domingo, 19 de marzo de 2023

Lejos de Luisiana: el río como símbolo de vida

 Los ríos son elementos cargados de simbología. El agua es la vida, el río lleva agua que fluye, que se deja ir, que asume el recorrido que le dibuja la naturaleza

En su eterno devenir, el agua de río nos muestra el incesante curso de la vida y la transformación constante en la que todos estamos inmersos.

El río y la civilización humana van de la mano porque históricamente, han sido vías de comercio, actividad estratégica y turismo. A sus orillas se levantaron civilizaciones enteras, inspirado relatos de conquistas, poemas de amor y discursos filosóficos de los más variados. 

Algunos ríos se consideran sagrados y se constituyen como lugares de rituales que ayudan a mantener el equilibrio y sentido espiritual, de poblaciones enteras. Otros atraviesan ciudades y campos para llegar, en la mayoría de los casos, hacia el mar que los atrae y es el destino final para sus aguas llenas de una vida abundante.

También, el río funciona como un generador socializador, como una unión étnico-social o bien, pueden ser obstáculos geográficos, militares y fronteras entre países o poblaciones y como asentamientos que inicia nuevas poblaciones.

En el continente americano, el río Bio-Bio, el Orinoco, el Amazonas, el Magdalena, el Río de La Plata y el Misisipi son algunos de los cursos de agua que han marcado la identidad cultural y social de las poblaciones que se han asentado en sus riberas, siendo de gran importancia para el desarrollo de la historia, de la cultura y de la identidad territorial de las comunidades que viven en torno a ellos.

Y también, se pueden dar esos sentimientos a través del sentido de pertenencia a un grupo o a un país que puede ser el lugar de nacimiento, de crianza o un determinado territorio que lleva a las personas a identificarse con sus compatriotas y con la geografía que los rodea y que determina el carácter y la historia de las personas.

Es el caso del río Misisipi y de su protagonismo en la novela “Lejos de Luisiana” escrita por Luz Gabás y que ganó el premio Planeta 2022 y que combina aventura, historia y amor.

La trama de la novela gira en torno a la historia de Suzette Girard, una joven criolla de Nueva Orleans y el turbulento territorio de Luisiana a finales del siglo XVIII, época en el cual fue escenario de la disputa entre españoles, franceses e ingleses por la posesión de ese territorio.

Además, está la historia de amor entre la protagonista e Ishcate, hijo del jefe de la tribu kaskaskia, en la cual a pesar de que ambos siguen sus caminos, el amor que sienten los hará volver a los brazos del otro, con el imponente río Misisipi como testigo de su pasión.

Por las páginas de la novela, pasan tanto la historia de ese territorio, la de Estados Unidos, la de Europa, entrelazadas con las de Suzette e Ishcate que, en esos tiempos tan convulsos, darán su propia batalla para preservar su amor de las amenazas del mundo que les ha tocado vivir.

Y en medio de todas esas batallas, emerge el río Misisipi, como el camino por el que deberán transitar los personajes, como un signo de esperanza, de volver a creer y de volver a crecer especialmente, de aprender a cruzar a la otra orilla dejando atrás todo aquello que a los protagonistas les impedía ser felices.

Esta novela combina historia, geografía, aventura y el romance en la dosis justa en el argumento, lo que entrega una lectura muy bien anclada en la historia de Luisiana.

Aun cuando la historia atrapa al lector, hay episodios que no aportan mucho a la trama y hacen que la atención a la historia se disperse un poco deseando que las aventuras de la protagonista lleguen pronto a buen puerto. 

Así como ningún río culmina su recorrido siendo igual que en sus comienzos, así las personas evolucionan en un constante fluir y transitar. Y al igual que los ríos, la vida nunca se detiene para regalarnos la vida misma en su navegar en el camino, llenándose de circunstancias. ¿Qué sueños y esperanzas nos conectan con la otra orilla? ¿Cuál es el mar que nos lleva al final del recorrido?

En el caso de Suzette e Ischcate, el río Misisipi fue el telón de fondo en sus vidas, como el paisaje de su existencia, constituyéndose en la geografía de sus historias y en parte de su identidad.

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