Para celebrar el mes de la danza, Teatro La Memoria presenta “La cacería”, el último montaje de Plataforma Mono, colectivo que a partir de este año forma parte de las nuevas residencias del espacio.
Se trata de una pieza de danza contemporánea que resume una cacería interminable de miles de años.
Es el punto de entrada y de salida en una gran
coreografía de lo humano, donde siete cuerpos han decidido representar a la
presa y al cazador como un resumen de la experiencia civilizatoria total: sólo
dejan de ser la presa para ser cazadores y así una y otra vez sin parar, sin
detención desde el éxodo bíblico hasta la migración que hoy recibimos en las
complejas fronteras del pensamiento.
Teatro La Memoria cuenta con el financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través de su Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras.
En palabras del director del montaje, Rodrigo Pérez: “La cacería de la que habla la obra tiene que ver con las grandes cacerías de la humanidad.El hombre describe su propia historia en función de todas las cacerías que ha tenido, desde la sobrevivencia hasta la posesión de territorios, etc.
Por otro lado, se
trata de un trabajo profundamente sensitivo, donde el espectador se sentirá en
medio de una batalla, de esta cacería”.
La obra deambula una y mil veces por la historia de cuerpos sin lugar, consternados, confundidos y al límite del derrumbe.
“Esta es la historia de los pueblos contada una y mil veces, la interminable muerte vista desde muchos cuerpos, la inestabilidad de una comunidad que se devora a sí misma, la irrefrenable sensación de una sociedad que ha fracasado”, plantea el colectivo.
En esta cacería, atravesada por la subsistencia y la persecución, los siete intérpretes conectan sus cuerpos con lo intuitivo, de manera física y psíquica, a través de juegos de participación colectiva que se conectan con lo animal.Todos son cazadores y presas en algún momento, en un juego de roles donde el espectador divagará entre cómo se puede ser cazador y al mismo tiempo la presa.
“Mediante el cuerpo y los afectos, queremos relatar de qué manera como sociedad nos hemos visto expuestos a sucumbir ante nosotros mismos una y mil veces durante décadas. Cómo, a pesar de reconstruir la historia, esta misma vuelve a reconocernos ante la irrefrenable muerte”, concluyen.
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