En Escombros, libro que entronca directamente con
una de las obras más emblemáticas y reconocidas del autor, El
desbarrancadero, Fernando Vallejo narra la llegada de la noche del
mundo, ese tiempo que va desde la agonía de su compañero, el escenógrafo
mexicano David Antón —que coincide con el terremoto que asoló Ciudad de México
en 2018— y su muerte, y el momento actual, marcado por una pandemia que
mantiene en vilo a todo el planeta.
La historia personal del autor, la pérdida de su
compañero de vida de más de cincuenta años y su vuelta a Colombia sirven de
metáfora de la actualidad, un mundo en destrucción en el que el narrador camina
por una ciudad en la que ya solo puede ver fantasmas.
«Desde Cicerón, e incluyéndolo a él, los viejos no han
logrado decir nada definitivo sobre la vejez. No logran contarla. Acaso porque
hace parte de ella el cansancio. El verdadero viejo, digamos uno de cien, está
tan cansado que lo único que quiere es descansar y no hacerle favores a nadie
explicándole cosas.
En Escombros no. El viejo maldiciente de este libro
estará loco, pero lo que dice me deja maravillado. En todo tiene la razón. Le
estoy muy agradecido por su escombrera, se me hace una suma de sabiduría, me
disipa muchas incertidumbres, ya sé lo que me espera cuando envejezca, la
recomiendo ampliamente», Margarito Ledesma.
«Su ira explosiva es tan brillante, tan sonora, real,
sincera, divertida a veces, cruel casi siempre, que su lectura es algo gozoso y
tonificante»., Pedro Almodóvar
La crítica ha dicho:
«El retrato de la decadencia, descrita con su extraordinaria y fluida voz
propia. Leer [Escombros] es sumergirse en sus pensamientos, un cosmos amorfo
donde hay humor y hay saña, violencia y chispazos de bondad, siempre con la
sensación de que transporta su juicio desde lo más hondo de su conciencia al
teclado, sin filtros», Juan Diego Quesada, Babelia
«Late en estas páginas la conciencia y el dolor de un exilio que no es el del
país natal, al que su narrador ha regresado, sino el de la propia vida que este
experimenta como totalmente desprovista de sentido. [...] Vallejo es demasiado
Vallejo para quedarse en el llanto elegíaco [y] está más vivo que nunca en este
libro», Diario Vasco
«Lo recomiendo. Es un autor que no se casa con nadie», Iñaki Ezkerra, El
Imparcial
«Una de las voces más personales, controvertidas y exuberantes de la literatura
actual en español», Jurado del Premio FIL de Literatura
«Fernando Vallejo es tímido, inteligente, cariñoso,
humilde; y también es perturbador, revolucionario, deslenguado, insólito», Juan
Cruz, El País
«El arte de incendiar con letras», Juan Andrés Rodríguez, Wall Street
International Magazine
«Cada libro suyo es un temblor», Winston Manrique, WMagazín
Fernando Vallejo, nació en Medellín, Colombia.
Estudió filosofía y letras en universidades de Bogotá
y dirección de cine en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma. Vivió
gran parte de su vida en México donde dirigió tres películas y escribió la
mayoría de sus libros, algunos de los cuales han sido traducidos a una veintena
de idiomas.
En 2018 regresó a su país donde ha escrito las Memorias
de un hijueputa y Escombros. El gran amor de su vida son los animales
y su única causa es su defensa.
El gran amor de su vida son los animales, y su única causa es su defensa. Es
autor de El río del tiempo (1999), la pentalogía compuesta por Los
días azules (1985), El fuego secreto (1987), Los
caminos a Roma (1988), Años de indulgencia (1989), y Entre
fantasmas (Alfaguara, 1993), además de las novelas La Virgen de los
sicarios (Alfaguara, 1994), El desbarrancadero (Alfaguara, 2001,
Premio Rómulo Gallegos 2003), La rambla paralela (Alfaguara,
2002), Mi hermano el Alcalde (Alfaguara, 2004), El don de la
vida (Alfaguara, 2010), Casablanca la bella (Alfaguara,
2013) y ¡Llegaron! (Alfaguara, 2015).
También ha escrito biografías y los ensayos La
tautología darwinista y otros ensayos (Taurus, 2002), Manualito de
imposturología física (Taurus, 2005) y La puta de Babilonia (2007).
Sus columnas periodísticas, discursos y conferencias están recopilados en Perorata (Alfaguara,
2013).
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