Liliana Altamar se reencontró con la
novela que escribió en Colombia casi 20 años después. Al leer el texto que
redactó en su adolescencia, se dio cuenta del potencial y cómo en esas páginas
se retrataba como fue ser joven en los noventas.
Una vuelta a las llamadas del teléfono de
casa, a conversar con los papás de la persona con la que salías, coordinar una
salida sin WhatsApp y a escribir cartas a mano.
Esos son algunos de los elementos que
encontrarás en "Los sueños que preferimos callar" de Liliana Altamar,
una novela ambientada y escrita en la Barranquilla de los noventas.
La colombiana, que actualmente viven en el
norte de Chile, detalla que este es un libro que escribió en los noventas y con
el que se volvió a encontrar más de 20 años después. “Siempre me ha gustado
escribir, durante mi vida siempre lo he estado haciendo. Es una forma de
expresar lo que siento”, indicó.
Cuenta que el texto original de “Los Sueños
que preferimos callar" estaba guardado en Barranquilla, junto con las
cosas que dejó en su casa antes de migrar al país. Gracias a una conversación
que tuvo con su pareja tuvo la idea de recuperar su escrito.
“Me lo mandaron por correo. Las hojas
estaban amarillas, había hecho esto hace mucho tiempo en una máquina de
escribir. Mi pareja leyó el libro y le gustó. Él me convenció de publicarlo,
así fue como llegamos a la editorial Trayecto con quienes hicimos esta
publicación", dice sonriendo.
Cuenta que en algún momento pensó en
actualizar la historia, llevarla al 2021, pero que eso le hubiera quitado la
magia y nostalgia de contar cómo era una relación en los noventas. “Siento que
retrata como era todo antes de la tecnología, la manera en que nos acercábamos
a otros. Además, quise plasmar la cultura conservadora y anticuada de la época,
también el lenguaje de Barranquilla en esos años”, señala.
En “Los sueños que preferimos callar”
Altamar nos cuenta la historia de Lissette y Ricardo, dos jóvenes de Barranquilla
que se separan al terminar el colegio. Ella se va a España para estudiar Diseño
de Moda y él se queda cuidando a su mamá. En su ir y venir se volverán a
encontrar años más tarde.
“Gran parte de la historia tiene que ver
con cartas y llamadas a larga distancia. Es como volver a esos tiempos, la
historia es entretenida porque los chicos le pueden preguntar a los padres si
ellos lo vivieron así, por sus recuerdos y está ideal para compartir en
familia”, indica.
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