De acuerdo con el portal
www.biografíasyvidas.com, durante su estancia en París perfiló el movimiento
conocido como creacionismo, en el que "situaba al creador artístico a la
altura de un demiurgo capaz de insuflar a su creación un aliento vital tan
poderoso que se podría medir, incluso, con las creaciones de la propia
naturaleza".
Para Huidobro, "el artista no debía
limitarse a imitar la naturaleza (de ahí el título de su manifiesto
creacionista: Non serviam, "no serviré"), sino que debía mantener con
ella una especie de competición en la que podía mostrar el vitalismo de su
propia obra", según la biografía publicada en el sitio de internet.
Urgía a crear nuevas imágenes, con un
novedoso lenguaje poético capaz de romper con todos los niveles de la lengua y
generar también su propia sintaxis.
El creacionismo, este movimiento creado
por Vicente Huidobro, tiene como características esenciales que evita las
anécdotas y descripciones; hace énfasis en los efectos visuales, el uso
novedoso de la tipografía; le permite al autor compararse con un Dios; la
poesía es un instrumento de creación absoluta; el creador genera ideas y tiene
la oportunidad de ser una deidad. Gramaticalmente, el uso de la coma se
consideró obsoleto y fue anulado por el punto y coma y hay un afán de renovar
el léxico.
El año pasado HB Ediciones publicó OPUS 5
del poeta Juan Eduardo Esquivel el que se inspira en el creacionismo para
concebir su obra. Su escritura es el
resultado de una poesía vanguardista, que tiene el dominio de la métrica y es
capaza de tocar diferentes temas, sencillos y nostálgicos y todo, a través de
un lenguaje cotidiano y cercano.
Además, evita las anécdotas y
descripciones innecesarias, hace énfasis en los efectos visuales y utiliza la tipografía
como medio de escritura.
Este libro contiene fundamentalmente
poemas y un ensayo final de Juan Eduardo Esquivel, y el libro es una
aproximación a ese Chile que él, hombre de Santiago, de Ñuñoa, de Viña del Mar
y de Valparaíso, formado en la Universidad Católica sin ser católico, dejó hace
muchos años, pero del cual ha seguido ligado intensamente.
Su ensayo, «Los poetas dispersos», versa sobre aquellos de la llamada diáspora chilena que él ha conocido de lejos, los que solo ha leído, pero también esos que ha tenido cerca y de quienes habla con el cariño del amigo. Y se lamenta: “Los poetas del 60 fueron los sorprendidos por la bestia. Los poetas del 70 fueron reprimidos desde temprano. Y los poetas del 80 recibieron el coletazo, ¿pero muchos de éstos compartieron la lucha con sus antecesores, ¿los casi olvidados y los golpeados? y buscaron caminos alternos para construir su propia identidad, la poesía de la diferencia, la diversidad y la inclusión.”
En esta obra se confunden el poeta, el intelectual y el ciudadano que camina por las calles portando siempre su experiencia y una sólida esperanza.
Ahora bien, aun cuando en sus textos, se puede
apreciar una sincronía con el hombre y lo cotidiano y con el dolor, se aprecia,
en muchos de sus poemas, un exceso de cotidianeidad, que impide que la poesía deje
de estar anclada en el autor impidiendo que estos, alcancen un mejor nivel poético
porque cuando él se despega del yo, su poesía vuela
A sus escritos, le faltan un poco más de
independencia de los referentes para que esté más allá del contexto y despeguen
del papel.
El inicio de la estética del creacionismo,
de la cual el autor de Opus 5 es heredero, se ha fijado alrededor de 1916,
cuando Huidobro viajó por primera vez a Europa y se estableció en París, donde
se vio inmerso en una polémica acerca de la filiación del movimiento.
El poeta francés Pierre Reverdy, quien fue
amigo de Huidobro y con quien publicó la revista Nord-Sud (1917), se
declaraba como el precursor de esta tendencia literaria (él habría sido quien
primero enunciara sus principios) y acusaba a Huidobro de falsificar las
fechas, asegurando que habría adelantado el año de publicación de su
obra El espejo de agua.
La disputa sobrevivió a ambos poetas y
recién vino a apaciguarse cuando Braulio Arenas, preparando las Obras
completas (1964) de Huidobro, diera con una edición bonaerense de El
espejo de agua fechada en 1916, dos años antes de su publicación en
Madrid. Este hallazgo puso fin a una controversia que duró medio siglo.
Entre sus seguidores, se encuentran los poetas españoles Juan Larrea
y Gerardo Diego, quien refleja su ideario creacionista de un «álgebra del
lenguaje» en su Fábula de Equis y Zeda.
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