El kril (Euphausia superba) es un pequeño
crustáceo muy abundante en aguas antárticas y que constituye la base de la
alimentación de depredadores marinos como peces, ballenas, focas, lobos marinos
y pingüinos antárticos, siendo catalogado por la Comisión para la Conservación
de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA, o CCAMLR por sus siglas en
inglés), en base al conocimiento existente, como “una especie clave del
ecosistema del océano Austral”.
Es precisamente en este contexto que los investigadores Lucas Krüger, Francisco Santa Cruz y César Cárdenas, del Instituto Antártico Chileno (INACH), y Magdalena Huerta, de la Universidad Austral de Chile, publicaron en la revista Ambio un artículo donde evalúan la variabilidad de las poblaciones de pingüinos barbijo y papúa frente a la pesquería de kril y las condiciones climáticas.
“Este estudio fue motivado por la necesidad de verificación de los impactos de la pesquería de kril, particularmente sobre los pingüinos del género Pygoscelis que son muy dependientes del kril y han sufrido reducciones importantes en la península Antártica”, comenta el Dr. Lucas Krüger, investigador de INACH y uno de los autores del texto.
Asimismo, pudieron comprobar que existe
una variación de las poblaciones de pingüinos “que está asociada a inviernos
más cálidos, a menos hielo y a una alta productividad pesquera, es decir, a
años en que la productividad pesquera fue alta y siguió un invierno de baja
productividad y las poblaciones tuvieron reducción en el número de parejas
reproductivas en el año siguiente” y agrega Krüger que esto sirve como soporte
al plan de la CCRVMA de cambiar el manejo de la pesquería indicando que en
inviernos más cálidos las capturas de este recurso deberían ser menores.
Para efectos del estudio revisaron datos históricos de muestreo de kril (antes de 1970 a 2017) y que confirman que la densidad de kril está disminuyendo en ciertos sectores de la península Antártica producto del calentamiento.
Esto se asocia a una menor productividad de fitoplancton y, por ende, hay menor disponibilidad de alimento para el kril, que va a crecer y a reproducirse menos. “Aunque no se tiene claridad si la pesca puede estar contribuyendo a la reducción de la biomasa de kril, es probable que, bajo ciertas condiciones ambientales, esté reduciendo la disponibilidad de kril para los pingüinos”, sostiene Krüger.
Emplearon, además, bases de datos de conteos y estimaciones de poblaciones de pingüinos de la plataforma Mapping Application for Penguin Populations and Projected Dynamics, bases de datos climáticos de la NASA y NOAA, y cifras de pesquería de la CCRVMA.
Como ya se mencionó, la disminución de la densidad de kril puede significar reducciones poblacionales para aquellas especies que son poco flexibles en su alimentación y que se alimentan casi exclusivamente de este recurso, como el pingüino barbijo que sufrió descensos importantes en la península Antártica. “Algunas poblaciones se redujeron en más de 50 % en relación con las décadas de 1980 y 1990”, confirma el Dr. Krüger.
Advierten reducciones drásticas de estas poblaciones en isla Elefante y en las Shetland del Sur, resultados que se sustentan en estudios anteriores. “La reducción es una tendencia más dominante para las poblaciones de barbijo, pero hay poblaciones de papúa que disminuyen, están estables o aumentando.
Por otro lado, en el estrecho de Bransfield y en el estrecho de Gerlache, donde la pesca de kril aumentó considerablemente en la última década, es donde pueden estar más vulnerables a los efectos sincronizados del clima y de la pesca”, describe.
Los científicos presentaron resultados preliminares de este estudio en la reunión de trabajo de Ecosystem Monitoring and Management (WG-EMM) de la CCRVMA realizada el año pasado en Francia. “Nuestros resultados coincidieron con los presentados por investigadores del NOAA (EE. UU.), lo cual elevó la discusión sobre la importancia de desarrollar una nueva forma de manejo de kril, aún más precautoria, en base a la nueva evidencia y que, finalmente, desencadenó un plan para desarrollar una estrategia de manejo de la pesquería de kril en Antártica sobre la que se está trabajando”, comenta el investigador de INACH, Dr. César Cárdenas.
Para Krüger, a futuro será muy relevante comprender las escalas espaciales en que la pesquería de kril afecta a las poblaciones de pingüino, es decir, conocer en qué sectores específicos las reducciones se encuentran relacionadas a un aumento de la pesca o al calentamiento. Concuerda el Dr. Cárdenas y al respecto agrega que “esto le otorga aún más importancia a la propuesta de un área marina protegida en el Dominio 1, sobre la cual Chile y Argentina trabajan desde 2012 y que busca una serie de objetivos de conservación, dentro de los cuales se incluye el kril”. Para Cárdenas, la propuesta también puede servir como una instancia que vaya en conjunto con la nueva estrategia de manejo de pesquería de kril y así conducirla de manera más sustentable, protegiendo los frágiles ecosistemas antárticos.
El INACH es un organismo técnico dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos y tiene entre sus misiones el incentivar el desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la Antártica, el fortalecimiento de Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y promover el conocimiento de las materias antárticas a la ciudadanía.
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