Ese cruce de idiomas y culturas está
presente en Paisajes interrumpidos, el nuevo disco del sello
discográfico Aula Records, dedicado completamente a la compositora y
artista visual Roberta Lazo Valenzuela (Santiago, 1991).
Grabado en diciembre del año pasado en el Teatro Aula Magna
Usach, el álbum ya está disponible en formato digital y próximamente tendrá
una versión en vinilo de diez pulgadas. Las primeras diez copias de esa edición
limitada, además, tendrán un arte elaborado con telas por la propia autora,
quien ya tiene un recorrido en la escena musical europea.
Formada en Chile como compositora, hace nueve años emigró a Alemania y
luego siguió estudios en Noruega y Austria, país donde reside
actualmente. Desde allá ha colaborado con numerosos ensambles y ha publicado
otros tres discos, que abordan la música experimental desde la voz y recogen
influencias de variados géneros. En 2022, de hecho, estuvo nominada a los Premios
Pulsar por Cuchuflí barquillo, pieza que combinaba instrumentos de
percusión y pregones de vendedores callejeros.
“Ahora
sentí que estaba estancada en un tipo de composición, necesitaba un desafío y
extrañaba la colaboración con intérpretes, porque el trabajo de composición es
un poco aislado. Quería tener de nuevo la sensación del instrumento en las
manos, hacer ruido y probar, así que me propuse trabajar para solistas”,
explica desde Lilienfeld, a unos 80 kilómetros de Viena.
A
partir de esa premisa, Roberta Lazo Valenzuela concibió dos obras. La
primera fue Deshielo invernal/Melting winter, escrita para la
flautista Hanne Jones Rekdal, quien relata una caminata por Oslo en
donde se ve una gran cascada congelada que se va derritiendo lentamente.
“Cuando viví ahí, me enfrenté con esta imagen que nunca había visto antes.
La
gente del lugar me contó que cada año era más corto el tiempo en que esa
majestuosa cascada estaba congelada. Así, también empecé a notar ese proceso,
entonces la obra trata de esa experiencia de caminar todos los días y ver cómo
lentamente se iba derritiendo”, relata la compositora. La obra trabaja a su vez
un texto en noruego.
La segunda es Verde degradado/Faded green, interpretada en clarinete bajo
por Anna Koch e inspirada también por un paisaje afectado por el
cambio climático, pero esta vez en Austria. “Cuando llegué a vivir acá,
los inviernos eran mucho más largos y el verano no era tan pesado. Los árboles
y los animales no están acostumbrados a ese nivel de calor y el bosque entero
se ve alterado”, relata. “Mi imagen de esta obra son los pies en la tierra y en
el barro, subiendo una montaña, y la naturaleza agitada”.
En ambas obras, Hanne Jones Rekdal y Anna Koch desarman e
intervienen sus instrumentos, tal como el calentamiento global ha transformado
e “interrumpido” los paisajes a los que alude la música. Al finalizar la
segunda, incluso, el sonido es alterado con agua en el clarinete. “Tiene que
ver con esta idea de que llegas a la cima de la montaña, estás cansado y con
sudor, el calor es abrumador y lo único que quieres es agua. Es un símbolo de
saciar esa sed”, sintetiza.
Collages hechos a mano
“El vínculo entre imagen y sonido es un mundo entero”, dice. “En este caso, quise seguir la idea de no solo tener un vinilo, que es algo tangible, sino que la portada aportara otra capa de significado y tuviese esta misma cualidad de texturas, colores, movimientos y fragilidad. Que fuera algo vivo”.
No fue un ejercicio nuevo. Las carátulas de sus discos Exótic (2022) y Music for evenings (2022) tienen imágenes creadas por la propia Roberta Lazo Valenzuela, mientras que Indoors (2021) fue un cassette editado junto a pequeñas cajas de madera que contenían esculturas de yeso: “Trabajo las dos cosas de la mano, la música y lo visual. Para mí es importante la experiencia de abrir el vinilo y la narrativa que se genera a partir de eso. Creo que le da una capa de significado distinta y casi indescriptible a la experiencia de hacer música”, concluye.
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