lunes, 8 de septiembre de 2025

Finaliza la gira que llevó danza contemporánea a lugares no capitales regionales

(c) Carla Bustamante Fredes
 Con diez funciones gratuitas ya realizadas en comunas de Ñuble, Biobío y La Araucanía, la circulación de Como un océano de fuego llega a su etapa de finalización, consolidando un proceso que permitió acercar la danza contemporánea a diversos públicos.

La obra, dirigida por la coreógrafa del biobío Lisette Navarratia, ha circulado durante cuatro meses por teatros, centros culturales y espacios escénicos de lugares no capitales de sus regiones, reafirmando la importancia de circular la danza por territorios diversos y abrir espacios de encuentro profundo con el público asistente. 

Para Navarratia, esta itinerancia “sólo refuerza la importancia que tiene el hecho de mover los trabajos que se van creando, en distintos lugares, moverlos a otros territorios del país y no solamente para el público, en este caso específico de la danza, sino que también al público general, a la gente”. Sobre la recepción de los y las espectadoras, la directora comenta cómo la obra logra conmover a públicos muy distintos.

“Yo creo que la obra remueve los estómagos de la gente. Al parecer tiene una sensibilidad que atraviesa generaciones, experiencias. Al parecer es algo bastante humano”, agregando que “es significativo que se haya podido traspasar esa sensibilidad y esa profundidad que, de manera inconsciente tal vez mía, se plasma en estos cuerpos que la interpretan y que estas personas con otros estilos de vidas, de otros lugares, con edades distintas a las del equipo se hayan sensibilizado y se hayan conmovido, para mí eso es muy hermoso”.

Desde la producción, la experiencia estuvo marcada por la emoción y también por los desafíos logísticos. Camila Lara, productora de la circulación, reconoce que “siempre está el temor de que quizás irá poquito público, pero hemos tenido la fortuna de coincidir con equipos de gestores culturales que conocen muy bien a sus públicos y sus comunas, y que trabajan la programación y la difusión de los espacios de acuerdo a las necesidades del territorio.

Entonces, el público que nos ha recibido a lo largo de la gira ha sido un público abierto y participativo, que tiene ganas de ver propuestas nuevas como Como un océano de fuego, y que se anima a participar de la mediación, del conversatorio, y de las propuestas que les llevamos”. 

El recorrido también significó sortear condiciones técnicas diversas y un aprendizaje constante para el equipo: “Los desafíos a mi parecer tienen que ver con que hay que tener una gran capacidad de adaptación en todo sentido; no todos los espacios son iguales, ni convocan a la misma cantidad de personas ni cuentan con los mismos requerimientos técnicos, por lo que para el equipo, cada vez que llegamos a un teatro fue una experiencia

nueva, y es un poco ver qué tenemos, con qué herramientas contamos y qué podemos hacer con ello para que todo ocurra de la mejor forma posible”, comenta Lara, agregando que algunos logros también tienen que ver con eso “afortunadamente, hemos sido capaces de ir ajustando la obra cada vez que se ha requerido, manteniéndonos fieles a nuestra propuesta y atendiendo a las necesidades que se nos presentan”. 

Las voces del elenco coinciden en que la itinerancia profundizó su relación con la obra. Ignacio Godoy valora “la posibilidad de recorrer distintos territorios, conocer distintos teatros, centros y espacios culturales, distintos públicos y a partir de eso, poder conocer en primera persona las distintas experiencias, visiones, reflexiones y sentires que se despliegan en las personas al ver Como un océano de fuego”. A su vez, el intérprete reconoce que uno de los mayores retos fue sostener la energía y disponibilidad corporal necesaria para cada función: “Después de tremendos días de viaje, montaje, pasadas técnicas, pasadas generales, aun así, llegar disponible y energético para la función siempre fue un desafío”.

Al mismo tiempo destaca cómo la itinerancia le abrió nuevas formas de encuentro con la obra.

“Me he sentido más seguro para entrar a escena y también, he logrado encontrar un tiempo de la obra en un tiempo personal super interesante. Creo que eso ha sido bonito de pasarla muchas veces, que se ha dado una simbiosis entre mi propio cuerpo y el cuerpo de la obra y, desde ahí, ha sido mucho más fluido y adaptado y genuino el hecho de interpretarla”, concluye el artista.

Para Fernanda Coloma, cada función abrió un nuevo nivel de vínculo con el público: “Lo más significativo ha sido el encuentro cultural mediado a través del arte.

Pese a que la primera impresión sea que la obra es abstracta, igualmente las personas generan relatos y lecturas, principalmente emocionales, lo que me parece vital e importante, ya que no son tantos los espacios colectivos donde se dé valor a la interpretación emocional y simbólica”.

En paralelo, destaca el desafío de adaptarse a cada espacio y sus condiciones.

Ph. Lokas Juanas 
“Lo más desafiante fue ir adaptándose a cada espacio, con dimensiones, voluntades y tratos distintos y, rápidamente había que adecuarse a ello, hasta modificar trayectos coreográficos in situ, lo que significaba que, al momento de realizar la obra, había que considerar esas modificaciones y para ello había que estar presente e incluso un poco alerta algunas veces”.

Entre los momentos de la itinerancia, Fernanda recuerda la función de Renaico: “donde a la hora de iniciar no había espectadores, por lo que estuvimos a punto de no realizarla. Pero pasado unos minutos llegaron tres señoras y dos niños que quisieron ver la obra. Al finalizar, cuando hicimos el conversatorio tenían harto que decir y agradecer, por lo que resignificó lo valioso que es compartir y entregar la obra siempre que esté la posibilidad”, concluye la intérprete.

Angela Epuyao, por su parte, rescata que el público asistente estuviese compuesto, en su mayoría, por mujeres mayores, quienes pudieron reconocer las emociones a través del cuerpo en escena: “Apreciaron un montón la obra y les mostró rincones de ellas que no siempre se suelen revelar. Me queda mucho en la mente que hablaban harto de la falta de libertad y apreciaban la libertad de los movimientos”.

Sobre los desafíos de la gira, comenta que “lo más desafiante fue el frío, mantenerse calentita y que el cuerpo no se sienta tan mal post función”, dado que la itinerancia se realizó en plena temporada otoño-invierno 2025.

Sin embargo, ese período frío también trajo nuevas formas de habitar la obra para Angela.

 “Siento que habité la obra realmente. Porque atravesarla y vivirla en invierno que es un periodo crudo también, emocionalmente, es sentirse como un océano de fuego y querer explotar pero que no explote. Siento que se logró habitar de lleno y sentir que realmente en nuestros cuerpos está la obra viva, ardiendo”, reflexiona la bailarina. 

Finalmente, la intérprete Francisca Narváez, destaca que la gira fue una experiencia profundamente enriquecedora, tanto en lo artístico como en lo humano. 

Para ella, permitió el crecimiento de la obra y, al mismo tiempo, avanzar en la descentralización de la danza, llegando a públicos muy diversos en lugares lejanos, donde incluso muchas personas pudieron ver por primera vez una obra de danza contemporánea.

 “En todo sentido es una experiencia que nos deja aprendizajes y también ganas de seguir viajando más con la danza, motivación también”, afirma. Al mirar hacia atrás, siente que ese recorrido también transformó su manera de habitar la escena: “Hoy siento que la estoy habitando de una manera más calma, con más seguridad o confianza en toda la obra en sí, en los movimientos, en cada momento.

El poder presentarla tantas veces y conversar con la gente nos permite que el cuerpo se vaya permeando de eso, y siento que eso hace que habitemos la obra de una manera más presente, con todos nuestros sentidos.

Ph. Lokas Juanas 
Finalmente, la obra la habitamos todas y todos quienes estamos presentes en el espacio y creo que cada vez se está habitando con más presencia y apertura corporal y sensitiva”, concluye la bailarina.

De esta manera llega a su fin la itinerancia de “Como un océano de fuego”, un proceso que no solo permitió compartir la obra con públicos diversos de Ñuble, Biobío y La Araucanía, sino que también fortaleció la experiencia del equipo en adaptación, creación colectiva y mediación cultural.

 La gira deja aprendizajes que proyectan nuevas posibilidades para seguir acercando la danza contemporánea a más territorios.

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