Hacer es una palabra que proviene del latín. Procede
de facio, facis, facere, feci, factum con el significado de hacer y es un verbo
vinculado a la raíz indoeuropea *dhe, cuyo concepto es poner.
A ese verbo, se le añade el pronombre “se” originado
en el acusativo del pronombre sui del latín, cuyo significado es de sí, de sí
mismo.
Por su parte, el término cargo deriva del verbo
español cargar y éste, se origina en el latín. En el verbo carrico, carricas,
carricare, carricavi, carricatus que significa acumular o trasportar cosas
en un carro.
En el habla chilena, hacerse el weón es intentar
eludir responsabilidades, desconocer hechos o bien, hacerse el tonto.
En su artículo “La importancia de hacerse cargo”
publicado por el Lic. Daniel Alejandro Fernández, explica que muchos pacientes
acuden a una consulta psicológica, con un discurso que denota una posición
pasiva frente a los otros y a la realidad.
Es común escucharlos hablar de cómo y cuánto las cosas
les suceden, simplemente les ocurren y ellos las padecen desde una posición de
víctima que no parece merecer tanta injusticia y crueldad.
Así es cómo culpan a sus padres, a sus esposos o
esposas, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, etc. A estos pacientes
parecería que la maldad, la traición y el engaño siempre les sobrevuelan para
finalmente caer sobre ellos, que no tienen más remedio que padecer lo que de
ningún modo creen merecer.
¿Qué ocurre cuando estas personas consultan a un
psicoanalista? En principio hacen catarsis, quejándose otra vez de la mala
fortuna que han tenido y acusando a todos aquellos que les hicieron tanto mal.
Y es aquí cuando el psicoanalista procurará lograr cierto grado de implicación
en ese consultante. ¿Qué significa esto? Ni más ni menos que ese paciente deje
de cuestionar tanto a los otros y se cuestione a sí mismo.
En otras palabras,
que se pregunte qué tiene que ver él con eso que padece, qué cuota de
responsabilidad tiene, por qué está permitiendo que tal cosa suceda, etc. En
resumidas cuentas, el psicoanalista le preguntará: “¿Qué tienes que ver tú con
eso que te ocurre?”.
Eso es precisamente lo que pretende Pablo Richeri con su libro “Hacerse el weón” publicado por
Editorial Zig-Zag en beneficio de la Fundación Casa Familia.
¿De qué quiero hacerme cargo en mi vida? ¿En qué me he
estado haciendo el weón?, son las principales interrogantes que plantea el
autor y que, a través de capítulos y guías de trabajo, espera que el lector se
plantee frente a su vida ayudándolo a interrogarse y aprender a reconocer las
señales que nos avisan cuándo nos estamos haciendo los weones.
Para el autor “todos tenemos algo en qué desafiarnos
para tratar de ser mejores, la invitación del libro es a descubrirlo.
Uno de los puntos que plantea Richeri, es que los
cambios deben partir desde el interior de las personas y no de los demás o
fuera de sí. Eso sí, nadie sabe si luego de la propia transformación, las
personas que están alrededor seguirán iguales o cambiarán. Y talvez, en ese
proceso, la persona perderá vínculos y tendrá que continuar su vida sin ellos
lo que al final, puede ser más sano que permanecer atado a personas que hacen
que se malgasten tiempo y energías.
Generalmente, cuando alguien se pregunta cómo podrá
resolver algún nudo en la vida se mira hacia el futuro y se crean una serie de
planes para ver cuándo será el momento oportuno, posponiendo indefinidamente la
solución creyendo que el futuro proveerá las respuestas y soluciones, que nos
traerá la salvación sin intervención personal.
Otra estrategia para continuar haciéndose el weon, es
revivir el pasado, regresando a él una y otra vez. Si la persona no tuvo la
vida que quiso o tuvo malas relaciones familiares ya paso y en el presente,
esas situaciones pasan a formar parte de ella, dirigiendo la vida, haciendo que
tome las decisiones inadecuadas una y otra vez.
Entonces, las personas que están ancladas en el pasado
crean su presente victimizándose y se transforman en esclavos de su influencia.
Para dejar de hacerse el weon, el autor propone en
primer lugar, hacer una reparación a través de perdonarse aceptando, que cada
paso, cada dolor, cada alegría fue una experiencia que lleva a un proceso de
sanación que ayuda a que el corazón se vuelva a abrir y reciba lo que en su
momento dejo fuera.
Un proceso que empieza a repercutir en el puro y
espontáneo presente que ayuda a crear una nueva realidad, desconectada del
pasado transformándose en una semilla potente para desarrollarse hacia
adelante.
Buscar las causas en el pasado y anclarse en él, es
embelesarse con el engaño para no asumir la responsabilidad de lo que nos toca
hacernos cargo ya que nos da las excusas para evadir la responsabilidad y la
incertidumbre del futuro, nos permite posponer decisiones y así ambos dejan a
las personas convertidas en seres culpables e inseguros, desconfiados y
miedosos; inhabilitados para vivir.
Finalmente, se trata de que las personas dejen de
desatender o posponer sus responsabilidades porque son realidades que tarde o
temprano tendrá que enfrentarlos o verá cómo se repiten los círculos viciosos
en su existencia. Y esos cambios solo se producirán si la persona deja de
hacerse la weona.
Para el autor, no importa que problemas estén
ocurriendo en la vida de las personas, pero lo que importa, es que no se puede
cambia si la persona sigue haciéndose el weón y comprenda que el mayor problema
es su incapacidad de hacerse cargo de sus problemas.
“He alcanzado una etapa de mi vida en la que decidí
dejar de hacerme el wn. Como parte del proceso maravilloso de hacerme cargo, he
resuelto destinar el 100% del dinero recaudado por la venta de este libro a la
construcción del del primer Hospice de América Latina, obra de la Fundación
Casa Familia”.
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