En el marco de la celebración
del centenario del nacimiento de Frantz Fanon, LOM Ediciones acaba de publicar “Sociología
de una revolución”, que recoge su pensamiento anticolonial.
El pueblo argelino
no se ha concedido ni un instante de respiro, entre otras razones porque el
colonialismo al que se enfrenta no se lo ha permitido.
De esta manera Frantz Fanon
inicia este libro, publicado la primera vez en 1959 cuando aún faltaban tres
años para que los y las argelinas pudiera respirar finalmente la anhelada
libertad.
La obra surge y se escribe al
calor de la experiencia acumulada en el seno de la lucha del Frente de
Liberación Nacional Argelino, donde Frantz Fanon había elegido vivir y luchar.
En ella, da cuenta de cómo el
proceso de lucha de liberación genera las condiciones subjetivas y materiales
que hacen germinar las transformaciones de los hombres y mujeres argelinas,
tensionando y conmocionando sus estructuras familiares y sociales.
De cómo la conciencia
anticolonial se hace carne y con ello, se configuran los anhelos de la nación
argelina.
Mientras más esfuerzo pone el
colonizador en arraigar su cultura y valores, con mayor énfasis el pueblo
argelino se resiste a tal subordinación, y en el afán de enfrentar la
violencia, el control, el miedo, la ocupación del territorio, busca estrategias
que amplían su percepción, modifican y resignifican muchos aspectos de su
relación con el mundo, para construir una nueva sociedad.
En el marco del centenario
de Frantz Fanon (1925-2025), LOM Ediciones recupera una reflexión
imprescindible sobre su obra "Sociología de una revolución" (1959),
escrita en pleno corazón de la guerra de independencia argelina.
Fanon, psiquiatra, filósofo y
militante anticolonial, se convirtió en una de las voces más lúcidas y
radicales contra el colonialismo, el racismo y todas las formas de opresión.
El texto que viene a
continuación, fue elaborado por Rodrigo Javier Días, publicado originalmente
por Tinta Limón Ediciones.
En él se analizan las
dimensiones históricas y políticas del colonialismo francés en Argelia, las
resistencias que se gestaron en su interior y el papel fundamental, del
pensamiento fanoniano en la configuración de una praxis revolucionaria que
trascendió fronteras.
“Hablar
hoy de revolución requiere de un gran cuidado. A partir de la llegada y la
expansión del modelo neoliberal, fundamentalmente, y de las transformaciones
significativas que gestó sobre las formas de producir y acumular –todas en
torno al consumo-, traer al debate actual a la idea de revolución es presentar
un concepto que ha logrado ser apropiado por este mismo paradigma.
Ya sean tecnológicas,
educativas o productivas, por solo mencionar algunas, las revoluciones se han
convertido en un instrumento más a través del cual se infiltran nuevos
mecanismos de construcción de sentidos.
Han sido sutil pero
constantemente despojadas de su fundamento y razón para convertirse en una mera
cáscara vacía que facilita –apelando, semántica mediante, a la épica de su
significado original- su “relleno” con consignas carentes de un norte, pero
rebosantes de consumos potenciales cuya explosión solo aguarda un contexto para
ser liberada.
Pero esto no fue siempre así.
La historia de nuestras sociedades se encontró en múltiples ocasiones frente a
la necesidad de generar una ruptura, una reorganización del contexto
predominante que reencaminara el estado de las cosas hacia otro estadío que –superior
o no- proveyera nuevas alternativas.
En un rápido repaso podemos
encontrar cinco: 1789 y la Revolución Francesa, 1804 con la Revolución
Haitiana; 1810 con la Revolución de Mayo en nuestras latitudes; 1917 en la
Rusia zarista y, finalmente, en 1953 con el inicio de la Revolución Cubana.
En cada uno de estos casos, el
despertar del germen revolucionario encontró territorio fértil en el
descontento de un pueblo que buscaba librarse de la opresión de regímenes cuyas
asimetrías étnico/socio/político/económicas los marginaban, aun siendo habitantes
y nativos de su propia tierra.
Si bien el desarrollo de la
Primera Guerra Mundial había comenzado a sacudir los cimientos de un
imperialismo cuya codicia llevara a la humanidad a ese primer gran conflicto a
escala planetaria, será el final de la Segunda Guerra Mundial la que abra las puertas
a un abandono definitivo de las pretensiones territoriales de los países
centrales sobre sus colonias.
Sin embargo, en este paulatino
proceso de retirada de las por entonces potencias coloniales y la subsecuente
emancipación de los pueblos, no todos los países compartirían el mismo punto de
vista.
Poco más de un siglo y medio
después de aquella revuelta que sembrara a la libertad y la igualdad como
derechos irrenunciables de todo ciudadano, Francia –golpeado con fuerza durante
la IIGM y frente a una crisis económica inminente en su horizonte inmediato-
decidió optar, no solo por impedir la independencia de sus territorios de
ultramar, sino además por defender sus posesiones a sangre y fuego.
Sería allí, en una
contradictoria coincidencia espaciotemporal de voluntades entre el país europeo
y el africano, que el pueblo argelino tomaría el estandarte de la liberación
lanzando un mensaje a todo el mundo: Argelia quiere y debe ser dueña de su destino.
Y será también allí, entre los últimos estertores de lo que el mundo entendía por revolución, que el impulso emancipador del pueblo argelino encontraría un portador de su voz en Frantz Fanon”.
DEL AUTOR
Frantz Fanon nació en
Fort-de-France (Martinica) en 1925 y falleció en Maryland (EE.UU.) en 1961.
Psiquiatra, filósofo, escritor
y revolucionario caribeño cuya obra fue de gran influencia en los movimientos y
pensadores revolucionarios de los años 1960 y 1970.
A finales del siglo XX, principalmente a partir de los estudios de Edward Said, su pensamiento volvió a cobrar vigencia en los campos de los estudios poscoloniales, la teoría crítica y el marxismo.
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