Mostrar las transformaciones que han
tenido las artes visuales en Chile son el objetivo de la curadora Pía Cordero, al
montar la exposición con las obras de Claudio Correa y Sebastián Preece,
quienes vuelven a reunirse desde el 12 de marzo en la Galería AFA de Santiago (Providencia
1614, piso 2).
La exposición bipersonal “Sin caer en el
espacio”, considera el hallazgo como una pieza clave para la configuración,
conceptual y formal, del trabajo artístico.
Mientras Claudio Correa recolectó residuos
del armamentismo, profesional y artesanal, que se utiliza en la revuelta de la
actual crisis chilena, Sebastián Preece construyó una instalación a partir de libros
encontrados en una antigua bodega, enmohecidos por el paso del tiempo.
En el marco del estallido social, iniciado
el 18 de octubre pasado, cualquiera puede capturar con su teléfono móvil lo que
sucede en el epicentro de este conflicto, o la tensión en las zonas periféricas,
y difundirlo en distintas plataformas.
El conjunto de estas imágenes mediatizadas
va construyendo un relato paralelo a la realidad y la revuelta se vuelve, en
cierta medida, imagen de sí misma. Claudio Correa analiza esa sensación de
escenificación tras recorrer la Plaza Italia (devenida en “Plaza de la Dignidad”)
y sus alrededores, recolectando desechos de esa batalla campal que se libra
casi a diario en Santiago de Chile.
El artista residente en Barcelona elaboró
a partir de estos hallazgos las obras independientes y complementarias: Gif de
plomo y Guerra de juguete.
Respecto al enfoque de estas obras, la curadora
Pía Cordero reflexiona que “la mediación tecnológica de los acontecimientos,
caracteriza de manera acrecentada nuestra relación con el mundo. Bajo esta
condición, las imágenes se han convertido en abstracción provocando, un abismo
entre el ojo que mira a través de la cámara y el mundo que hay delante de
ella».
“Gif de plomo”, es una instalación
lumínica de unas bases de micrófonos intervenidos, que proyectan los culotes de
lacrimógenas y perdigones policiales, pareciendo atravesarlos.
Las proyecciones, generan una breve
animación en torno a los reflejos de los proyectiles, los que mediante
flashazos de luz, emulan el obturador de una cámara fotográfica, sugiriendo analogías
con el disparo de un arma.
En “Guerra de juguete”, el artista dispone
una larga cinta de balas, con más 300 proyectiles, que en su interior contienen
bolitas, o canicas, de vidrio, un elemento que en Chile es usualmente lanzado como
proyectil por los estudiantes en contra de la policía.
Correa, reutiliza las bolitas, como una suerte de kit
de juguetes de guerra, donde contrapone el metal pulido de los proyectiles con
el vidrio abollado de las canicas, para generar un hibrido brillante, que
refleja la luz, contracara de la estética arquitectónica posmodernista de
espejos.
Ambas obras, establecen una continuidad
con otros proyectos recientes de Claudio Correa, en torno a la cosmetización y el
fetichismo de la violencia.
Observador acucioso de la revuelta chilena,
no concentra su obra en denunciar la evidente desigualdad de condiciones en los
instrumentos de combate, sino que, aun considerando esa circunstancia, busca poner
en escena los niveles de agresividad del conflicto.
Armas represivas y reutilización de
objetos domésticos en la resistencia, todo ello conforma en su obra un marco
que relativiza la violencia, situándola en un plano de juego e incluso de
simulacro.
Este escenario suma el elemento simbólico
en arengas, afiches, slogans, performances, registrados y teatralizados en un nuevo
imago mundo de incesante circulación visual.
Pía Cordero acota que “la violencia es
inmovilidad. No es acción, sino coacción; no es alteridad, sino alienación. No
solo es de la carne o de la enervación de la piel, sino también del lenguaje y
de las imágenes. Ante este estado de cosas, es imprescindible preguntarnos ¿Cómo
poetizar la inmovilidad que detiene y destruye nuestra imaginación?”.
Por otra parte, está la obra Papeles
obsoletos, nuevas germinaciones.
En su trabajo artístico, Sebastián Preece suele
realizar exploraciones en terreno entre la naturaleza y las edificaciones;
sitios eriazos, ruinas, refugios abandonados, etc., son algunos de los
contextos que motivan sus investigaciones.
Y esta vez, en un similar registro artístico-
arqueológico, presenta la instalación Libros, trabajo que surge de un hallazgo
de libros encontrados bajo tierra y en estado de descomposición, en las ruinas
de una casa de adobe en el campo, cerca de la ciudad de Los Ángeles (VIII
Región de Chile).
Preece realizaba excavaciones en ese
inmueble, inhabilitado como residencia luego de un terremoto y aprovechado en
parte como bodega. Buscaba allí, ciertas huellas autobiográficas para su
proyecto De Los Ángeles y demonios, modelo de un retrato de familia y fue
sorprendido, por estos ejemplares en distintos idiomas y de temáticas tan diversas
como medicina, poesía y unas actas de la Cámara de Diputados de la República de
Chile, fechadas entre los años ’50 y ’70 del siglo XX.
Luego de catalogarlos y registrarlos
fotográficamente, guardó estos ejemplares en cajas de vidrio y los conservó tal
cual: húmedos, descompaginados, con restos de tierra y a medio destruir por la
presencia de gusanos.
Así los mantuvo durante dos años, bajo un
régimen de riego regular y exposición al sol, permitiendo germinar la
vegetación silvestre impregnada a ellos, transformándose en tierra de páginas. Cuando,
finalmente, suspendió el procedimiento de conservación, los libros se
deshidrataron hasta secarse y resquebrajarse, obteniendo de ellos papeles de
distintos gramajes.
Reunidos en la exposición, los Libros de
Preece conforman micro paisajes e incitan, a explorar analogías entre el
territorio geográfico y el territorio textual.
El artista, acostumbra observar los ciclos
de vida de las cosas. A través de investigaciones de largo aliento, descubre
cómo estas envejecen o se transforman. Remueve física y psíquicamente, la
memoria material de los lugares, hurgando, construyendo y deconstruyendo,
encontrando pistas que pueden ir definiendo lo que finalmente se encarnará como
obra.
De esta manera, en su procedimiento
coexisten pasado, presente y futuro.
“Sebastián Preece nos sitúa
paradójicamente en las interferencias, las ruinas y los objetos en
descomposición, los cuales quedan fuera del relato oficial de la historia, analiza
Pía Cordero. Sus Libros, a pesar de estar convertidos en polvo y pedazos de
papel, se articulan como crítica a la política centralista de Chile, cuya cara
visible es el empobrecimiento y marginación periférica”.
Sin caer en el espacio es un proyecto
financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (FONDART) 2019
y se exhibirá en la Galería AFA hasta el 15 de abril de 2020.
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