martes, 21 de agosto de 2018

El olvido que seremos: un homenaje a la memoria


Escribir un diario de vida,  permite que los autores exploren su memoria para poder reconstruir la experiencia pasada donde se expresan y desahogan los sentimientos y despejando la mente y el corazón, en un espacio donde la literatura y la vida conversan.

Escritores como Ricardo Piglia, Franz Kafka, Virginia Woolf ,Cesare Pavese, Fernando Pessoa, Julio Ramón Ribeyro o Luis Oyarzún, registraron su vida como si fuera la de otro o sin ocultarse transformaron su propia vida en un material literario, sin una idea de lector o sin estar preocupados de cierto momento cultural, como un hábito y sin explicaciones.

Lo anterior, con el propósito de registrar cosas o momentos personales, ofreciéndoles la posibilidad de registrar los hechos del diario vivir para evitar que se olviden fácilmente, para que duren un poco más.

Algunas personas escriben un diario de vida para registrar como les va en el día o ver lo que está ocurriendo en su aprendizaje de la vida, como si esos cuadernos se transformaran en un sitio arqueológico a donde van a parar los buenos y malos recuerdos.
Para Héctor Abad Faciolince escribir “El olvido que seremos” fue la manera de homenajear la memoria y la vida de su padre el doctor Héctor Abad (1921-1987), que demostró a través de la medicina su compromiso social, el amor por la vida, por los hijos, por el arte y por la justicia siendo amenazado muchas veces hasta que el 25 de agosto de 1987, fue asesinado por paramilitares a la entrada del Sindicato de Maestros de Medellín, a los 65 años.

Para poder escribir este relato y enfrentar esta pérdida, el autor necesitó veinte años para sacar esos recuerdos del fondo del baúl de la memoria,  porque tal como él lo expresa “entendí que la única venganza, el único recuerdo y también la única posibilidad de olvido y perdón consistía en contar lo que pasó, nada más”.
El relato de este libro está construido como diario de vida porque en él, Hector Abad escribió en primera persona, sin reparar mucho en la forma sino más bien, en el fondo y mostrándose a si mismo y a su familia con una ternura infinita y conmovedora, especialmente en los momentos más duros de su vida como fue la muerte de su hermana y años después, la de su padre

Este relato se construye al extrañar profundamente a un padre amoroso, que se ríe más que sus hijos, no oculta sus lágrimas cuando está triste, canta tangos y escribe poemas y que tampoco es el sostén económico de la familia, sino que delega esa función en su esposa, que educa a sus hijos con abrazos y que rodea a su familia con un amor profundo para protegerlos de una sociedad que está inmersa en la violencia y en el odio familiar, político e institucional.

El libro entonces, resulta ser una novela, una carta a su padre, testimonio, biografía, en donde a lo largo de los cuarenta y dos capítulos, el lector no puede dejar de preguntarse del porqué de la muerte y que sentido tiene.  

A través de su libro, Héctor Abad además de repasar su corazón para no olvidar los recuerdos que lo conmovieron tanto, como fueron la muerte de su hermana y la de su padre,  invita a la subversión de no olvidar para no dejar atrás los recuerdos de su padre que, al fin y al cabo, son los de su propia historia.

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