jueves, 30 de octubre de 2025

Máscaras, memoria y comunidad en la obra de Catalina Huala

Catalina Huala (Chile) es la artista creadora de la obra Cubrir, tapar, esconder, exhibida en la Bienal SACO1.1 Golpe (2023). A través de una colaboración entre la Bienal SACO y el Festival Ambiental Seminaria Sogninterra, en la última edición de este último volvió a presentarse la obra de Huala, esta vez en Maranola, Italia. 

Tras realizar una residencia de un mes en el pueblo europeo, Huala realizó esta instalación de 320 rostros de pan con la ayuda de la comunidad local, parte fundamental para el desarrollo del evento. Te invitamos a conocer más detalles sobre sus inspiraciones, desarrollo de la propuesta y proceso de montaje en esta conversación.

¿Qué significa Cubrir, tapar, esconder? 

Pienso en estos tres verbos como acciones que se van desencadenando y actúan como formas de ocultamiento, al igual que los ingredientes que se convierten en masa cambiando de estado, ocultándose unos con otros.

¿Por qué decidiste presentar este proyecto en Seminaria Sogninterra? 

Se trata de una propuesta profundamente procesual, que requiere tiempo y espacio para desarrollarse de forma orgánica. La residencia de un mes me ofreció justo ese contexto ideal para llevarlo a cabo.

Además, desde el inicio supe que quería trabajar con la comunidad local. El proyecto involucraba la creación de máscaras con vendas de yeso, y fue muy significativo poder realizarlas junto a 20  habitantes de Maranola. Este proceso no solo le dio forma material a la obra, sino que también generó un vínculo real con el territorio y las personas que lo habitan.

¿Cómo fue el proceso de tu residencia y la creación de Cubrir, tapar, esconder en Maranola? 

Pude vincularme con los habitantes y esa relación fue recíproca. Ellos se involucraron conmigo tanto como yo con ellos. Sus rostros pasaron a formar parte de la obra, ya que el proyecto involucraba la creación de máscaras con vendas de yeso con su ayuda. Es un gesto que juega con la identificación, lo íntimo y lo colectivo, esto generó un guiño a esa tensión entre lo público y lo privado que atraviesa la propuesta, ya que me interesaba pensar qué se esconde tras las cuatro paredes. De ahí es cómo emerge esta masa de rostros heridos, cubiertos y ocultos.

Las máscaras exponen lo íntimo, lo vulnerable, en sus texturas aparecen huellas, heridas y memorias que al ser compartidas significan lo individual en un acto colectivo.

¿Cuál es el significado de esta obra en el contexto italiano en el que te encontrabas?

En Maranola el significado de la obra mutó, se transformó en una reflexión más amplia sobre lo que sucede detrás de puertas cerradas, no solo en el espacio doméstico, sino también en esas realidades silenciadas que todos saben que existen, pero que el mundo elige ignorar. Pensé mucho en las identidades que migran, en los cuerpos desplazados que tocan puertas que no se abren, en lo que se calla, pero está presente.

En Chile, los rostros hechos de pan hablaban de las heridas de un pasado marcado por la historia política, por la violencia íntima y estructural, pero en Italia, la obra cambió de estado, se transformó en lava, una masa viva que estalla desde una puerta cerrada. Esa imagen representa todo eso que ha sido cubierto, tapado y escondido por años, pero que ya no se puede contener. La lava arrastra, avanza y hace visible lo que se ha querido mantener oculto.

⁠¿Qué es lo que más destacas de esta experiencia? 

Lo que más recalco de esta experiencia es la oportunidad de internacionalizar mi trabajo artístico, algo muy significativo siendo esta mi primera vez en Europa con mi obra. Poder salir de Chile y llevar mi práctica a otro contexto cultural ha sido profundamente enriquecedor, tanto a nivel profesional como personal.

Valoro mucho el intercambio con personas de distintas culturas, lenguajes y trayectorias. Fue una experiencia que amplió mi mirada y me permitió establecer vínculos humanos y creativos muy valiosos. Además, conocer un nuevo territorio, como lo es Maranola y su entorno, me permitió conectar con otras formas de habitar, de mirar y de relacionarse con el arte, lo que sin duda dejará una huella en mi proceso artístico.

⁠¿Qué te ha parecido el apoyo de SACO?

El apoyo de SACO ha sido fundamental para el desarrollo de mi residencia. Me sentí acompañada y respaldada durante todo el proceso, tanto en lo logístico como en lo conceptual. La organización demostró un compromiso real conmigo y con la creación de espacios significativos para la reflexión y la producción artística.

La experiencia de Catalina se transforma así en un diálogo entre territorios, memorias y cuerpos. Cubrir, tapar, esconder deja de ser solo una instalación para convertirse en una metáfora viva sobre lo que se mantiene oculto, pero insiste en hacerse visible. Desde el pan hasta la lava, desde Chile hasta Italia, su obra sigue expandiendo las fronteras de lo íntimo y lo colectivo, recordándonos que el arte puede ser también una forma de desenterrar lo silenciado.

Te invitamos a leer el texto curatorial Amasar el tiempo redactado por la curadora y directora de SACO, Dagmara Wyskiel, que recopila este proceso. También, te compartimos una cápsula audiovisual de la artista.

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