La Galería de Arte Montegrande, presenta la exposición “Crónicas
de café & otros dibujos” del artista René Olivares, quien ha sido el
creador de la gráfica del grupo Los Jaivas.
En esta exposición, hace un recorrido por más de 30
años de trabajo presentando dibujos realizados en 8 países del mundo, en los
cuales ha creado sus obras.
Esta exposición estará hasta el 9 de marzo
presentándose en los 2 pisos de la Galería, ubicada en Calle Victoria
Subercaseaux #295, Barrio Lastarria.
René Olivares nace en Santiago de Chile en 1946.
Inquieto y deseoso de conocimiento, a los veintitrés
años viaja a Roma y reside en esa capital algunos meses, pintando.
Posteriormente, será Rapa Nui quien atraerá su atención y viviendo en esa isla,
la libertad del gran horizonte del Pacífico dejándose transportar por las
leyendas de la Polinesia.
Desde sus primeros años, René había comenzado los
especiales viajes por los territorios de la imaginación, recorridos que lo
hicieron rodearse de un mundo secreto, de universos no vistos.
El espacio interestelar se tiñe repleto de estrellas.
Planetas extraños y jamás conocidos irrumpen en las pinturas. Animales
fantásticos pueblan geografías siempre fabulosas, sugestivas.
Si no, simples lagartos que, junto con las piedras,
datan de la prehistoria. Sus visiones transitan por un paisaje donde las
hecatombes, las feroces erupciones de la Tierra o las manifestaciones
incógnitas de algún continente sumergido anidan en los pensamientos de un extraterrestre.
Toda la obra de René Olivares, transita por la
amplitud de las posibilidades que en nuestra imaginación existen.
De pronto, nace un supra lenguaje. Pinceles y lápices
comienzan a verter curiosas e inéditas caligrafías, melosos signos parecieran
hacer referencia a una conciencia sideral que inunda sutilmente el cosmos y a
toda la materia.
Según las palabras de Michel Laborde “El Café Cósmico”,
el café, sentado en mesa, es un acto colectivo. Porque el brebaje que ofrece no
es para borrarse, puesto que despierta los sentidos; contiene alguna esperanza
en la humanidad. Por último, si nos vamos a hundir, será en compañía…
El pintor René Olivares, residente en París, vio las
imágenes de Santiago en los noticiarios de la televisión francesa y necesitó
venir. A sentir, hablar y estar con otros.
Por los cafés de los barrios
Lastarria y Bellas Artes, vino a asomarse al Chile del futuro y en los manteles
de papel del Café Mosqueto, comenzó a dibujar un país que, a pesar de todo, se
abre al cosmos, habitado por perfiles, caras, orejas y miradas, conectadas al
espacio exterior.
Por estas mismas calles anduvieron, un siglo atrás, los hermanos del Grupo de los X, creadores de algo que llamaron “criollismo cósmico”.
Para vivir con los pies en la tierra y la cabeza escrutando lejanos planetas: ¿De allá vinimos? ¿Volveremos?
Pedro Prado, el fundador de los X, escribió en un poema que señala el camino: “Florezco en la soledad, como el espino”. Aunque también le cantó a los hermanos pintores, a los hermanos músicos, a los hermanos escultores, a los que se encontraban en los cafés, los teatros, las exposiciones. Era un tiempo de búsquedas, que, incluso, llevará a Prado a redactor unas “Bases para un Nuevo Gobierno y un Nuevo Parlamento”.
Gabriela Mistral, su amiga, vivía el mismo ritmo; solitaria entre sus cerros, pero de pronto se arrancaba a la bahía de Coquimbo a sumergirse en el bullicio portuario del gentío.
Sístole y diástole, contracción y dilatación, soledad y amistad.
René Olivares lo vive en este barrio, en estos meses; salió de su soledad parisina y se vino a estar con otros, entre el vacío de la plaza y el lleno de La Moneda.
En medio, el Santa Lucía. En los años ’30 del siglo pasado, un cacique escogido venía al blanco edificio del poder, portador de denuncias y demandas. En soledad, al amanecer, se cargaba de energía en el cerro.
Hablar no es hablar, solamente. También es oír, asomarse al otro. René Olivares vino a practicar ese rito antiguo, a oír a la ciudad y adentrarse en sus habitantes para llenarnos los ojos con imágenes cósmicas. Nos da un respiro, esa mirada que es de adentro – Olivares es de aquí-, pero que viene de afuera; es el ritmo de nuevo, el latido, adentro y afuera, aquí y allá, en soledad como el espino o con otros en el café.
Criollismo cósmico decían Los X,, a propósito de ese encuentro de la tierra cercana con los mundos lejanos; “Folklore Celeste”, lo bautizó Olivares.
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