miércoles, 30 de julio de 2025

“El mar es egoísta”: la obra colectiva de LABVA que resignifica el vínculo con la costa

 En el marco de la Bienal SACO1.2 Ecosistemas oscuros, el dúo detrás del Laboratorio de Biomateriales, Biofabricación y Buen Vivir de Valdivia (LABVA), Maria José Besoain y Alejandro Weiss, nos presenta Cuerpos calcáreos: Relatos entretejidos por el mar, de forma colectiva con estudiantes del liceo LECYA de Antofagasta, creando piezas biocerámicas a partir de conchas de moluscos locales. 

Conversamos con Alejandro Weiss para conocer el proceso, las sorpresas y los sentidos que emergieron en esta experiencia colectiva.

¿Qué representa el mar en su trabajo?

Aunque estamos en Valdivia, una ciudad no cercana al mar, tenemos una relación muy directa: desde los alimentos hasta el trabajo con biomateriales, que usan polímeros naturales como los que se extraen de algas. El carbonato de calcio de las conchas también es parte de esa conexión. El mar, en el fondo, es el origen de gran parte de nuestro proceso creativo.

¿Cómo nació la idea de crear esta obra?

Comenzamos a preguntarnos qué elementos podían conectarnos con el territorio del norte, con Antofagasta, su paisaje y sus materiales. Nosotros en Valdivia trabajamos mucho con choritos y mejillones, que son carbonatos de calcio, así que decidimos trabajar con este mismo elemento presente en la zona.

 Pero lo clave fue que no queríamos que solo fuera un taller técnico para la creación de estas piezas, sino construir un relato colectivo desde las experiencias de los propios estudiantes, conversando sobre el mar y sus vivencias. A partir de estos relatos, cada uno diseñó y creó sus piezas, que podían ser abstractas o figurativas, siempre ligadas a esa memoria personal.

¿Y cómo consiguieron los materiales para las piezas?

Por logística no pudimos salir a recolectar con los estudiantes, pero tampoco llevamos material desde Valdivia. Lo que hicimos fue comprar estos productos en el mercado local y preparar un cocimiento para los artistas que participaban en la Bienal; nos reunimos en torno a una comida y luego utilizamos esas conchas para crear las piezas. Así, el acto de celebrar y compartir también se transformó en parte de la narrativa que quedó plasmada en la exposición. 

¿Qué tipo de relatos surgieron de los estudiantes?

Nos sorprendió mucho que, mientras nosotros veníamos con la idea del mar como algo que nos entrega abundancia, ellos lo veían con distancia. De hecho, surgió la frase “el mar es egoísta” en uno de las historias que compartieron. No tenían historias cotidianas del mar ni un sentido de pertenencia, sino recuerdos más lejanos o nostálgicos, generalmente de cuando eran más pequeños o incluso fuera de Antofagasta. Esa diferencia de perspectiva enriqueció muchísimo la obra.

¿Cambió el sentido de la obra al escuchar a los estudiantes?

Sí, completamente. Nos dimos cuenta de que no podíamos forzar una mirada única sobre el mar. Entendimos que la relación de estos jóvenes con el mar era distinta a la nuestra, más distante, y eso redefinió la obra para que reflejara esa diversidad de miradas.

La obra se aprecia como una gran red, ¿cómo llegaron a la idea del montaje con este elemento?

Allá mismo, en la Molinera, vimos que el piso tenía una cuadrícula que se extendía a los muros, como una red. Decidimos trabajar con esa grilla para entretejer todos estos relatos y vincular las piezas individuales. Además, los relatos se escribieron formando una línea de horizonte, como si flotaran sobre el mar, reforzados por una malla que cuelga arriba, marcando también ese horizonte colectivo.

¿Habían hecho antes trabajos colaborativos con estudiantes?

Sí, tenemos una línea de trabajo con estudiantes. En Coliumo, por ejemplo, hicimos paletas de materiales locales, generando pigmentos y biomateriales desde residuos de la playa, como conchas y algas. Quisimos transmitir la idea de que los materiales eran muchas veces considerados como desperdicios del mar. Cosas que quedan botadas pueden ser reconfiguradas en piezas nuevas, en materiales nuevos para crear.

Supimos que después algunas personas del público también intervinieron en la obra escribiendo sus relatos. ¿Eso estaba planeado?

No lo teníamos pensado, pero cuando alguien quiso escribir, dijimos “por favor, hágalo”. La idea era que la obra recogiera muchas miradas colectivas, no solo de los estudiantes y artistas, sino también del público. Así se transforma en un espacio abierto, donde cada uno puede sumar su propio relato sobre el mar. Algunos lo verán como algo laboral o productivo, algo más nostálgico. 

Chile tiene más de 4.500 kilómetros de costa, por lo cual la forma en la que nos vinculamos con el mar es diversa.

Cuerpos calcáreos: Relatos entretejidos por el mar fue realizado en colaboración con los estudiantes de LECYA: Alison Bartoli, Sharon Poveda, Britney Galvis, Francisca Callejas, Yeremmy Gutierrez, Antonella Ugarlde, Dante Troncoso, Mónica Lizarazu, Dulce Sepúlveda y Catalina Garay.

La obra puede visitarse en La Molinera de martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs. El público está cordialmente invitado a apreciar la obra e intervenir con sus relatos sobre el mar. Para coordinar visitas mediadas, puede enviar un correo a mediacion@proyectosaco.cl

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