Detenido por su activa militancia en el
gobierno de la Unidad Popular, escribió un conjunto de poemas alegóricos
sobre Latinoamérica y los entregó a uno de sus compañeros de presidio: Fernando
Lanfranco (1950), estudiante de la sede regional de la Universidad
Técnica del Estado (UTE) y dirigente de las Juventudes Comunistas, quien
asumió la misión de poner música a esos versos.
Guitarrista y cantante aficionado desde sus años escolares, Lanfranco dividió
los textos en diez partes y los ordenó como relatos y canciones, a la manera de
las cantatas populares de Luis Advis (1935-2004) que tanto admiraba.
Luego le pidió a Marco Antonio
Barticevic (1952), otro estudiante de la UTE recluido en la isla, que
transcribiera esa música en partituras. Ese proceso duró un par de años,
mientras los tres pasaban también por los regimientos Cochrane y Pudeto y
por la Cárcel Pública de Punta Arenas, antes de ser exiliados y
relegados en diferentes lugares del mundo.
Con ayuda de familiares y amigos, lograron
que textos y partituras salieran de esos centros de detención y tortura y así
se gestó una obra que tardó 50 años en ver la luz.
Nuestra Madre Grande, como se titula, fue estrenada el año pasado en Punta
Arenas, al conmemorarse medio siglo desde el golpe de Estado y ahora, se
podrá escuchar por primera vez en Santiago este miércoles 24 de abril (19:30
hrs.), en el Teatro Aula Magna Usach.
Será interpretada por el Coro Sinfónico Usach y
un grupo de invitados, en un concierto que, además, contempla un conversatorio y
un adelanto de un documental que el realizador Pablo Guzmán prepara
sobre la obra.
Las entradas son gratuitas y se pueden encontrar en
Portaltickets.
Más allá de lo musical, lo principal de
esta obra es la historia que cuenta”
Coro Sinfónico Usach en Teatro Aula Magna. Foto: Mila Belén. |
Sacar la música desde los campos de prisioneros es una
gesta y el recorrido que hicieron esos papeles hasta convertirse en una obra
musical es una historia que había que contar. Después, la música es muy linda”.
En poco más de 35 minutos, la Cantata Nuestra Madre Grande toma
elementos de géneros como la cueca, la refalosa, la zamba y la guajira, que el
coro abordará junto a tres solistas y un ensamble de guitarra, tiple, charango,
tres cubano, zampoña, quena, bajo y percusión.
“Eran ritmos comunes en la época, con la
influencia de la Nueva Canción Chilena. Hay una reminiscencia de Víctor
Jara, Quilapayún, de la misma Violeta (Parra) y de Rolando
Alarcón, porque eran los músicos y escritores que nos llamaban la atención”,
describe Fernando Lanfranco. “Cuando estaba en el liceo, yo tuve un grupo
al mejor estilo de Las Cuatro Brujas y Los Cuatro Cuartos, donde
lo más rico era la armonía vocal, y eso también se traslada a la cantata”.
Para Lanfranco, la cantata también tiene un valor que va más allá de lo
estrictamente musical. “No construimos algo desde la rabia y la revancha, a
pesar del horror que nos tocó vivir: la tortura, el maltrato físico, la mala
salud y alimentación, la constante vigilancia.
En esas condiciones, para enrostrarle el
terror a la dictadura, decidimos construir belleza. Eso nos llena de orgullo y
ahora estamos convencidos de que era importante mostrarlo”- Decidimos construir
esto y dejarlo como una muestra de que la belleza, es posible en las
condiciones más negativas”, explica.
Conversatorio y documental
Andrés Bahamondes. (c) Mila Belén. |
Al finalizar, el Coro Sinfónico Usach interpretará “Tamo
daleko”, una canción tradicional serbia de inicios del siglo XX, que era
conocida entre los inmigrantes que llegaron a la región de Magallanes y
fue cantada por los detenidos en el campo de concentración.
Antes del concierto, Fernando Lanfranco y Manuel Luis Rodríguez participarán de una conversación en la que introducirán la obra y profundizarán en algunos de sus elementos. En la instancia, también participará el realizador Pablo Guzmán, quien mostrará un anticipo de un documental que prepara sobre la cantata.
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