El mercado del anime
experimentó un crecimiento increíblemente rápido en los últimos años, abarcando
diversos sectores comerciales como la música, los videojuegos, los productos y
los eventos.
Un estudio realizado
por Dentsu, para la revista Variety, donde se encuestaron a más de ocho
mil personas de diez países distintos, reveló que el 50% de las
personas pertenecientes a las generaciones millennial y Z (de entre 12 -
44 años) consumen anime con regularidad.
Los encuestados señalaron que
su preferencia por este tipo de contenido se debe a que valoran la originalidad
de los mundos e historias que ofrece el anime, su diversidad de géneros y
porque existe un creciente interés por la cultura japonesa.
Esto en contraste al contenido
más “hollywoodense” que ha presentado una fatiga para esta audiencia. Según
este mismo estudio, el 29% de los fans estadounidenses de anime afirmaron
sentirse agotados con las producciones tradicionales del cine occidental.
Además, de acuerdo al informe
anual de la Asociación de Animación Japonesa, este mercado está valuado en $24
mil millones de dólares a nivel mundial. Una cifra que podría alcanzar los $43
mil millones de dólares para 2027.
El fenómeno del anime en Chile
Para Riko Iizumi, experta
en cultura japonesa y académica del Departamento de Lingüística y Literatura de
la Usach, este fenómeno se dio gracias a que “la generación millennial
encontró el anime y descubrió la cultura japonesa como cultura pop, manga,
juegos, etc. y se la transmitió a la generación Z”.
Oriel Rodríguez, traductor
inglés - japonés y académico Usach, explicó el impacto del anime en los
millennials y generación Z, además de profundizar sobre cómo se generó el “boom”
de la animación japonesa en Chile, donde “no tiene precedentes”.
El académico planteó a Diario Usach que lo fascinante de nuestro país es que,
gracias a la televisión abierta, el fenómeno del anime se viene gestando “desde
los fines de los 70’, hasta que hoy en día creo que tenemos prácticamente
tres o cuatro generaciones que ya han consumido anime como si fuera algo muy
normal”.
Esto hizo que “no sólo la
generación millennial y Z es la que le gusta esto, sino que los papás de ellos. Incluso
muchos abuelos, quizás de entre 50 años, ya recuerdan series como la Abeja
Maya, Mazinger Z… Entonces la gente mayor le dio el puntapié inicial de esto”,
relató Rodríguez.
El profesional hizo hincapié
en que “es un caso súper atípico de lo que sucedió quizás en otros países
de Latinoamérica o incluso España. Fue muy distinto como se formuló todo”.
Esta extraña amalgama se dio
con mayor fuerza más cercano a la década del 80’ gracias a que, según explicó
el traductor, “alguien, de una manera muy inaudita, empezó a traer estas
series que eran mucho más baratas, según lo que había escuchado por algunas
historias por ahí, y eso lo empezaron a poner de manera rotativa en Pipiripao”.
“Yo creo que los grandes como
patriarcas de los medios en esa época no lo entendían muy bien, pero generaron
un tremendo impacto. A niveles estratosféricos que no se habían dado incluso en
latinoamérica”, relató el académico.
Amamos las teleseries, amamos
el anime
Aunque no lo creas, el hecho
de que en nuestro país tengamos un gran fanatismo por las teleseries,
podría explicar el por qué caló tanto el anime.
El Licenciado en Lingüística
Aplicada a la Traducción Inglés - Japonés, comentó que “el anime en sí, a
diferencia del cartoon, no es una historia autoconclusiva que en un capítulo se
acaba. Sino que esto se va extendiendo a través del tiempo, prácticamente
como una teleserie”.
Y es justamente esto lo que,
en parte, explicaría el fenómeno. “Yo creo que las teleseries son como un
emblema de lo que también tenemos a nivel multimedia en Chile. O
sea, el anime se asemeja mucho a eso, creo que al chileno en sí le gusta
mantener… Como saber todo este camino del héroe, sin saber hasta dónde llega el
final. Pero lo espera, quiere buscar cómo termina, cuál es la conclusión
de todo ello”, aseguró Rodríguez.
La llegada del internet
Antes de la llegada de la era
digital, Oriel Rodríguez recordó que “en esa época estábamos directamente
recluidos a lo que se veía en la televisión. Porque pensemos que en esa época
existían uno o a lo más dos televisiones.
Ya a fines de los 2000, yo
creo que cada uno en su casa tenía tres o cuatro televisiones, entonces de
ahí podíamos nosotros como escoger lo que podíamos ver, pero antiguamente
no existía esa fórmula”.
También, “existía todo este
tema ya como del fandom. O sea, la gente ya no solamente le gustaba algo, lo
veía y terminaba. Sino que se empezó a generar comunidad”, explicó el
académico.
Y ya con la llegada del
internet, señaló el experto, todas y todos pertenecientes a estas comunidades
más pequeñas, “nos empezamos a dar cuenta de que a mucha gente también le
gustaba esto mismo. Habían generado páginas web y se había profundizado
mucho más en el tema”.
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