sábado, 19 de junio de 2021

¿Quién mató al presidente Frei?

 En diciembre de este año, se cumplirán 40 años desde que el ex presidente Eduardo Frei Montalva se internara en la clínica Santa María para terminar con las molestias que le producía una hernia al hiato.

Días después de su intervención su condición empeoró drásticamente y falleció, de manera inesperada, por supuestas complicaciones médicas a las 17 horas del viernes 22 de enero de 1982 a los 71 años desatando dudas sobre la verdad de su muerte.

Oficialmente, el deceso se produjo por una infección bacteriana que habría originado una peritonitis aguda y un posterior shock séptico, pero, dado el contexto que se vivía, su muerte generó sospechas de que había sido asesinado ya que Frei Montalva, se había convertido en un importante foco de preocupación para la dictadura militar

La muerte del expresidente, fue uno de los hechos que más conmocionó a los chilenos en esos años y desde el mismo momento de su fallecimiento, la familia tuvo la convicción de que fue asesinado

Pese a que su partido estuvo dividido a la hora de condenar el Golpe de Estado de 1973, a fines de los años 70, fue tomando una posición única frente al régimen autoritario del general Augusto Pinochet Ugarte, que impuso el orden a punta de violaciones a los derechos humanos, desaparición de personas, restricciones a las libertades civiles y toque de queda nocturno.

Eduardo Frei fue un hombre valiente y arriesgado. Comenzó a recorrer Europa para conseguir respaldo político, para recuperar la democracia. Eran años, en que la Democracia Cristiana tenía un gran peso a nivel mundial y Estados Unidos, empezaba a abandonar a Pinochet. Por lo mismo, Eduardo Frei se estaba convirtiendo en una amenaza para él.

El exmandatario también estaba comenzando a tomar un rol de liderazgo de una oposición, que se movía en la clandestinidad considerando que los partidos estaban prohibidos y, frente al descabezamiento de toda la dirigencia de la izquierda, la DC había quedado en la línea de fuego.

Tanto él como el dirigente sindical Tucapel Jiménez (asesinado en febrero de 1982), pertenecían a la centroizquierda, eran militantes de partidos moderados, contrarios a la violencia política.

Por tanto, eran aún más peligrosos que los dirigentes de la izquierda que estaban presos o vivían en la clandestinidad, con escasas apariciones públicas. Para el régimen, eran un riesgo que no estaba dispuesto a asumir porque tenían la convicción, de que estos líderes podían romper la barrera del miedo del ciudadano común y articular, una oposición inexistente durante los próximos años.

Incluso, Frei lideró un movimiento que intentó denunciar el plebiscito de 1980, con sus intervenciones en la campaña No a Pinochet junto con su discurso en el acto del teatro Caupolicán (conocido como Caupolicanazo). Para muchos, ese fue el momento en que selló su destino.

La represión ya había mostrado su fuerza al asesinar a miles de personas y entre las figuras de mayor connotación internacional, estuvieron el ex canciller Orlando Letelier en pleno centro de Washington;  al general Carlos Prat y su esposa en un barrio de Buenos Aires y el intento fallido de asesinar a Bernardo Leighton y a su señora, en la capital italiana.

Junto con los funerales del presidente Pedro Aguirre Cerda, los del ex presidente Frei fueron de los más grandes que recuerde la historia de Chile.

Pasaron 37 años antes de que se iniciara una investigación judicial, de la cual se hizo cargo el juez Alejandro Madrid que luego de 19 años de investigación, dictó condenas a seis culpables autores y encubridores del delito, entre los cuales se encuentran médicos y ex agentes de la CNI, uno de ellos quien fuera el ex chofer de Frei y que actuó como informante de la policía secreta del régimen de Pinochet.

Y desde el año 1982, ríos de tinta han corrido tratando de reunir y dar sentido a las miles de conjeturas de se desataron con su muerte.

Uno de los últimos libros publicados es “La verdad sin hora. Ocho sospechas - Seis condenados - Un acertijo médico”, escrito por la periodista Lilian Olivares de la Barra y publicado por Editorial Catalonia.

En el libro, Lilian permite que las personas que estaban siendo culpados de las muerte del ex mandatario den a conocer su historia y nos acerquen a su percepción de los hechos. 

Cada testimonio es una historia particular, que se acerca a una recreación de lo sucedido en los días comprendidos entre la primera operación y la muerte del ex mandatario permitiéndole al lector, trasladarse en el tiempo a momentos, a hechos y lugares que vivió y sintió toda una generación de chilenos.

Esta investigación periodística da cuenta de las múltiples verdades, de las luces y sombras que se desprenden del primer fallo. Lo hace mediante un relato ágil, sobre hechos, escuchando las voces implicadas, indagando en fuentes claves, sobre sospechosos y condenados, constituyendo así un libro sobre una verdad a la que parece no llegarle su hora.

El relato de los personajes entrevistados, no solo describen escenas y acciones, sino que permite imaginar los sentimientos, las pasiones e impresiones de los que participaron en este drama relatando experiencias de vida y de muerte.

Lo anterior, ayuda al lector a ubicarse en el momento en que sucedieron los hechos, no solo con la entrega de información, sino que también con haber recogido los sentimientos de quienes entregan su testimonio.

Sin embargo, más que aclarar hechos el libro abre nuevas preguntas. El ex presidente, ¿murió por una negligencia médica o por la intervención de terceros?

Hay preguntas que mientras no exista una confesión, nunca van a tener respuestas concretas, es decir saber quiénes lo hicieron, cómo lo hicieron, cuáles fueron sus verdaderas motivaciones y si hubo personas que tomaron decisiones sobre la vida del ex mandatario.

Este libro, finalmente, deja su huella de tinta sobre unos de los períodos más oscuros de la historia chilena. 

Lilian Olivares de la Barra, es periodista de la Universidad Católica de Chile. Inició una larga carrera profesional en el diario La Segunda, donde fue editora de Crónica, de Temas Especiales, de Investigación y de la edición sabatina.

Se especializó en reportajes en profundidad, sondeando conflictos sociales y perfiles humanos. Desde 2014 se desempeña en la sección Justicia y Seguridad de El Mercurio.

Trabajó como redactora en Revista Paula. Fue editora de la revista Mundo Diners, y editora y conductora en el programa periodístico Detrás de la Noticia en el Canal de TV La Red.

Es autora de los libros El círculo maldito (2003), que trata de la droga en los barrios altos y bajos; Asesinato en el Campus Oriente (2012), sobre el homicidio de Jaime Guzmán; Todos fueron culpables (2014), un dramático relato de una niña boliviana en Copiapó víctima, de la desprotección de las instituciones de la infancia.

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