El nuevo libro de Paz Peña “Tecnologías
para un planeta en llamas”, desmantela estos supuestos para levantar una alerta clara sobre las
respuestas tecnológicas que siguen concentrando el poder, la desigualdad, la
injusticia y la violencia.
Con
ejemplos chilenos e internacionales, la autora condensa la problemática de la
crisis climática actual y la problemática de la digitalización de las
tecnologías que sigue una lógica colonial y extractivista, marginando a niños,
mujeres y pobres.
Es
un ensayo que ayuda a encender las alarmas respecto a la idea de que las
tecnologías pueden solucionar la crisis climática y ecológica. De acuerdo a la
autora es imposible si no se aborda la destructividad medioambiental inherente
al tecnocapitalismo, que defiende esta idea para perpetuar los intereses
exclusivos de los poderosos.
Actualmente, recibir y enviar información
por correo electrónico o redes sociales es, para muchos, una actividad
cotidiana. Sin embargo, pocas veces nos cuestionamos qué recursos
naturales son necesarios para sostener esta tecnología o quién y en qué
condiciones extrae los minerales que permiten que nuestros teléfonos
funcionen.
¿Qué relación hay entre el consumo de
agua y el almacenamiento de datos? ¿Son realmente sustentables las
empresas líderes del mercado mundial, como Google o Amazon? ¿Cuánto se
parece la minería de bitcoins –la promesa de una forma de valor
universal– al proceso minero y sus externalidades, en tanto prácticas laborales
explotadoras, degradación medioambiental e inestabilidad política?
Ante una crisis climática que avanza sin
tregua y que exige acciones eficaces, las big tech —y otros grupos de
poder— siguen sosteniendo que la digitalización es la respuesta para frenar el
problema medioambiental.
Este supuesto es el que la
periodista Paz Peña Ochoa cuestiona en su publicación “Tecnologías
para un planeta en llamas”.
"Este discurso, como reviso en
el libro, es engañoso. Oculta, primero, los diversos efectos socioambientales
de las tecnologías digitales en todo su ciclo de vida, desde la explotación de
minerales, el agua, la energía que necesita, la basura tóxica que produce",
asegura la autora.
En segundo lugar, enfatiza la
investigadora, "no toda digitalización brinda siempre eficiencia
energética, más aún, puede propiciar un efecto contrario, el de rebote".
En este incisivo ensayo, se cuestiona el
modelo tecnocapitalista, planteando la “transición digital justa” como
una posible solución ante la crisis climática que hoy atravesamos. ¿En qué
consiste dicha transición, de acuerdo con la autora? En un proceso que
integre una visión crítica sobre el modelo económico que nos llevó a
este desastre, y que nos permita elaborar creativamente tecnologías
digitales que regeneren las relaciones con el planeta y respondan a
futuros sostenibles.
"Debemos problematizar la idea de querer
ser verdes y digitales, mientras los costos los pagan otros. Necesitamos dejar
de pensar en el milagro de la tecnosolución, porque esta no es una crisis
tecnológica, sino política", asegura la autora.
La investigadora afirma que "como
sociedad nos seduce mucho la idea de la tecnología autónoma y super
inteligente, y nos es impensable concebir que detrás de cada innovación
tecnológica hay personas mal pagadas que son la muleta fundamental de las
decisiones algorítmicas, y que hay infraestructuras concretas y gigantes que
son altamente extractivas de recursos y que son clave para «la magia de la
automatización»".
Según plantea Peña, el
tecnocapitalismo se sustenta en un poder corporativo "cada vez
más concentrado en un puñado de empresas". En este escenario, sugiere
la autora, es necesario "sopesar cuánto poder en la sociedad van a seguir
acumulando estos jugadores".
Conjugando ejemplos de los impactos socioambientales de las tecnologías digitales en América Latina, Estados Unidos, África y Europa con referencias bibliográficas variadas, Tecnologías para un planeta en llamas invita a los lectores a preguntarse por qué, si la crisis climática es un producto del capitalismo, no se pone en duda la continuidad del sistema económico como una medida de mitigación del problema medioambiental.
Chile no queda fuera del análisis: la autora examina desde las presiones de Estados Unidos y Alemania para conseguir litio extraído en nuestro país, hasta el uso ingente de agua dulce que necesitan los mega data centers de Microsoft y Google en comunas como Quilicura y Cerrillos, que encendieron las alertas de sus habitantes.
"Es un tema abrumador, pero debemos dejar de esperar que las medidas estructurales vengan solas y empezar nosotros mismos a problematizar [...] eso incluye ser críticos sobre nuestros consumos digitales y nuestra forma de concebir qué es lo tecnológico", opina la autora, y agrega:
"¿Puede haber otra
digitalización que no sea solamente extractiva y basada en la gestión
creciente de datos? Yo creo que sí, es más, ya existen intentos acá en América
Latina. La situación se hace menos abrumadora, entonces, cuando nos empezamos a
preguntar concretamente sobre cómo potenciar alternativas antes que
esperar tener una sola gran respuesta perfecta a esta emergencia".
Los últimos años ha estado especialmente concentrada en comprender los impactos socioambientales de la digitalización, su relación con las energías verdes y el papel que tiene América Latina en este escenario.
Como consultora, trabaja en proyectos de investigación y políticas públicas para distintas organizaciones de la sociedad civil, academia y organismos internacionales. Vive en Santiago de Chile. Es periodista de la PUCV y Magister en Estudios de Género UChile.
En
un país donde existen zonas de sacrificio, con personas viviendo las consecuencias
de la contaminación medioambiental, Tecnologías para un planeta en llamas es
un libro altamente necesario, con un llamado a la acción a poner el foco en
soluciones reales y efectivas, que tengan como punto central la forma de
relacionarnos con el planeta y que permita la construcción de un futuro
sostenible.
La autora tiene más de quince años de experiencia en temas de justicia social, activismo tecnológico y de género. Ha trabajado con organismos internacionales como Public Citizen, Tactical Tech Collective y Association for Progressive Communications.
No hay comentarios:
Publicar un comentario