El libro A propósito de nada ofrece
un repaso completo de la vida personal y profesional de Woody Allen, y se
describe su labor en películas, teatro, televisión, clubs nocturnos y obra
impresa, tanto libros como prensa.
La obra, de Alianza Editorial, es
distribuido en Chile por Editorial Zig-Zag y ya se encuentra disponible en su
tienda virtual y en librerías del país.
Woody Allen es escritor, director y actor.
Ha trabajado como humorista de monólogos y es autor de varios libros. Vive en
la zona del Upper East Side de Manhattan con su esposa, Soon-Yi, con quien
lleva casado veintidós años, y sus dos hijas, Manzie y Bechet.
Es un ferviente apasionado del jazz y un
entusiasta aficionado al deporte. Según sus propias palabras, lamenta no haber
hecho ninguna gran película, aunque asegura que lo sigue intentado.
Nacido en Brooklyn en 1935, Woody Allen
empezó a trabajar en el mundo del espectáculo a los dieciséis años escribiendo
chistes para las columnas dedicadas a Broadway de distintos periódicos.
Luego creó guiones para radio, televisión
y cine, así como obras de teatro y artículos para The New Yorker. Hace varias
décadas que dejó la soledad del despacho del escritor para convertirse,
primero, en comediante de locales nocturnos y, posteriormente, en un cineasta
mundialmente célebre.
Durante las seis décadas que lleva
haciendo cine, ha escrito y dirigido cincuenta películas, protagonizando muchas
de ellas.
Ha recibido numerosos galardones
nacionales e internacionales, se han erigido estatuas en su honor (lo que él
jamás comprenderá) y su obra cinematográfica se estudia en escuelas y
universidades de todo el mundo.
En A propósito de nada, Allen nos relata
sus primeros matrimonios: el más precoz con una novia de su adolescencia y
luego con la maravillosamente divertida Louise Lasser, a quien es evidente que
todavía adora.
También escribe sobre su romance con Diane
Keaton, con quien mantiene una prolongada amistad. Y explica su relación
personal y profesional con Mia Farrow, con quien realizó varias películas ahora
clásicas, y que terminó con una separación por la que la prensa sensacionalista
aún no le ha dado suficientemente las gracias.
Allen afirma que fue el primer sorprendido
cuando, a sus cincuenta y seis años, inició una relación con Soon-Yi Previn,
que entonces tenía veintiuno, y que los condujo a un romance estrepitoso y
apasionado y a un matrimonio feliz de más de veintidós años.
En un texto a menudo hilarante, haciendo
gala de una franqueza sin límites, lleno de creativas intuiciones y de bastante
perplejidad, un icono americano cuenta su historia, aunque nadie se lo haya
pedido.
Frases del libro:
«Mis propias hipótesis giran en torno al
hecho de que, más o menos a los cinco años, tomé conciencia de la mortalidad y
pensé: ah, no, yo no me apunté para esto. Nunca acepté ser finito. Si no os
importa, quiero que me devolváis el dinero. Cuando crecí, no solo la extinción,
sino el sinsentido de la existencia, se me hicieron más patentes.»
«¿Lo que más envidio? Quisiera haber
escrito Tranvía (Un tranvía llamado deseo). ¿Lo que menos envidio? Retozar en
una pradera. Si tuviera que empezar mi vida otra vez, ¿hay algo que haría de
manera diferente? No habría comprado ese milagroso cortador de verduras que aquel
tipo anunció por la tele. Y, en serio, ¿es verdad que no me interesa dejar un
legado? Ya me han citado antes al respecto, de modo que lo expresaré de la
siguiente manera: más que vivir en los corazones y en las mentes del público,
prefiero seguir viviendo en mi casa.».
«Yo aborrecía la naturaleza y, más que la
naturaleza, aborrecía tener un coche. Como me ocurre con todos los objetos
mecánicos, nos convertimos inmediatamente en archienemigos. No me gustan los
aparatitos. No tengo relojes, no uso paraguas, no poseo cámaras ni grabadoras y
aún hoy necesito que mi esposa configure el televisor. No tengo ningún
ordenador, jamás me acerqué a un procesador de texto.»
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