En un rincón remoto del sur de
la Patagonia, el Explorador de National Geographic, Diego Pol, junto a un
equipo internacional de paleontólogos de Argentina y Japón, han descubierto los
restos fosilizados de una especie desconocida de cocodrilo antiguo que vivió
hace aproximadamente 70 millones de años, cerca del final de la era de los
dinosaurios.
El hallazgo fue realizado en
un sitio cercano a la ciudad de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz.
Esta zona rica en fósiles se ha convertido en un sitio clave para explorar el
pasado de la Patagonia, con descubrimientos notables en los últimos años,
incluyendo dinosaurios como Maip macrothorax, Nullotitan glaciaris e Isasicursor
santacrucensis, así como fósiles de peces, ranas, tortugas, serpientes,
plesiosaurios, insectos, plantas y pequeños mamíferos.
La nueva especie,
denominada Kostensuchus atrox, pertenece a una familia extinta de
cocodrilos conocida como Peirosauridae, que vivió en América del Sur y
África durante el período Cretácico.
El nombre genérico combina
“Kosten”, que significa “viento” en lengua aonikenk, con “suchus”, una
referencia al dios egipcio con cabeza de cocodrilo. El nombre específico atrox proviene
del latín y significa “feroz”, resaltando su rol como gran depredador en este
antiguo ecosistema.
El fósil fue descubierto
incrustado en una dura concreción, e incluye gran parte del esqueleto del
animal, con un cráneo completo excepcionalmente preservado. Luego de varios
años de meticulosa preparación en laboratorio, los científicos pudieron estudiar
el ejemplar en detalle y confirmar que se trataba de una especie desconocida
hasta ahora.
Con un cráneo de casi 50
centímetros de largo y una longitud corporal que superaba los 3 metros, Kostensuchus fue
un depredador tope, probablemente capaz de alimentarse de una amplia variedad
de presas, incluidos dinosaurios de tamaño pequeño a mediano.
Su cráneo era inusualmente corto, ancho y
robusto en comparación con sus parientes más cercanos. El hocico era ancho y
macizo, con más de 50 dientes afilados—algunos de más de 5 centímetros de
largo—con bordes aserrados y cortantes, adaptados para desgarrar tejido
muscular, una característica común en reptiles carnívoros.
Su mandíbula, amplia y
extremadamente robusta, sugiere la presencia de poderosos músculos responsables
de una mordida excepcionalmente potente. Estas características fueron clave
para interpretar a Kostensuchus como uno de los principales
depredadores de los ecosistemas del Cretácico Tardío en la Patagonia.
Kostensuchus probablemente llevaba un estilo de vida más terrestre que los cocodrilos modernos. Su hocico amplio y poderoso y su dentición robusta indican que era capaz de cazar diversos tipos de presas.
Estas adaptaciones para una mordida fuerte y una depredación activa lo ubican, junto con el gran terópodo Maip macrothorax, como uno de los principales depredadores de su ecosistema.
La nueva especie representa un tipo de cocodrilo depredador previamente desconocido, que difiere significativamente de todos los cocodrilos conocidos, incluidos sus parientes más cercanos. Su conjunto único de características aporta nueva evidencia sobre la extraordinaria diversidad ecológica que los cocodrilos alcanzaron en América del Sur durante el Cretácico, mientras coexistían con los dinosaurios.
El descubrimiento de Kostensuchus arroja nueva luz sobre la ecología de fines del Cretácico en la Patagonia y muestra que los cocodrilos de la era de los dinosaurios eran mucho más diversos de lo que se creía. Esta diversidad incluía especies terrestres y acuáticas, depredadores e incluso herbívoros—formas que no tienen equivalente entre los cocodrilos actuales.
Sin embargo, toda esta asombrosa diversidad se perdió durante el evento de extinción masiva que también acabó con los dinosaurios no avianos.
Solo unas pocas especies sobrevivieron, dando origen a los cocodrilos modernos que conocemos hoy: con baja diversidad y ocupando un nicho ecológico relativamente uniforme como depredadores acuáticos.
El trabajo de Pol cuenta con el apoyo de la National Geographic Society y tiene como objetivo ampliar la comprensión científica de los dinosaurios y los vertebrados que existieron en toda la Patagonia durante los últimos 15 millones de años del período Cretácico. Su trabajo también desarrollará una base de datos para ayudar a los investigadores a identificar patrones de extinción al final del Cretácico en América del Sur en relación con otras regiones del mundo.
El estudio fue publicado en la revista científica internacional PLOS One: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0328561
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