Diseñado para medir la precisión topográfica de una superficie como antena o guías de onda, por ejemplo, hoy el perfilómetro del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA) también se convierte en un aliado clave para investigaciones forenses en antropología.
Desde su posición en el Laboratorio de Ondas Milimétricas y Submilimétricas de la Universidad de Chile (MWL), laboratorio dirigido por el Investigador Asociado, Ricardo Finger, el perfilómetro del CATA ha sido pieza fundamental en la construcción de instrumentos de alta complejidad para la astronomía chilena.
Pero su alcance ha ido mucho más allá. Hoy, esta tecnología de precisión está permitiendo explorar el impacto de la abrasión fluvial en restos óseos humanos, una aplicación que parecía impensada, pero que abre un nuevo capítulo para la ciencia interdisciplinaria.
“El perfilómetro es una herramienta que permite medir con altísima precisión la topografía de una superficie, detectando incluso las más pequeñas rugosidades o marcas”, explica Franco Curotto, Ingeniero Senior y Encargado del Laboratorio del CATA.
“En astronomía lo usamos para verificar que antenas, divisores de polarización, guías de onda y otros componentes críticos cumplan con tolerancias mínimas. Pero esa misma capacidad de detectar micro variaciones lo hace útil para muchos otros campos”.Uno de esos nuevos campos es la antropología forense. Javiera Olivares, estudiante de quinto año de Antropología Física en la Universidad de Chile, está utilizando el perfilómetro para su tesis de pregrado, que analiza cómo cambian las marcas de trauma en huesos humanos cuando son expuestos a ambientes fluviales, como ríos o zonas húmedas, después de crímenes violentos como descuartizamientos.
“El perfilómetro nos permite capturar la superficie del hueso antes y después de haber estado sumergido en agua con sedimentos”, explica Javiera.
“Así podemos ver cómo se alteran las huellas de cortes o impactos, y si esa abrasión borra evidencia clave que permitiría, por ejemplo, identificar el tipo de arma utilizada. Sin este nivel de precisión, esos detalles podrían perderse”.
En su tesis, Javiera somete fragmentos óseos a simulaciones de exposición fluvial durante 24, 48, 72 y 96 horas. Luego, utilizando el perfilómetro, analiza los cambios topográficos en esas superficies óseas.Su objetivo es determinar si las alteraciones provocadas por el agua y los sedimentos podrían comprometer el análisis forense posterior.
“La capacidad del perfilómetro para generar un modelo tridimensional detallado es clave en este proceso”, añade Curotto. “Permite ver exactamente cuánto se ha desgastado una superficie, qué marcas permanecen, cuáles se suavizan o desaparecen. Y todo eso con un nivel de precisión que, en ciencia, puede marcar la diferencia entre una suposición y una conclusión”.
Este caso ilustra cómo una herramienta desarrollada con fines astronómicos puede convertirse en un instrumento decisivo en la comprensión de fenómenos humanos y sociales. Más aún, muestra cómo la infraestructura del CATA, pensada para observar el universo, puede también contribuir a resolver preguntas terrenales.
“Cuando fui al laboratorio de Cerro Calán y conocí el perfilómetro, me sorprendió que algo pensado para piezas metálicas o acrílicas de telescopios pudiera ser útil también para huesos humanos”, comenta Javiera. “Pero tiene todo sentido. Al final, una superficie ósea también tiene relieves, texturas, rugosidades y es eso lo que buscamos entender”.
Javiera espera terminar su investigación en diciembre de este año, gracias al apoyo de su profesora guía Constanza Torres, docente del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile aportando no sólo al conocimiento en antropología forense, sino también, a consolidar el valor del trabajo interdisciplinario en ciencia. Un perfil de precisión que, desde las estrellas, ahora también ayuda a entender lo que ocurre en restos humanos.
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