La obra, impulsada por
Fundación Aldea y financiada por el FONDART 2024, se propone revelar cómo una
tradición nacida en Lourdes, Francia, en 1858, ha echado raíces y se ha
transformado profundamente en el contexto chileno.
El estudio recorre la historia
de la expansión global de la devoción a la Virgen de Lourdes, iniciada tras las
apariciones a Bernardita Soubirous y se adentra en cómo sus cinco signos
emblemáticos —agua sanadora, roca protectora, luz de velas, muchedumbre en
procesión y enfermos en busca de alivio— fueron importados inicialmente por las
élites y rápidamente adoptados por comunidades a lo largo de todo Chile.
En los rincones más remotos
del país, centenares de representaciones de la Gruta de Lourdes se mantienen
vivas como santuarios comunitarios. A través de archivos, entrevistas y trabajo
de campo, el libro demuestra que la gruta, antes de ser católica, es un espacio
sagrado.
Heredera del paisajismo
europeo del siglo XIX, esta arquitectura devocional también conecta con
antiguos cultos prehispánicos, úteros simbólicos y refugios sagrados presentes
en distintas culturas.
Más que una simple
importación, la Gruta de Lourdes se ha convertido en un puente cultural y
espiritual. El mundo mestizo americano la incorporó a cerros tutelares,
vertientes y rituales agrícolas, fusionando la imagen de la Virgen con antiguas
deidades de la madre tierra.
Hoy, estas grutas son
escenarios de danzas religiosas, bailes chinos y otras expresiones de fe que
fortalecen redes identitarias y un valioso patrimonio vivo.
“El libro demuestra que las
grutas, antes de ser católicas, son sagradas”, afirma Soledad Díaz de la
Fuente, una de las autoras de la investigación.
Ocho casos de estudio ilustran
esta diversidad: desde la Gruta de Lourdes de Carrizalillo, en Atacama, rodeada
de olivos y vertientes; hasta la de Cay Cay, en Olmué, levantada en un antiguo
asentamiento indígena; pasando por santuarios a la orilla de rutas, enclavados
en cerros con significado mapuche, rodeados de bosques australes o integrados a
la arquitectura chilota.
Cada uno de estos lugares
refleja cómo las claves devocionales de Lourdes se han reconfigurado según la
geografía, la historia y la memoria de cada comunidad.
La gruta no tiene límites no
solo documenta un patrimonio arquitectónico y espiritual, sino que abre una
ventana a la comprensión de cómo las comunidades reinterpretan y resignifican
símbolos globales desde su propia identidad.
Gruta de la Virgen de Lourdes, isla de Llingua, comuna de Quinchao, archipiélago de Chiloé, región de Los Lagos; Santuario Natural Cascada de la Virgen, Puerto Aysén, región de Aysén; Gruta de Lourdes del cerro la Virgen, Chile Chico, región de Aysén y Gruta de Lourdes de Melinka, comuna de Guaitecas, Archipiélago de las Guaitecas, región de Aysén.
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