“Entendiendo que el museo no es un lugar donde va a comer, no va a beber. Al museo uno va porque le interesa conocer la historia de un pueblo, la historia de Castro, la historia de Chiloé, costumbres y tradiciones.
Entonces es un grupo de personas interesadas en conocer el museo (…). Sin embargo, a pesar de todas esas falencias que existen, porque no podemos admitir a 40 personas adentro, tuvimos más de 4000 personas entre enero y febrero”, explicó el profesor, agregando que, si se compara con años anteriores, previo a la pandemia, hay una merma de 40% aproximadamente, lo que responde principalmente al contexto socioeconómico mundial.
En la misma línea, Alejandro Orellana, funcionario del museo, añadió que durante este año resultó especialmente llamativa la visita de ciudadanos franceses, que siempre lideran la estadística. Tras ellos, se destaca la presencia de turistas norteamericanos, alemanes, argentinos, ingleses, españoles y holandeses.
Felipe Montiel destacó que la gran trayectoria de Francisco Coloane influye en la presencia de franceses en el archipiélago, especialmente porque sus libros son material básico en las escuelas.
“La Patagonia es un lugar que le atrae fundamentalmente al europeo, pero especialmente al francés. Ellos llegan acá buscando esas historias, pasan al museo, consultan y uno los envía a Quemchi, le da algunos datos y llegan al museo de Coloane”.Cabe señalar que la importancia del museo no solo se limita a rescatar la memoria local con una exhibición física, sino que, a través del Centro de Estudios del Patrimonio, se han generado 12 micro documentales que serán entregados este año a todas las escuelas de Castro.
“Tenemos
harto material sobre muchas cosas de Chiloé que son de 10 a 15 minutos. Y eso
es muy bueno porque a los estudiantes es positivo no tenerlos una hora viendo
un documental, sino que son cosas breves. También le sirve al profesor para
complementar sus clases”, explicó.
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