La
tierra como soporte artístico es una de las prácticas primigenias del hombre.
Ésa es la premisa con que un grupo de creadores experimenta en cerámica para
desarrollar un proyecto colectivo, donde la práctica y su función ancestral,
prima por sobre cualquier valor formal.
El
resultado es BARRO PEQUEÑO. Del vaso a la ciudad, que se presenta entre 31 de
agosto y el 30 de septiembre en el Centro Cultural Las Condes (Apoquindo 6570)
y que reúne piezas vinculadas a lo telúrico, a lo utilitario y también a la
arquitectura, salidas de las manos de renombrados artistas del área.
La
exposición, señala su curador, Eduardo Cancino, “da cuenta del imaginario de un
puñado de (es)cultores del barro y de conversaciones acerca de los entornos
cotidianos del Hombre y su relación con algunos elementos que los componen que
van desde objetos de uso personal y doméstico, hasta otros de gran envergadura.
Aquí viven en un juego pendular de escalas extremas; embarcaciones y ciudades
que a la vez son vasos y diminutos seres imaginados”.
Este
trabajo se materializa gracias a la inspiración dada por “artesanos que
trabajan con tierra y otros nobles materiales y que viven su arte, en un lugar
que está más allá del lugar común que comúnmente vivenciamos como arte”,
expresa Cancino.
En
esta muestra exponen Marcela Undurraga, Francisco Lira, Abel Cárcamo, Paula de
Solminihac, Ruth Krauskopf, Ester Sjölin y María José Ibáñez.
El
montaje también considera a los niños, puesto que su relación intuitiva con la
tierra es lo da vida y sentido a la iniciativa.
La
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