El libro Anatomía del poder ilegal de
Lucía Dammert es un recorrido profundo por las múltiples formas en que el
crimen organizado se ha consolidado como un poder paralelo en América Latina.
La autora no se limita a describir la violencia en abstracto, sino que la
inserta en un entramado histórico, político y social que explica cómo llegamos
a un punto en el que las economías ilícitas compiten con las formales y las
instituciones estatales se ven debilitadas o directamente capturadas.
Su punto de partida es contundente: en las
últimas décadas, América Latina ha concentrado un tercio de los homicidios del
planeta, a pesar de que apenas reúne al 9% de la población mundial. Esta
desproporción, que convierte a la región en la más violenta del mundo, no es un
accidente, sino el resultado de un sistema en el que convergen violencia,
corrupción, impunidad y desigualdad estructural.
La introducción del libro se centra en
mostrar que la violencia no es un fenómeno nuevo, sino que se ha vuelto más
diverso, más territorial y más cotidiano. Dammert relata que desde el año 2000
más de tres millones de latinoamericanos han sido víctimas de homicidio, y que
hoy incluso países antes considerados seguros, como Uruguay, Costa Rica o
Chile, enfrentan tasas crecientes de violencia criminal.
No se trata solamente de asesinatos: la
violencia se expresa en las escuelas, en los hospitales, en los estadios y en
las calles. Es parte de la vida diaria, y en muchos casos se ha normalizado
como mecanismo de resolución de conictos.
La autora presenta testimonios de mujeres
acosadas en el transporte público, estudiantes agredidos en sus colegios y
barrios enteros sometidos a la extorsión, para evidenciar cómo la violencia
atraviesa todos los espacios de la vida social. Desde allí, el libro se
despliega en torno a ocho grandes fenómenos que conforman lo que denomina la
“anatomía del poder ilegal”.
El primero es el narcotráfico, que dejó
de ser un negocio regional para transformarse en un mercado global. Dammert
explica cómo la cocaína producida en la selva amazónica termina en Wall Street,
cómo la marihuana sigue generando disputas entre prohibición y regulación, y
cómo los opioides sintéticos y el tráfico digital han dado paso a una nueva
etapa del comercio de drogas.
También muestra la creciente feminización
del narcotráfico, con mujeres que actúan como correos humanos o vendedoras
minoristas, muchas veces como única alternativa de subsistencia. El narcotráfico
no solo genera violencia, sino que regula territorios, financia campañas
políticas y conecta economías ilícitas con circuitos financieros legales.
El segundo gran fenómeno abordado es la
trata de personas y el tráfico de migrantes, que la autora denomina como “la
esclavitud moderna”.
A través de historias de víctimas y cifras
estremecedoras, Dammert explica cómo miles de mujeres, niñas y migrantes pobres
son explotados por redes transnacionales que prometen oportunidades y terminan
sometiéndolos a la prostitución, al trabajo forzado o al cobro de “peajes” para
cruzar fronteras.
Este negocio mueve miles de millones de
dólares y se nutre de la desesperación y la falta de alternativas de millones
de personas que huyen de la pobreza o de la violencia en sus países de origen.
La minería ilegal ocupa otro capítulo central.
En Perú, esta actividad mueve unos 7.000
millones de dólares al año, y en algunas zonas supera al narcotráfico como
fuente de ingresos para organizaciones criminales.
No se trata solo de extracción clandestina
de oro, sino de un sistema que implica contrabando, devastación ambiental,
explotación laboral y lavado de activos. Dammert advierte que han diversificado
su negocio del polvo blanco al metal dorado, encontrando en la minería una
fuente segura de ganancias.
Algo similar ocurre con la tala ilegal, el
tráfico de especies y la pesca no regulada, actividades que destruyen
ecosistemas, pero al mismo tiempo financian redes criminales cada vez más sofisticadas,
Por otro lado, la extorsión aparece como
una de las prácticas más extendidas y devastadoras para la vida cotidiana. En
El Salvador, hasta un 70% de los negocios urbanos llegó a pagar “renta” a las
pandillas antes de los pactos impulsados por el gobierno.
En
Brasil, las milicias urbanas controlan cerca del 25% de los barrios de Río de
Janeiro y cobran tarifas por seguridad, electricidad, transporte e incluso
acceso a ciertos servicios básicos. En barrios populares, estas organizaciones
se convierten en gobiernos paralelos que administran justicia, imponen reglas y
recaudan impuestos.
Incluso en Chile, donde el fenómeno
parecía lejano, la extorsión ha comenzado a expandirse en los últimos años.
Dammert lo describe como “el precio del miedo”: pagar para sobrevivir.
El tráfico de armas es otra pieza clave
de la anatomía del poder ilegal. Sin acceso a armas de fuego, la capacidad de
intimidación y control de los grupos criminales se vería limitada. Sin embargo,
la región cuenta con fronteras porosas, instituciones corruptas y mercados
ilegales muy dinámicos que facilitan el acceso a armamento.
El libro detalla cómo circulan las armas
en América Latina, desde pistolas hasta fusiles de alto calibre, y muestra el
impacto directo que tienen en la letalidad de los conflictos y en la
imposibilidad de reducir los índices de homicidios. Todos estos negocios
ilegales requieren una infraestructura para hacer “limpio” el dinero sucio.
Por eso, el libro dedica un capítulo
especial al lavado de activos. Así, la autora expone cómo los capitales
ilícitos se insertan en la economía formal a través de bancos, inmobiliarias, empresas
fachadas y, más recientemente, criptomonedas. Habla de un “cripto lavado” que
dificulta aún más el rastreo de los recursos.
Advierte también sobre el riesgo de los
“narco-Estados”, es decir, países cuyas instituciones son capturadas por el
dinero del crimen, hasta el punto de que decisiones políticas y económicas
terminan respondiendo a intereses ilegales.
Lo que hace único al libro es que no se
limita a la descripción de mercados ilícitos, sino que los conecta con un
análisis estructural sobre la crisis de las democracias latinoamericanas.
Dammert identifica cinco factores que explican la consolidación del poder
ilegal: la crisis de representación política, la corrupción endémica, la
consolidación de economías paralelas que superan en algunos casos a las
formales, la naturalización de la violencia como forma de vida y la debilidad
histórica del Estado en amplios territorios.
Cada uno de estos factores se refuerza
mutuamente, generando una “tormenta perfecta” que debilita la gobernabilidad y
amplía la influencia de las redes criminales.
El libro cierra con un epílogo que no
busca entregar fórmulas mágicas, pero sí delinear caminos posibles. Dammert
insiste en que la militarización y la represión masiva pueden dar resultados
inmediatos en términos de reducción de homicidios, pero no solucionan el
problema de fondo.
La verdadera respuesta pasa por fortalecer
instituciones judiciales y policiales transparentes, invertir en educación y en
empleo para reducir el reclutamiento criminal, y diseñar políticas sociales que
devuelvan legitimidad al Estado.
Asimismo, plantea la necesidad de
cooperación internacional, y es que, dado que los mercados ilícitos son
globales, ningún país puede enfrentarlos de manera aislada.
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