensible, dinámico, y entretenido también, para
conectar con historias de niñas y niños que han migrado.
Me parece super nutritivo hacerlo desde el teatro, no es lo mismo que una clase de historia”. En cuanto al intercambio post función con los y las estudiantes, Hinrichs añade que “ese encuentro que se genera al finalizar la función, donde los niños y niñas expresan sobre qué les llamó la atención y qué les gustó, resulta también muy enriquecedor.
En muchos casos, será la primera vez que vean una obra de teatro
de este tipo, así que me parece que es una instancia muy especial”.
Dar vida a las memorias
Francisca Díaz, intérprete,
destaca la oportunidad de participar en una obra que se construye a través de
testimonios reales.
“Me llena de orgullo, poder usar mis capacidades interpretativas para representar a otros que existen realmente y que tuvieron experiencias dolorosas y tratar de hacer este acto de transformación de ese dolor, a algo un poco más bonito y más de aceptación” añadiendo que, al ser interpretada en un contexto escolar “permite que estas cosas no se olviden y que la empatía de los niños y niñas que no han tenido experiencias de exilio y migración, pueda desarrollarse más en este aspecto.
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| Gráficas Leticia Zapata. Productora Cambalache |
En cuanto al impacto que
esperan generar en las comunidades escolares, el elenco coincide en que lo
central es ofrecer una experiencia artística significativa.
Para Francisca Díaz, lo
principal es “que los niños y niñas se lleven, por, sobre todo, una experiencia de diversión, que es lo
más bonito que tiene el teatro, el ser una experiencia que divierte de una
forma tan real y tan natural, tan artesanal, porque hay música en vivo, estamos
hablando en vivo, no hay ninguna pantalla entre medio.
Entonces, por sobre todo que,
en primer lugar, el teatro sea una experiencia de goce artístico y, después,
todo lo otro que viene, que es la reflexión, el desarrollo de la empatía,
también que los niños y niñas se conviertan en narradoras y narradores orales,
que después lleguen a la casa a contar lo que vieron y que se genere toda una
experiencia post teatral, que prolonga la experiencia artística”.
En la misma línea, Alfonso
Lara, intérprete, añade que a él le gustaría que “aprendieran a reconocer la
importancia de la gente y el lugar que habitan, entender también la importancia
de los recuerdos, eso en forma general, pero también me gustaría que se
quedaran con sonidos de la obra, movimientos, humor y finalmente lograran
comprender el complejo tema de lo que significa migrar siendo niños y
niñas”.
Teatro en espacios escolares
Al ser una itinerancia de
carácter interregional, la producción se realiza en conjunto a equipos en
terreno de cada región: Productora Cambalache en Maule, Corporación Arte y Vida
en Ñuble y Gisel Sparza en Biobío.
Esta articulación resulta
clave, especialmente porque una de las particularidades de esta itinerancia es
que las funciones se realizan en espacios no convencionales dentro de las
escuelas, como comedores, patios y bibliotecas. Para el equipo de producción,
esto supone un desafío y una oportunidad.
Desde Biobío, Gisel Sparza,
quien también cumple el rol de productora en terreno de esta región para este
proyecto, comenta que “el principal desafío es resguardar la experiencia
artística que la obra ofrece, ya que nos enfrentamos a espacios no convencionales.
Confiamos en que la obra se
sostiene a partir de la interpretación y musicalidad, más que de la
parafernalia técnica. Hemos visto que conecta de igual manera con la audiencia”
y agrega que “estoy curiosa por descubrir las miradas de los pequeños espectadores”.
En Ñuble, Ricardo Valderrama,
productor en terreno y director ejecutivo de la Corporación Arte y Vida, señala
que “uno de los principales desafíos es la adaptación técnica y escénica, ya
que los espacios escolares no siempre cuentan con las condiciones de acústica o
infraestructura, mucho menos de iluminación propias de una sala de teatro”,
agregando que “sin embargo, esto se convierte en una gran oportunidad,
compartir el teatro a lugares cotidianos de la vida escolar permite acercar la
experiencia artística a niños, niñas y jóvenes en un ambiente cercano,
generando un encuentro más directo y muchas veces menos intimidante. Es ahí
donde nos damos cuenta que los escenarios pueden ser vivos y eso depende muchas
veces de quienes colaboramos para que estas cosas pasen”.
Para Leticia Zapata, de la
Productora Cambalache de Maule, “esta región es un territorio profundamente
rural, con altos índices de aislamiento, por lo que la participación cultural
es baja porque no es accesible, por lo menos para las comunas de la costa.
Difícilmente un estudiante de
Constitución va a tomar un bus que en 2 horas lo va a dejar en Talca para ver
una obra de teatro, por muy gratis que esta sea, porque las distancias son muy
largas, porque los costos asociados son altos”. Con lo cual, destaca que
“proyectos como éste, son acciones concretas para democratizar el acceso a las
actividades culturales”.
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| PH. Camilo Castro |
Para saber más sobre este y otros proyectos escénicos, puedes visitar las plataformas digitales de la compañía, @teatrolaobra en instagram y www.teatrolaobra.com y de las productoras en terreno: @corparteyvida en Ñuble y @cambalacheproductora de Maule.



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