“Al leer, es importante no limitarse simplemente a narrar la historia, sino también involucrar al niño en la experiencia. Se pueden señalar las ilustraciones, explorar texturas en libros especialmente diseñados para los más pequeños, nombrar objetos y colores, imitar los sonidos de los animales que aparecen en la historia y variar el tono de voz.
Estas prácticas no solo entretienen al niño, sino que también enriquecen su experiencia de lectura y fomentan su curiosidad”, recomienda la profesional.
“Establecer una rutina de lectura, como por ejemplo antes de dormir, puede ser especialmente motivador para los niños. A medida que comienzan a participar activamente en el proceso de lectura, se puede incentivar su participación alternando turnos, ya sea para leer una página o un párrafo cada uno. Este enfoque dinámico y participativo no solo hace que la experiencia sea más enriquecedora, sino que también crea momentos inolvidables y fortalece el vínculo familiar”, agrega.
Cuando los niños ocupan su propia
voz
“Leer en voz alta también ayuda en lo fonológico, es decir a reconocer, de una forma más óptima, el sonido de las letras, así como también a la comprensión lectora. También, no hay que olvidar que este es un buen ejercicio no sólo para quien escucha sino también para quien narra.
Cuando interpretas a un personaje y usas tu voz para personificarlo, ya sea haciéndola más grave, aguda o cambiándole el ritmo de la narración, ellos adquieren una personalidad; eso es muy motivante y entretenido para niños y niñas, ya que potencia la imaginación, no solo para los pequeños, sino también para los adultos”, puntualiza Mónica.
Otros beneficios de leer en voz alta: los motiva a tener el hábito de la lectura; permite que niños y niñas generen habilidades sociales; favorece la concentración; genera confianza en los menores; se conectan con las emociones; se genera un vínculo entre quien lee y quien escucha y potencia la expresión oral, por lo tanto, la pronunciación.
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