Medio siglo después, los videojuegos son parte
inseparable de la cultura global, y este Día Mundial de los Videojuegos es la
excusa perfecta para recorrer su historia, entender sus transformaciones y
mirar hacia el futuro.
Si bien “Pong” suele ser recordado como pionero, no
fue hasta 1984 que llegó el primer videojuego realmente masivo y transversal: “Tetris”.
Creado en plena Unión Soviética por el ingeniero Alexey Pajitnov, este simple
rompecabezas de bloques se transformó en un fenómeno cultural cuando fue
adquirido por Nintendo y distribuido junto a la Game Boy.
“Lo destaco como el primer juego capaz de atraer a un
público no gamer y de muy diversas edades. Para 2025 ya supera los 520 millones
de unidades vendidas”, explica Mario Meneses, director de la carrera de Diseño
de Juegos Digitales de la Universidad Andrés Bello.
El secreto estaba en su sencillez y su capacidad
adictiva: no hacía falta saber de consolas ni tener experiencia previa, bastaba
con encajar piezas que caían en la pantalla. Así, abuelos, padres, hijos y
nietos podían compartir la misma obsesión pixelada.
De los arcades al living de la casa
Quienes vivieron los años 80 recuerdan bien el ritual
de juntar fichas y pasar horas en los salones de arcade. Sin embargo, el
verdadero cambio cultural vino con las consolas hogareñas. La Atari 2600 abrió
el camino, pero fue Nintendo la que consolidó la idea de que los videojuegos no
eran solo un pasatiempo de adolescentes.
“La Magnavox Odyssey fue la primera consola doméstica,
pero no fue hasta la Super Nintendo que el mercado se consolidó. Allí se
produjo el salto definitivo de las salas de arcade al uso personal en casa”,
recuerda el académico.
La guerra de las consolas
Desde entonces, la industria ha estado marcada por la batalla
entre gigantes: Sega contra Nintendo en los 90; Sony contra Microsoft desde
fines de los 2000; y ahora un ecosistema donde conviven PC, consolas y juegos
móviles.
Más allá de las marcas, el cambio más significativo ha
sido la exigencia técnica y gráfica. Cada generación promete mejores
procesadores, realismo visual, mundos abiertos cada vez más vastos y personajes
no jugables (NPC) con historias propias.
“El jugador promedio es muy exigente: quiere gráficos
impecables, mapas enormes y experiencias cada vez más inmersivas”, explica el
especialista.
Los famosos “exclusivos” —juegos disponibles solo en
una consola— también han sido un motor clave para que los fanáticos tomen
partido. ¿PlayStation por God of War y Spider-Man o Xbox por Halo y Forza? Esa
discusión ha marcado sobremesas familiares durante décadas.
De la captura de movimiento a la
inteligencia artificial
Si en los 90 la gran revolución fueron los gráficos
3D, hoy el debate gira en torno a las nuevas tecnologías que están moldeando el
futuro del gaming. La captura de movimiento corporal y facial permite trasladar
las emociones de los actores directamente a los personajes digitales, logrando
gestos y expresiones cada vez más realistas.
Pero la estrella indiscutida es la inteligencia
artificial (IA). En palabras del académico de UNAB: “La IA no solo funciona
para dar vida a personajes con diálogos infinitos y adaptables, sino también
para optimizar el rendimiento de los videojuegos a través de tecnologías como
el DLSS, que permite mejorar la calidad visual y escalar resoluciones”.
Además, la IA ya se utiliza en la creación de arte
conceptual, en el modelado 3D, en la generación de texturas y hasta en los
guiones interactivos. Eso sí, el experto recalca que el aporte humano sigue
siendo insustituible: “La clave es entender que la IA es una herramienta, pero
el componente creativo y ético depende de las personas”.
Una cultura global que sigue creciendo
Hoy los videojuegos son más que entretenimiento: son
deportes electrónicos (e-sports) que llenan estadios, comunidades digitales que
traspasan fronteras, experiencias narrativas comparables al cine o la
literatura, y hasta herramientas educativas y terapéuticas.
Lo que comenzó con una paleta que golpeaba una pelota cuadrada en una pantalla, se transformó en mundos donde millones de personas pueden convivir, competir y crear. Desde Tetris hasta Fortnite, desde Mario Bros hasta The Last of Us, la historia de los videojuegos es también la historia de cómo jugamos, nos comunicamos y soñamos.
En este Día Mundial de los Videojuegos, más que celebrar la nostalgia, vale la pena mirar al futuro: un universo donde la tecnología seguirá cambiando, pero donde lo esencial permanecerá igual que en 1972. La magia de jugar, competir, perder y volver a empezar.
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