Cantos, bailes, flores e indumentarias
llenas de plumas, engalanaron a la comitiva que festejó la llegada de la
embarcación a la playa de Anakena, construida bajo parámetros ancestrales, que
concluyó su último tramo tras 27 días de navegación.
Pasadas las 8 de la mañana de Rapa
Nui --10:00 horas de Chile continental--, el catamarán Kuini Analola finalizó
su travesía y recaló en la playa de Anakena, donde fue recibida con un ritual
tradicional, a cargo de los habitantes de la isla.
El viaje comenzó el 1 de abril pasado,
cuando el catamarán zarpó desde el Muelle Prat de Valparaíso para iniciar su
ancestral travesía de regreso a Rapa Nui, tras permanecer cerca de un mes en el
puerto continental. Sin embargo, el viaje se había iniciado antes, en el sur de
Chile, el 14 de febrero, donde la embarcación navegó por las costas de Quellón,
Calbuco, Ancud, Queule, Valdivia, Lebu y Talcahuano.
La ministra de las Culturas, las Artes y
el Patrimonio, Consuelo Valdés, encabezó la ceremonia de recepción del
catamarán en la isla. “Vine a compartir este momento histórico con la comunidad
Rapa Nui. Esta proeza de viajar desde Chiloé visibiliza y demuestra la vigencia
del patrimonio ancestral de este pueblo por la navegación basada en la
observación, para desplazarse y cumplir con esta misión. Este catamarán también
permitirá que los jóvenes entrenen en este tipo de navegación, para mantenerla
vigente”, dice la secretaria de Estado.
El Kuini Analola está construido de madera
de ciprés de Guaitecas y transporta a una tripulación de ocho personas, entre
ellos seis hombres y dos mujeres, quienes buscan retomar la navegación de sus
antepasados: los polinésicos, quienes navegaban mar adentro con las señales que
la misma naturaleza les entregaba, a través del viento, mareas, el sol, la luna
y las estrellas.
La embarcación fue construida en un
astillero de Chiloé y consideró un encuentro con el pueblo mapuche tras ingresar
por el río Calle Calle, para luego permanecer por cerca de un mes en
Valparaíso. La travesía se hizo con técnicas de navegación y siguiendo la ruta
ancestral, retomando una tradición que se había perdido en la isla.
Este proyecto fue liderado por su gestor,
Lynn Rapu Tuki, quien destacó que desde hace al menos 3 siglos su pueblo no
realizaba un viaje oceánico con técnicas ancestrales. Destacó además que el
objetivo ahora es reconstruir los puentes de interacción cultural entre la
Polinesia y el continente, por lo que ya planifica un próximo viaje a
Tahití.
La iniciativa contó con el apoyo del
Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la Armada de Chile, el
Cuerpo de Voluntarios del Bote Salvavidas, Asimar Quintero, la Universidad de
Valparaíso y agentes privados.
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