La ficción gótica tiende a poner énfasis
tanto en la emoción como en un tipo de terror placentero, sirviendo como una
extensión al movimiento literario romántico.
Clara Reeve, Ann Radcliffe, Thomas
Beckford, Matthew Lewis, Mary Shelley, Edgar Allan Poe, Charles Dickens, Samuel
Taylor, Coleridge, Lord Byron y Bram Stoker son algunos de los escritores que
han utilizado este género dándole a la literatura universal novelas
inolvidables.
Aprovechando la aceptación de este género
literario entre los lectores, Louis Bayard escribe “Los crímenes de la
Academia”, notable narración cuya trama se ubica en la Academia militar de West
Point en el año 1830 donde la calma de una tarde de octubre, se rompe con el
descubrimiento del cuerpo de un joven cadete colgando de una cuerda. Un
aparente suicidio no es inaudito en un régimen tan severo como el de West
Point, pero a la mañana siguiente, sale a la luz un horror aún mayor. Alguien
se coló en la habitación donde yacía el cuerpo y extrajo el corazón.
Sin respuestas, la Academia recurre a los
servicios de Augustus Landor, un ex detective de policía de Nueva York.
Mientras interroga a los conocidos del muerto, encuentra un ansioso asistente
en un joven cadete intrigante con una inclinación por la bebida, dos volúmenes
de poesía a su nombre y un pasado turbio que cambia de relato en relato. ¿El
nombre del cadete? Edgar Allan Poe.
En medio de un ambiente siniestro y
misterioso que genera inquietud y miedo en el lector, se va desarrollando la
trama en habitaciones frías y oscuras con un narrador en primera persona que
desde que llega a la Academia, advierte que detrás de los asesinatos que se
están produciendo, hay un dolor oculto yque por una situación repentina el
pasado irrumpe en el presente y lo trastorna.
En el relato, el investigador en su
trabajo, cuenta con la ayuda del cadete Edgar Allan Poe, quien, en la vida real
estudio en West Point. Él, a través de cartas, le va contando lo que va
descubriendo en sus investigaciones. Pero al irse involucrando sentimentalmente
con una de los personajes, lo pone en una situación de vulnerabilidad que casi
le cuesta la vida.
El ambiente de la novela es frío, húmedo y
sombrío provocando en el lector sensaciones de miedo, ya que con la llegada del
otoño y del invierno, la falta de luz cobija sentimientos de miedo, indefensión
ante lo que oculta la niebla.
Trabajando en estrecho contacto, los dos
hombres, separados generacionalmente, pero con la misma inteligencia,
desarrollan una relación sorprendentemente profunda a medida que su
investigación los lleva a un mundo oculto de sociedades secretas, sacrificios
rituales y más cuerpos. Pronto, sin embargo, los macabros asesinatos y los
propios secretos enterrados de Landor amenazan con destrozar a los dos hombres
y su recién formada amistad.
En la novela, a pesar del ambiente gótico,
el autor no abusa de los elementos de asesinatos rituales o elementos
esotéricos y los muestra exclusivamente cuando es necesario.
También, muestra al personaje que desencadena la acción, acorralado y aferrándose a cualquier posibilidad de esperanza a través de la investigación aun cuando todas las probabilidades están en su contra, existe esa esperanza que sigue alimentando a todos esos personajes y que lleva a un final inesperado como sombrío.
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