Desde bebé se manifiesta atracción por la música, con
movimientos, aunque sin control, pero que denotan agrado; esto tan trivial hace
que el oído se comience a educar, a familiarizarse con los diferentes ritmos, a
controlar el cuerpo, que más adelante, según la madurez se transformará en
expresión.
En educación parvularia el enfoque de la danza tiene
un sentido educativo, centrado en el cuerpo, en conocerlo, explorarlo para más
adelante descubrir su expresividad y su sensibilidad. En las aulas desde Sala
Cuna con una mirada integrada, se disponen los ambientes para que los bebés y
niños(as) puedan expresar corporalmente sensaciones y emociones, para que
experimenten con rondas, bailes y danzas.
El baile, la danza y la expresión corporal se utilizan
como recursos eficaces a temprana edad por los múltiples beneficios que no sólo
están relacionados con la diversión, sino con los beneficios para el desarrollo
cerebral, social, emocional, físico y cultural. Por ejemplo: ayuda a utilizar
las diferentes zonas del cerebro para armonizar sonido y movimiento, a
concentrarse, poseer mejor ánimo, a socializar, a ejercitar la memoria, a
relajarse, al desarrollo de músculos y huesos, al control del cuerpo de forma
natural, a coordinar mejor, al equilibrio, a la capacidad aeróbica, pulmonar y
cardiovascular, entre otras.
Bailar, danzar siempre, siguiendo o creando nuevas
coreografías en conjunto.
Combinar distintos estilos de baile, realizar cambios
de ritmo o mezclar diversos pasos o estilos.
Escuchar música para relajarse luego de juegos o antes
de ir a dormir.
Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Pedagogía en Educación Parvularia, de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Maule en Curicó.
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