Este viernes 14 de marzo a las 19 horas, el Museo de
Historia Natural Río Seco (Avenida Juan Williams 012812, Punta Arenas, Región
de Magallanes y la Antártica Chilena), será el escenario de una nueva
presentación de la obra, escrita por el historiador Alberto Harambour.
El texto presenta una nueva mirada sobre la historia
de la Patagonia, la colonización en América y la expansión de los estados desde
una perspectiva regional y transnacional.
Comprender una relación de imaginarios y practicas
coloniales europeas y americanas a través de una interpretación novedosa y
alejada de la tradicional épica empresarial y nacionalista es parte del trabajo
que presenta el historiador Alberto Harambour en la obra Soberanías Fronterizas. Estados
y capital en la colonización de Patagonia (Argentina y Chile, 1830-1922).
Publicado por Ediciones UACh en el año 2019 y rápidamente
agotado, el libro será relanzado este viernes 14 de marzo a las 19 horas en el Museo
de Historia Natural Río Seco, en Punta Arenas.
La obra fue distinguida con la mención honrosa de los
premios a los mejores libros en Ciencias Sociales del año 2020 del Southern
Cone Studies Section perteneciente a la Latin American Studies Association
(LASA), y el año 2021 fue seleccionado por el Programa de Adquisición de Libros
del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Con ello, se encuentra disponible
en cientos de bibliotecas públicas
Harambour, quien es investigador del Centro de
Investigación Dinámica de Ecosistemas de Altas Latitudes (IDEAL) y académico de
la Universidad Austral de Chile (UACh), asegura que la motivación que le
impulsó a escribir sobre la colonización de la Patagonia desde una perspectiva
de los Estados y el capital proviene de la misma historia de la Patagonia, la que
ha sido tradicionalmente contada desde la visión de los estados y de los
propietarios de la tierra, hecho que según explica pocas veces se reconoce abiertamente.
“En este libro me propuse analizar cómo es que
Argentina, Chile y los capitales británicos llegaron a hacerse propietarios de
un inmenso territorio que hasta su desembarco había sido dominio de otras
naciones, indígenas e independientes.
Nada muy novedoso en cuanto a que aborda la formación
de los estados y del capital, pero si en cuanto a que no se hace eco de la
perspectiva clasista del nacionalismo de Estado y del capital”, aseguró.
Asimismo, el historiador aclaró que con esta
investigación se propuso comprender aspectos de estructura para trabajar luego
sobre experiencias sociales, libres y diversas, y por tanto más complicadas de
abordar.
“Hay trabajo para muchas y muchos y para mucho
tiempo”, recalcó, “pues la historiografía tiene muchas deudas, especialmente
con las mayorías sociales: mujeres, chilotes, trabajadores migrantes”.
Entre los desafíos que enfrentó la investigación el
autor señala como el principal “el darse cuenta a tiempo que podemos estar
repitiendo lo que otros dijeron, especialmente lo que dicen y hacen quienes
acumulan mucho poder. Poder de decir, a través de la historia y de los medios,
o de hacer, a través de las empresas o del Estado. Es un desafío escuchar otras
voces, que apenas se escuchan, que hablan de las experiencias de la mayoría de
las personas, con historias que no han sido muy recogidas en la historia.
En este mismo sentido, siempre es un desafío
recordarse que la vida del Estado nacional es históricamente muy reciente, que nada
indica que su sobrevida vaya a ser muy más larga, y que la vida humana y no
humana es anterior a este accidente”, asegura.
En más de 300 páginas, Soberanías Fronterizas destaca
cómo Argentina y Chile llegaron a ejercer su soberanía en la Patagonia y el rol
que tuvo el capital privado en la configuración del territorio.
Desde esa perspectiva, el investigador destaca el
papel que tuvieron las ovejas traídas desde Malvinas, criadas en Patagonia y
vendidas a Gran Bretaña.
“Estas permiten
que Argentina y Chile hagan propio el territorio que seguía siendo kawésqar,
selknam, yagán y tehuelche en la década de 1870. Esa es la tesis central del
libro. Chile había apenas ocupado un punto pequeño, aislado y pobrísimo hasta
entonces.
Es la oveja la que coloniza, se expande y desplaza, la
que mata. No la oveja, los dueños de la oveja y los que les entregan a ellos una
tierra que no les pertenecía para la crianza de la oveja, basados en criterios
racistas.
No es nada muy novedoso, ni muy ocurrente: la oveja de
Patagonia en esa misma época se llama caucho en el Amazonas o madera en el
Chaco, y sus efectos viven hoy en la propiedad de la tierra, en la pobreza de
las y los habitantes originarios de este territorio y los desplazados de otros,
en la discriminación contra los chilotes o el machismo y la invisibilización de
las mujeres.
Todos esos procesos tan presentes son parte del legado
de un proceso colonizador con características específicas. La colonización
comienza en un momento determinado, pero nadie puede decir ‘y tal año se acabó’,
no. Persiste y se reproduce”, aclaró.
¿Qué indicios de ese proceso se pueden apreciar hoy en
día en la dinámica existente en el territorio patagónico?
“El colonialismo de los países latinoamericanos, como
el imperialismo de los estados noratlánticos, nunca se presenta como una fuerza
destructiva. Siempre lleva consigo una gran promesa: la de ser portador del
desarrollo y llevarlo hasta donde territorios distantes y presuntamente pobres.
Y después de 20 o 50 o 100 años parte dejando tras de
sí devastación. Las promesas de futuros luminosos hay que mirarlas con profunda
desconfianza, especialmente cuando la única idea es extraer algo para venderlo
a los países ricos. La burbuja del hidrógeno verde, que ya ha empezado a
reventar, dejará tras de si un grueso volumen de promesas rimbombantes.
Cuando instalaron las primeras turbinas de viento en
Comodoro, el 2000, un gobernador indicaba que Patagonia sería el Kuwait del
siglo XXI (lo decía como algo positivo). Hoy, esas turbinas están en el suelo.
Más allá de las promesas de ganancia fácil, o más acá, mejor, la urgencia que
plantea la crisis mundial supone crear algo que nos permita vivir y producir
mejor, consumir y competir menos”.
“Estoy agradecido de la acogida que han brindado las y
los creadores de este espacio museal a investigaciones de las más diversas
disciplinas y a iniciativas de otras tantas comunidades. Han levantado, además
de un lugar hermoso en sí mismo, un punto de encuentro diverso y, por eso
mismo, que alimenta y enriquece a quien por allí pasa”.
Sobre las conclusiones que presenta el libro,
Harambour asegura que en él se “expone una documentación muy amplia que,
espero, puede permitirle a quien lo lea sacar sus propias conclusiones.
Me gustaría sugerir una reflexión amplia: que la vida
tiene valor en sí misma, no en función de un modelo cultural o extractivo
particular, y puede resistir y crear alternativas, casi siempre”, concluyó.
Soberanías Fronterizas se encuentra disponible en el catálogo de Ediciones UACh. Más información en el siguiente enlace en http://bit.ly/3Dyh9hc Este libro y otras obras del autor se encuentran disponibles gratuitamente en https://uach.academia.edu/AHarambour
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