Son
algunas de las preguntas que el sociólogo Ernesto Ottone intenta responder en
el libro “La Democracia en la Neblina. Un extravío peligroso” publicado por
Editorial Catalonia recientemente.
En
su libro, Ottone reflexiona sobre los dilemas que enfrenta la democracia por el
desarrollo científico y tecnológico, el cambio climático y las amenazantes
pandemias que recalcan el poder y la fragilidad humana.
Para
el sociólogo, la democracia, sistema político que se reforzó luego del término
de la Segunda Guerra y especialmente después de la caída del Muro de Berlín
estaría en dificultades debido a múltiples factores.
El
debilitamiento socioeconómico de sectores medios de la sociedad, cambios
científicos y tecnológicos que crean problemas éticos que la teoría democrática
nunca pensó en enfrentar, el cambio climático; la imperfección y la poca
predictibilidad de la conducta humana y el contrapunto entre una aspiración
ideal de la democracia y la democracia como práctica histórica, son algunas de
las dificultades a las que enfrenta un régimen político que está hecho para
personas unidas por un lazo ciudadano, que otorga un conjunto de derechos y
deberes de los cuales gozar y a los cuales obligarse a cumplir.
Según
el autor, las personas tienden a crearse grandes expectativas con la democracia
especialmente, si vienen de regímenes que han coartado sus libertades por mucho
tiempo y lo que se olvida es que “la democracia no hace a las personas mejores,
más honestas ni más justas. No puede evitar conductas delictuales, mezquinas,
codiciosas o engañosas.
Los
seres humanos en democracia, siguen siendo ángeles y bestias a la vez en
proporciones muy variables. La ventaja respecto a los regímenes autoritarios,
opacos y arbitrarios es que en democracia sus conductas tienen más
posibilidades de salir a la luz, ser conocidas por la ciudadanía, ser
impugnadas y juzgadas si constituyen delito”. Y ese aterrizaje en la realidad
es lo que crea un sentimiento de frustración en los ciudadanos.
Uno
de los grandes desafíos que enfrenta el sistema democrático actual, es la
globalización de la información ya que Internet, vino a cambiar los paradigmas
que en materia de comunicación existían hasta su aparición.
Se
cuestionó todo, desde los modelos comunicacionales hasta la forma en que los
gobiernos actuales deben comunicarse con los ciudadanos y los problemas a los
cuales deben enfrentarse los Estados actuales, son aún más complejos que los
que aparecieron con la sociedad industrial al punto que se habla del gobierno
de la opinión pública.
“Ya
no hay momentos de silencio, en los cuales el pueblo soberano que ha elegido a
sus representantes calla o suspira en espera que los períodos se cumplan y que
las cosas cambien; está siempre opinando, exigiendo, acusando. Muy pocas veces
aplaudiendo”.
Otra
causal de que las democracias estén atravesando una neblina, es que en
múltiples ocasiones se produce una crítica exacerbada a la democracia y
también, exigencias desmedidas de parte de grupos ciudadanos de cosas que este
sistema político no está en condiciones de entregar y que sistema alguno podría
cumplir.
Para
el autor, este sistema si podría mejorar para así, proteger los valores que la
distinguen y que la hacen tan anheladas por todos y sus “instituciones no
pueden seguir existiendo sin entender que la nueva base tecnológica de las
comunicaciones significa una nueva forma de ciudadanía, un concierto de voces
cada vez más amplio y complejo y preservarla hoy, requiere más que nunca un deseo
de democracia, una voluntad de vivir democráticamente.
Finalmente, el autor reflexiona que “no estamos condenados a seguir en la neblina, perdidos y sin orientación. Podemos hacer los cambios necesarios para adecuar la democracia a los nuevos tiempos en que vivimos, sin esperar soluciones mágicas y sueños que terminan en pesadillas para toda la humanidad”.
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