Ahí estaba la dedicatoria a un personaje que el compositor admiraba a la distancia.
Es más, la obra se iba a titular directamente Sinfonía Bonaparte, pero cuando Napoleón se coronó emperador, el entusiasmo se transformó en ira y desilusión.
Finalmente, la sinfonía se publicó con una dedicatoria a “la memoria de un gran hombre” y desde entonces ha sido conocida con el otro rótulo que le imprimió Beethoven: la “Heroica” o, en italiano, la “Eroica”.
Cuando se hace este ciclo, hay dos
sinfonías que marcan un nuevo peldaño en el desarrollo de Beethoven: sin
dudas, la Tercera y la Quinta”, advierte David del Pino
Klinge, director titular de la Orquesta Usach. “Sin olvidar que todas
aportan cierta novedad, la Tercera es una bisagra importantísima. En
ella aparecen muchos nuevos elementos, de diversos tipos, en la historia de la
sinfonía”.
El primero es el más evidente: con cerca de una hora de duración, la “Heroica” marcó
una ruptura con las sinfonías que hasta entonces habían modelado Wolfgang
Amadeus Mozart (1756-1791) y Joseph Haydn (1732-1809), mucho más
breves. Otros son más específicos: es la primera vez, por ejemplo, en que la
orquesta incorporó tres cornos, que ahora podían utilizarse armónicamente y
adquirían un protagonismo mayor.
Más allá de todo eso, fue una composición que definió a un nuevo tipo de autor:
“Beethoven ya no es solo un compositor, sino que es un artista
comprometido con su época. Es un crítico de la sociedad, que observa y se
entusiasma con los ideales de la Revolución Francesa”, detalla David del
Pino Klinge.
“El primer movimiento está lleno de energía y contrastes, es un Beethoven exultante. Si no existiera la Novena sinfonía, el tema del cuarto movimiento sería su himno más famoso. Es la aparición del compositor, por primera vez, como un protagonista involucrado completamente con la música”.
Rietz, una apuesta distinta
La Orquesta Usach abrirá el quinto concierto de su temporada con
la Pieza concertante para oboe y orquesta, de un compositor alemán que
desarrolló su obra justo en el periodo posterior a Beethoven: Julius
Rietz (1812-1877), quien hiciera carrera como cellista y director en
Berlín, Düsseldorf, Leipzig y Dresde.
La obra será interpretada por Diego Agusto, solista de la Orquesta
Usach desde 2013, quien ya antes ha abordado conciertos de autores
barrocos, como Johann Sebastian Bach (1685-1750) y Antonio
Vivaldi (1678-1741), de clásicos como Wolfgang Amadeus Mozart y
de compositores que cruzaron hacia el siglo XX, como Ralph Vaughan
Williams (1872-1958) y Richard Strauss (1864-1949).
“Esta vez tenía muchas ganas de hacer una obra del periodo romántico”, explica.
“Creo que siempre hay que estar en la búsqueda e innovar con cosas de calidad,
que no se acostumbran a hacer en todas las orquestas. Tengo 32 años y nunca he
escuchado esta obra en Chile. Siempre se hace Strauss, Mozart, conciertos
barrocos, así que yo quería hacer una apuesta distinta”.
Profesor de oboe en la Universidad Mayor y la Fundación de
Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI), Agusto indica que el
repertorio romántico para el instrumento es limitado y apunta algunas de las
características de este Konzertstück:
“Hay momentos hermosos en las sinfonías de Brahms, por ejemplo, pero no se hizo mucho cómo concierto”, señala. “Es una obra en la que hay muchos contrastes, con partes amplias y sonoras, muy propias del Romanticismo. Además, Rietz hacía transcripciones para Felix Mendelssohn (1809-1847), revisaba su música antes de que fuera publicada, y hay una influencia total de él”, concluye.
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