La crisis climática tiene un impacto profundo en todos los rincones del
planeta y los ecosistemas polares no quedan ajenos a esta problemática. La
biodiversidad del Continente Blanco está siendo afectada por varias causas y
una de ellas es la introducción de nuevas especies.Laura Muñoz
Este fenómeno, conocido como "especies invasoras", es uno de los tres principales factores que contribuyen a la pérdida de biodiversidad y, justamente, la diversidad biológica antártica es una de las más pobremente descritas a nivel mundial y esa brecha hace que no se tengan líneas de base asociadas a qué organismos existen allí.
Pedro Murúa, ingeniero acuícola de la Universidad Austral de Chile, doctor en Ciencias Biológicas de la University of Aberdeen (Reino Unido) y especialista en enfermedades de algas, dirige un proyecto de investigación junto a Liliana Muñoz (especialista en enfermedades de oomicetos en moluscos y codirectora del proyecto) a través del Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) titulado “TROYA: Rastreando miembros claves del patobioma eucarionte de comunidades antárticas costeras, con énfasis en parásitos oomicetos”, que tiene como objetivo estudiar las enfermedades de los organismos que viven en el fondo marino del océano Austral.
Esta investigación se enfoca principalmente en pseudohongos y de manera
más específica, en oomicetos, que son parásitos devastadores que afectan a
diversas especies, ya sean plantas o animales. Murúa relata que los organismos
a los que se hace referencia “tienen una importancia sumamente relevante en
agronomía, acuicultura, salud pública y humana a nivel mundial.
En Chile, no representan un gran problema para la salud humana (como en África), pero sí para la agricultura (como el tizón tardío, que afecta a algunos cultivos).
Equipo Pedro Murua en terrenio |
Es común que los parásitos sean vistos de manera negativa, pues se les
asocia con enfermedades y problemas de salud. Sin embargo, cada vez se reconoce
más la importancia de estos organismos en la regulación de las redes tróficas a
nivel mundial. Los parásitos son una parte esencial de los ecosistemas y
desempeñan un papel crucial en la transformación de nutrientes.
El caso antártico de los parásitos es bastante desconocido o, al menos,
está fuertemente concentrado en animales y plantas carismáticas, como los
pingüinos, las ballenas, el kril, etc.
Uno de los métodos más relevantes para esta investigación es aislar y
cultivar parásitos como los oomicetos en laboratorio para estudiar cómo cambian
su crecimiento y su fisiología bajo diferentes condiciones climáticas. También
van a analizar el ADN de muestras de agua y organismos del fondo marino en
diferentes áreas del continente polar y otros lugares del país, para comparar
la composición de patógenos (patobioma) presentes en diferentes hábitats.
El objetivo final de “TROYA” es crear modelos de enfermedades antárticas
en laboratorio que puedan ser utilizados para estudiar cómo se adaptan al frío y
cómo responden al cambio climático. Además, estos modelos ayudarán a entender
cómo los parásitos se conectan con otras regiones más al norte. En el caso de
que está investigación entregue los resultados esperados, se podría “generar un
modelo único en el mundo de oomiceto antártico, incluso el primero que esté
aislado en laboratorio” señala Murúa.
Algas antárticas |
El INACH cumple con la Política Antártica Nacional incentivando el desarrollo de la investigación de excelencia, participando efectivamente en el Sistema del Tratado Antártico y foros relacionados, fortaleciendo a Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y realizando acciones de divulgación del conocimiento antártico en la ciudadanía.
El INACH organiza el Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN).
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