Catalina Huala (Chile) es la
artista creadora de la obra Cubrir, tapar, esconder, exhibida en la Bienal
SACO1.1 Golpe (2023). A través de una colaboración entre la Bienal
SACO y el Festival Ambiental Seminaria Sogninterra, en la última edición de
este último volvió a presentarse la obra de Huala, esta vez en Maranola,
Italia. 
Tras realizar una residencia
de un mes en el pueblo europeo, Huala realizó esta instalación de 320 rostros
de pan con la ayuda de la comunidad local, parte fundamental para el desarrollo
del evento. Te invitamos a conocer más detalles sobre sus inspiraciones,
desarrollo de la propuesta y proceso de montaje en esta conversación.
¿Qué significa Cubrir,
tapar, esconder? 
Pienso en estos tres verbos como acciones que se van desencadenando y actúan
como formas de ocultamiento, al igual que los ingredientes que se convierten en
masa cambiando de estado, ocultándose unos con otros.
¿Por qué decidiste presentar
este proyecto en Seminaria Sogninterra? 
Se trata de una propuesta profundamente procesual, que requiere tiempo y
espacio para desarrollarse de forma orgánica. La residencia de un mes me
ofreció justo ese contexto ideal para llevarlo a cabo.
Además, desde el inicio supe
que quería trabajar con la comunidad local. El proyecto involucraba la creación
de máscaras con vendas de yeso, y fue muy significativo poder realizarlas junto
a 20  habitantes de Maranola. Este proceso no solo le dio forma material a
la obra, sino que también generó un vínculo real con el territorio y las
personas que lo habitan.
¿Cómo fue el proceso de tu
residencia y la creación de Cubrir, tapar, esconder en
Maranola? 
Pude vincularme con los
habitantes y esa relación fue recíproca. Ellos se involucraron conmigo tanto
como yo con ellos. Sus rostros pasaron a formar parte de la obra, ya que el
proyecto involucraba la creación de máscaras con vendas de yeso con su ayuda.
Es un gesto que juega con la identificación, lo íntimo y lo colectivo, esto
generó un guiño a esa tensión entre lo público y lo privado que atraviesa la
propuesta, ya que me interesaba pensar qué se esconde tras las cuatro paredes.
De ahí es cómo emerge esta masa de rostros heridos, cubiertos y ocultos.
Las máscaras exponen lo
íntimo, lo vulnerable, en sus texturas aparecen huellas, heridas y memorias que
al ser compartidas significan lo individual en un acto colectivo.
¿Cuál es el significado de
esta obra en el contexto italiano en el que te encontrabas?
En Maranola el significado de
la obra mutó, se transformó en una reflexión más amplia sobre lo que sucede
detrás de puertas cerradas, no solo en el espacio doméstico, sino también en
esas realidades silenciadas que todos saben que existen, pero que el mundo
elige ignorar. Pensé mucho en las identidades que migran, en los cuerpos
desplazados que tocan puertas que no se abren, en lo que se calla, pero está
presente.
En Chile, los rostros hechos
de pan hablaban de las heridas de un pasado marcado por la historia política,
por la violencia íntima y estructural, pero en Italia, la obra cambió de
estado, se transformó en lava, una masa viva que estalla desde una puerta cerrada.
Esa imagen representa todo eso que ha sido cubierto, tapado y escondido por
años, pero que ya no se puede contener. La lava arrastra, avanza y hace visible
lo que se ha querido mantener oculto.
¿Qué es lo que más destacas
de esta experiencia? 
Lo que más recalco de esta
experiencia es la oportunidad de internacionalizar mi trabajo artístico, algo
muy significativo siendo esta mi primera vez en Europa con mi obra. Poder salir
de Chile y llevar mi práctica a otro contexto cultural ha sido profundamente
enriquecedor, tanto a nivel profesional como personal.
Valoro mucho el intercambio
con personas de distintas culturas, lenguajes y trayectorias. Fue una
experiencia que amplió mi mirada y me permitió establecer vínculos humanos y
creativos muy valiosos. Además, conocer un nuevo territorio, como lo es Maranola
y su entorno, me permitió conectar con otras formas de habitar, de mirar y de
relacionarse con el arte, lo que sin duda dejará una huella en mi proceso
artístico.
¿Qué te ha parecido el apoyo
de SACO?
El apoyo de SACO ha sido
fundamental para el desarrollo de mi residencia. Me sentí acompañada y
respaldada durante todo el proceso, tanto en lo logístico como en lo
conceptual. La organización demostró un compromiso real conmigo y con la
creación de espacios significativos para la reflexión y la producción
artística.
La experiencia de Catalina se
transforma así en un diálogo entre territorios, memorias y cuerpos. Cubrir,
tapar, esconder deja de ser solo una instalación para convertirse en una
metáfora viva sobre lo que se mantiene oculto, pero insiste en hacerse visible.
Desde el pan hasta la lava, desde Chile hasta Italia, su obra sigue expandiendo
las fronteras de lo íntimo y lo colectivo, recordándonos que el arte puede ser
también una forma de desenterrar lo silenciado.
Te invitamos a leer el texto curatorial Amasar el tiempo redactado
por la curadora y directora de SACO, Dagmara Wyskiel, que recopila este
proceso. También, te compartimos una cápsula audiovisual de la artista.
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