El proyecto, iniciado a fines
de mayo, comenzó con un trabajo de investigación en terreno, recorriendo zonas
de actividad minera y reflexionando sobre cómo la industria transforma cuerpos,
paisajes y vínculos sociales. Posteriormente, el trío desarrolló su instalación
para La Molinera, a las afueras del galpón Gabriela Mistral. La muestra se
inspira tanto en los geoglifos prehispánicos como en los residuos
contemporáneos, buscando desenterrar narrativas ocultas bajo la superficie
visible del territorio.
Una vez expuesta la obra, el trío trabajó con artistas locales para construir una coreografía colectiva. “Esta experiencia fue enriquecedora en muchas maneras: trabajar con personas que tienen otros lenguajes, no solo en cuanto a idioma, sino también en danza, escultura y cine”, comentó Pamela Trujillo, actriz antofagastina que participó en la performance.
“Ha sido una instancia que me llenó, me nutrió y me ha
enseñado mucho; me sentí como estudiante otra vez, tuve que volver a trabajar
desde la creatividad y el trabajo grupal.”
“Para mí, el cuerpo y el movimiento pueden hackear los sistemas de poder, resignificar fronteras y crear lenguajes comunes entre personas de orígenes distintos”, comentó Bianca, artista brasileña que forma parte de la creación de la performance.
“Trabajo con personas migrantes y comunidades locales, porque cualquier persona puede ejercer su poder político a través del arte”, concluyó.
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