lunes, 7 de junio de 2021

La vía insurreccional al socialismo y la vía política al socialismo: Un contrapunto trágico

 Según el sitio de historia política del Congreso Nacional, a partir de 1925 hasta 1973, se desarrolló un sistema de partidos políticos con nuevos actores, electoralmente competitivos, dejando de manifiesto la democratización y el conflicto social en el país.

A partir de la década de 1950, la política de partidos basada de manera exclusiva en la temática de las clases sociales, dejó de ser prioridad del sector urbano y se fue desplazando al sector rural, surgiendo así una tercera coyuntura crítica que logró que los partidos políticos no tradicionales, penetraran e influenciaran políticamente y electoralmente en sectores o bastiones antiguamente cooptados por las colectividades de derecha”.

Entonces, durante los años 60 se trató de unir ese sentimiento en una fuerza política que lo representara, en un programa en el que al tratar de determinar qué era lo popular, muchos lo idealizaron, asociándolo con un "hombre nuevo" y con la fuerza que salvaría a la patria.

Por lo demás, lo popular en reemplazo de lo burgués (moderno) como el nuevo protagonista histórico, venía de muchas partes no sólo de las creencias de izquierda, sino también en el pensamiento social cristiano y en diversas otras sensibilidades políticas y culturales, que acogían, de una u otra manera, la llamada "cuestión social".

En 1969 surgió la Unidad Popular.

En el artículo, “La vía chilena al socialismo de Salvador Allende y su relación con la modernidad, Javier Pinedo expresa que “bajo el concepto vía chilena al socialismo,  se agrupa el programa que la Unidad Popular y que, especialmente, Salvador Allende propuso como una "transición", dentro de la democracia y la Constitución política vigente, es decir, aceptando la oposición a sus propios planteamientos, para pasar de una sociedad como la chilena de ese momento, marcada por conflictos económicos estructurales, a una sociedad equitativa y socialmente más justa.

La sociedad chilena que observa la Unidad Popular, estaba marcada por fuertes diferencias sociales, que se manifestaban en una mala distribución de la tierra y de la propiedad en general, bajo acceso al consumo de amplios sectores sociales, ciclos inflacionarios permanentes, endeudamiento externo, alta cesantía. En el plano cultural, en el de las relaciones internacionales, en el educacional, etc., se mantiene las mismas inequidades”.

Así, la Unidad Popular resultó ser un proyecto complejo ya que, por un lado, ofrecía un programa racional y posible, se hace elegir en elecciones libres con posiciones encontradas en su interior. A partir de 1970, cuando se gana el gobierno por medio de elecciones democráticas, en un hecho inédito en la historia de los movimientos políticos de izquierda, estas dos posiciones se encuentran”.

En el libro “La vía insurreccional al socialismo y la vía política de Salvador Allende” escrito por Marcelo Espinoza Chávez y publicado por DAS KAPITAL, plantea esas contradicciones.

“Desde el primer día, hubo dos polos en el gobierno de Salvador Allende. Uno, que sostenía el camino político institucional para realizar las transformaciones revolucionarias que se planteaba como programa de gobierno. Otro, sostenía el camino insurreccional armado, que debía conducir a la revolución socialista.

El autor, explica que “el año 201 se cumplieron cincuenta años del triunfo de Salvador Allende y de su proyecto de gobierno. Por otra parte, siempre sentí la necesidad de contar esta visión personal de ese período de la historia de Chile, que viví como miles de chilenos de mi generación para todos aquellos que no vivieron ese período.

Desde mi punto de vista, la vía insurreccional y la vía chilena eran absolutamente incompatibles, dado que las condiciones de éxito de cada uno de estos caminos transformadores de la sociedad tenían exigencias estratégicas y tácticas diferentes ya que la vía insurreccional carecía de opciones reales en las condiciones del sistema político chileno, de carácter democrático y de larga tradición en la solución del conflicto político por cauces institucionales.

Ambas, vías, eran incompatibles, excluyentes entre sí, lo que, desde un comienzo, generó una pugna tanto al interior como fuera del gobierno entre los partidarios del proyecto del presidente Allende”.

Los que estaban de acuerdo con la vía insurreccional, estaban tanto dentro como fuera del gobierno. Fuera del gobierno, era el MIR y como parte de la coalición gobernante, estaban el PS incluyendo su dirección como el llamado MAPU Garretón y la Izquierda Cristiana (estos últimos, escisiones de la Democracia Cristiana).

En contraste, la vía política estaba representada por el presidente Allende, el Partido Comunista, sectores del PS, el llamado MAPU Gazmuri y el Partido Radical.

Cuando surge la Unidad Popular en Chile, “había un régimen democrático vigente, libertades civiles asociadas, instituciones legitimadas ante la población una sociedad civil organizada que apoyaba y reforzaba la legitimidad del sistema político participando con sus propuestas en una lucha democrática, es decir en Chile, en el año 1970, imperaba un régimen democrático y un sistema político legitimado”.

En ese contexto, no había una guerra, ni derrota militar, ni régimen dictatorial. Tampoco existe un pueblo abrumado por la hambruna, una crisis del Estado o un vacío de poder o una sociedad civil que esté contra el régimen y esté dispuesta a derribarlo.

Sin embargo, al estar su proyecto en minoría en el Congreso, para llevar a cabo su programa de gobierno utilizó decretos leyes de la República Socialista del año 1932 (normativas legales que estaban vigentes) y de una ley dictada el año 1968.

Las leyes anteriores le permitieron hacer requisiciones e intervenciones de empresas dentro de la legalidad vigente pero que de igual manera provocó un conflicto en la sociedad chilena.

Por ello, el presidente Allende necesitó concretar acuerdos que eran rechazados por los sectores que buscaban la vía de la insurrección porque para ellos, la revolución no se hacía a través del diálogo y si no había solución, los conflictos se agudizarían.

Por otro lado, la derecha económica y política no le quiso dar las herramientas legales que le permitieran lograr las transformaciones estructurales en la sociedad chilena. Y los sectores de centro, que no ayudaron a solucionar el conflicto.

A partir de ese hecho, los actores políticos de izquierda se enfrentaron, cada uno desde sus propias concepciones sobre las vías revolucionarias habiendo sido necesario, un esfuerzo por adecuar las estrategias de cada uno a la nueva realidad, en especial de parte de los sectores revolucionarios que no creían en la posibilidad de un triunfo electoral para alcanzar el gobierno.

En esa etapa histórica, se encontraron dos visiones fuertemente estructuradas que buscaban, cada uno por su vía, transformarse en un nuevo orden institucional, cada uno con su propio relato ideológico y que al final, ambas visiones fueron protagonistas de la tragedia chilena de 1973.

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