Observando con detención y agudeza el espacio público, Andrés Durán Dávila ha venido desarrollando una obra artística de alrededor de dos décadas. Durante esta trayectoria, ha logrado despertar la atención sobre diversos aspectos y problemas que experimenta la ciudad.
“Insular” es su nueva muestra, que llegará el 24 de junio al Centro Cultural Matucana 100 luego de que sus componentes concluyan un periplo por distintos lugares, o más bien “no lugares”, de la ciudad de Santiago.
La propuesta consta de piezas escultóricas especialmente construidas de material liviano, que responden a la lógica de las carpas de camping, y que fueron instaladas por algunas horas en distintos bandejones e “islas verdes”, entre las calzadas de autopistas, en el barrio alto de la capital; espacios urbanos residuales, que no son de tránsito peatonal.
Cada pieza es distinta, algunas de ellas tienen formas únicas que podrían asemejarlas a esculturas abstractas. En sus telas fueron estampadas fotografías de la vegetación que crece espontáneamente en las ciudades y rutas. Malezas, agaves o aloe vera impresos hacen que las carpas se mimeticen con los lugares e incluso puedan producir un efecto óptico de tridimensionalidad.
Estas mismas carpas llenarán, en forma aleatoria, la gran sala de artes visuales de M100. Allí el público podrá recorrerlas y formar también parte del collage de imágenes continuas y superpuestas que generará esta suerte de campamento.
A la vez, podrán apreciar el registro audiovisual de la etapa previa, con las carpas-esculturas en las distintas locaciones.
Entre las variadas posibilidades interpretativas de “Insular”, resulta inevitable conectar las carpas con el evidente aumento de las tomas y ocupaciones de espacios urbanos por personas en situación de calle, quienes se las ingenian con estas viviendas transitorias para sortear el día a día. Una situación dolorosa que evidencia el problema social y político de exclusión de población local y migrante.
La
impresión de vegetación agreste que crece en los bordes del espacio público en
las caras de cada carpa, expande la reflexión en torno a lo incontrolable de
cierto tipo de naturaleza en el paisaje de la ciudad. Así, tanto en su
modalidad física de exhibición en sala como en su registro performativo
audiovisual de emplazamiento en zonas más acomodadas de la capital, la
exposición pareciera preguntar ¿Quién puede decir que no deben estar allí?
La
exposición Insular tiene, por otra parte, un antecedente directo en “Terreno
baldío” (Galería Gabriela Mistral, 2002), la primera vez que Andrés Durán
instaló una carpa en el bandejón central de la Alameda, aludiendo al habitar
transitorio y de emergencia en una lectura metafórica de la exhibición y la
circulación artística.
Esta vez, al incorporar la vegetación citadina y ahondando en el carácter intersticial de sus referentes, la obra de Andrés Durán afirma el carácter biopolítico de la ciudad.
Como piezas artísticas, las carpas de Andrés Durán se mueven pendularmente entre el hiperrealismo de las imágenes y la abstracción de las formas. Sugieren una continuidad, en una especie de collage volúmico que ficcionaliza una imagen de la ciudad.
Como en obras anteriores, todo ocurre cuando él detecta un elemento imperceptible para los transeúntes y descubre allí algo que decir.
Atisbar lo invisible en la ciudad y contrastarlo con lo más visible ha sido una premisa de su ejercicio, desde su primera intervención pública “Casa cartel” (2001).
Con el tiempo, una de sus más destacadas investigaciones arrojó la serie “Monumento editado”, que contó con varias etapas exhibidas en Chile y en las principales capitales de Sudamérica.
Andrés Durán se concentró en las estatuas conmemorativas situadas en las principales calles y plazas, preguntándose por la actualidad de esos personajes - políticos, religiosos, castrenses - su poder de representatividad hoy, y el escaso conocimiento que de ellos tenía el ciudadano común.
Los héroes se volvieron anónimos e invisibles. Andrés Durán quiso representar estas observaciones por medio de la intervención fotográfica digital.
El pedestal que yergue al héroe homenajeado se tomó el protagonismo en esta ficción, donde desaparecieron casi totalmente los rostros y cuerpos, y se modificó el monumento en forma radical, reorganizando y “editando” sus propios elementos.
Estas imágenes tuvieron una importante circulación e impacto, por todas sus connotaciones socio- históricas, adelantándose incluso a imágenes reales sucedidas en años recientes, como fue el desmantelamiento y la inquietante presencia/ausencia actual del monumento al General Baquedano, en el epicentro de las manifestaciones del estallido social en Chile, en octubre de 2019.
Tal como las anteriores propuestas de Andrés Durán, “Insular” nos recuerda la potencialidad de los lenguajes visuales para detectar y estimular la reflexión sobre las crisis del presente.
Andrés Durán Dávila es artista visual y docente, Magister en Prácticas Artísticas Contemporáneas de la Universidad Finis Terrae y Licenciado en Bellas Artes de la Universidad ARCIS.
Su trabajo ha sido expuesto en Chile y en el exterior, destacando proyectos como “Monumento editado”, en Perú, Bolivia, Argentina y el Museo Nacional de Bellas Artes, en Santiago de Chile (2019); Avenue of the Americas, Y Gallery NYC (2016); Festival Guatephoto, Guatemala (2015); Voces, Latin American Photography 1980-2015, Michael Hoppen Gallery, Londres (2015); Galería Gabriela Mistral, Santiago (2014); “Ejercicios para distraer la Mirada”, MNBA, Santiago (2012) y “Mensulás”, IV Bienal de Mercosur Brasil, (2003).
Además, este artista ha sido beneficiado con el Premio Descubrimientos PhotoEspaña 2016. En 2015 obtuvo el primer lugar Beca de Arte CCU, realizando una residencia en ISCP de NYC. En 2005 fue nominado al Premio Altazor, en la categoría mejor instalación y video arte.
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