Tomas Eloy Martínez describió a la Patagonia chilena,
como “el último Dorado”, caracterizado por siglos como un espacio donde todo es
posible o bien, como escribió Ramón Díaz Eterovich en su novela “Correr tras el
viento”, la Patagonia es un lugar que “para venir a estas tierras necesitas de
un pasado para olvidar”.
En el centro de esta suposición estaba que era un
lugar para comenzar una nueva vida luego de vivir abandonos y olvidos.
En la introducción, el autor establece que “la utopía
de crear una historia borrando el pasado hasta volverlo prehistoria caracterizó
las acciones de los Estados colonizadores y colonos en las primeras siete décadas
de la ocupación de la Patagonia.
En el caso de Chile, fue entendido como una expansión territorial
hacia el Sur en donde, el territorio termina en la Antártica. En el caso argentino,
las actividades comerciales de un solitario marino, fueron convertidas en actos
soberanos sobre las costas del Atlántico.
Desde 1520, Patagonia alimentó fantasías europeas con
imágenes de gigantes que poblaban un territorio maldito. Ni el imperio español,
ni Argentina ni Chile consiguieron, hasta fines del siglo XIX, penetrar las
estepas.
¿Cómo fue posible la ocupación chilena y argentina del
extremo sur americano? Esa es una de las principales preguntas que el
investigador Alberto Harambour intenta responder en su nuevo libro “Soberanías
Fronterizas. Estados y Capital en la Colonización de Patagonia (Argentina y
Chile, 1830 – 1922)” que ha sido publicado por Ediciones UACh como parte de su Colección Austral Universitaria de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades.
Basado en una extensa investigación en archivos
regionales, nacionales e internacionales, este libro, analiza
transnacionalmente los procesos que hicieron posible la ocupación argentina y
chilena del extremo sur americano.
El libro cobra especial relevancia en el contexto en que
Chile se prepara para conmemorar el 2020 los 500 años del paso de Hernando de
Magallanes por el estrecho que lleva su nombre. Según la investigación,
este hecho histórico “es importante para España, pero tiene muy poco impacto en
la Patagonia”.
“Por más de 300 años, el Estrecho fue prácticamente
inútil para las comunicaciones globales. Su importancia comienza a mediados del
siglo XIX. Desde esa perspectiva, el 21 de octubre de 1520 es una fecha marginal,
con impacto en el imaginario sobre los gigantes antropófagos, que serían los
‘Patagones. Luego se produce la invención de esta tradición de
conmemoración, que es muy reciente”, señala el autor.
Aunque fundamental para los imaginarios nacionalistas
de cada Estado, los esfuerzos de colonización austral resultaron en sucesivos
fracasos. Todo se transformó en la década de 1880 porque la navegación a vapor
y la invasión ovina desde Malvinas, reprodujo los capitales británicos y cambió
radicalmente el paisaje social, geopolítico y ecológico.
Desde entonces, las soberanías del capital y de los
Estados se constituyeron recíprocamente, erradicando las indígenas. Luego, la
industria lanera favoreció el surgimiento de un movimiento obrero clasista, que
desafió el poder ganadero asociado a los funcionarios nacionales.
Esos ejercicios
de soberanía fueron reprimidos por tropas argentinas y chilenas y con ello se
impuso, hacia 1922, el límite internacional y nuevas delimitaciones sociales.
Insertando la ocupación de Patagonia en el contexto de
la expansión mundial británica, Soberanías Fronterizas relaciona
imaginarios y prácticas coloniales europeas y americanas y propone una
interpretación novedosa, alejada de la tradicional épica empresarial y
nacionalista.
La colonización de la Patagonia, se inserta en el
contexto de la consolidación de los estados chileno y argentino junto con su afianzamiento
territorial y definición de sus fronteras. Para el autor en la Patagonia,
interactuaron tres dimensiones de la soberanía. En primer lugar, la emergencia del Estado
Nacional en el cual, surge la necesidad de diferenciarse del vecino y la de
reconocimiento internacional.
La segunda dimensión es el establecimiento de un
determinado marco jurídico dentro de ese territorio que excluye a otros estados
en la ejecución de los asuntos “internos” y que se realiza a través de personas.
Y la tercera, es la imposición de ese marco jurídico o actuar a las personas
que habitan ese territorio.
Harambour pretendía escribir sobre la colonización de
la Patagonia desde la perspectiva de los no propietarios, los migrantes y
pueblos indígenas. Sin embargo, a medida que su investigación avanzaba, se dio
cuenta que para desarrollar ese relato era necesario volver a mirar la
imaginación imperial, la presencia de los estados chileno y argentino y el
establecimiento de la propiedad estanciera.
Paralelamente, narra los sucesivos fracasos colonizadores,
que ayudaron a mantener sobre ese territorio la idea de un espacio salvaje y
vacío. Todo ello cambiaría, argumenta, con la irrupción ganadera pulsada
por los capitales británicos y la expansión mundial del Imperio, a través de la
navegación a vapor.
El libro comprende desde las expediciones de FitzRoy y
Darwin hasta la violencia estatal y privada que puso fin a la “Patagonia
rebelde” entre 1919 y 1922.
“Este relato se aleja de la tradicional épica
empresarial y nacionalista de la colonización, que la presenta como una Edad de
Oro, de armonía social. Por un lado, aparece la corrupción y el racismo como
elementos claves de la colonización, y por otro la negación de derechos a
los pueblos indígenas, primero, y a los trabajadores migrantes, después.
De hecho, la inaugura el Rey de la Patagonia, José
Menéndez, en 1920, junto al monumento a Magallanes y a sí mismo, en la Plaza de
Armas de Punta Arenas”, aseguró Harambour, quien además recordó que fue la
navegación a vapor la que permitió el uso del Estrecho.
Alberto Harambour Ross (1972), es académico de la
Universidad Austral de Chile e investigador del centro FONDAP-Ideal. Completó
sus estudios de magíster y doctorado en la Universidad del Estado de Nueva
York, Stony Brook. Se ha especializado en historia social y transnacional de
América Latina, y su investigación más reciente aborda procesos de colonización
y resistencia en Amazonía, Chaco y Patagonia.
Es autor del libro Un viaje a las colonias.
Memorias y diarios de un ovejero escocés en Malvinas, Patagonia y Tierra del
Fuego (1878-1898) (2016) y ha publicado más de veinte artículos en
distintos países. Sus trabajos se encuentran disponibles en uach.academia.edu/AHarambour
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