Una variable de gran importancia que constituye una
constante en la aparición de los conflictos es el poder, entendido desde
una óptica más actual como un potencial humano para hacer algo, para conseguir
objetivos específicos e intereses personales, para superar resistencias, para
intentar conducir una situación conflictiva hacia un resultado favorable a los
intereses propios, etc.
La utilización del poder puede determinar, entonces,
tanto el surgimiento del conflicto como el posterior desarrollo del mismo, aun
cuando puedan existir otras motivaciones en la aparición de las disyuntivas.
Por otra parte, a lo largo de la historia de la
humanidad siempre ha existido esta dualidad entre conservadurismo y
liberalismo, es decir, entre aquellos que tratan de mantener el statu quo oponiéndose
a los cambios y aquellos que son partidarios de introducir cambios que mejoren
la calidad de vida de toda la población.
En el artículo anteriormente señalado se estipula que
“el cambio de paradigma ético-social que la Revolución Francesa supuso, -de lo
jerárquico a lo igualitario, de lo heroico a lo utilitario, del apego afectivo
hacia el pasado al entusiasmo por la construcción de un futuro racional-, es lo
que produce y acota la respuesta conservadora. El conservadurismo, por lo tanto,
es, desde sus orígenes, "reactivo", genera "contra- conceptos"
y subrayarlo es, probablemente el principal acierto de Mannheim al analizar la
mentalidad conservadora.
En este sentido, el conflicto puede ser entendido como
una regeneración de las sociedades humanas (Morín, 2005), lo que conduce a que
el conflicto no solamente es un factor de distorsión, sino que incluye también
el germen de la paz. Por tanto, el conflicto posee tanto la vertiente de crisis
como la de oportunidad de cambio, tanto la idea de enfrentamiento como la de
mejorar situaciones y relaciones, lo que convierte a los conflictos en procesos
que pueden conducir a distintos resultados según sean su desarrollo.”
Es el hilo conductor del tercer tomo de “El Secreto de
los Próceres”, escrito por Erwin Ramdohr y editado por la Sociedad de
Escritores de Chile.
En este tomo, el autor, con una buena pluma, conduce
al lector a través de la historia de Chile situando este relato, en la llamada
década de la anarquía y nos la cuenta por medio de la historia de dos hombres
que, a pesar de estar separados por sus diferencias sociales, los une la
amistad y el deseo de la libertad y desarrollo de su pueblo.
En este tomo, el autor nos muestra la formación de la
clase media en Chile y como se va enfrentando a una aristocracia decadente que
ve como, sus antiguos privilegios desaparecen de manera inexorable y que
utiliza todo lo que tiene a su alcance, incluso el odio, para destruir lo que
“lo amenaza”.
En esta novela, como en las dos anteriores, la
narración ayuda a entender el contexto histórico, mostrando un cierto aire
cansino en la vida de los personajes y vemos como poco a poco, los actores
principales de del proceso emancipador van cediéndole el lugar a otros
protagonistas como Ramón Freire, Manuel Blanco Encalada, Francisco Antonio
Pinto, Andrés Bello, José Joaquín de Mora, Isidora Zegers, José Zapiola, Carlos
Drewetke, Francisco Bilbao, José Victorino Lastarria, Hermógenes Irisarri, Juan
Bello, Manuel Antonio Matta, Aníbal Pinto, Diego Portales y tantos otros que
empezaron a forjar la identidad nacional republicana.
El autor, narra estos acontecimientos valiéndose de
Luis Manuel García-Lazcano, un aristócrata masón y su fiel secretario y amigo
Juancho, que recorren la vida por caminos separados por sus diferencias
sociales y al mismo tiempo unidos por la amistad, la lealtad y por un mismo ideal: la libertad de su pueblo
y en toda la trama, se le revela al lector, el enfrentamiento entre los
pipiolos-liberales y los pelucones- conservadores que buscaban borrar la participación
de los masones, especialmente, en el proceso independentista.
Como buena novela histórica la trama, a esos personajes tan lejanos del presente, los vuelve cercanos entregando al lector una historia cotidiana, más común y cercana a las penas y alegrías de todo el mundo.
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