Por el Dr. César Cárdenas investigador
Instituto Antártico Chileno (INACH)
La zona occidental de la península
Antártica es una región bastante particular por varias razones, incluyendo ser
una de las zonas del planeta, después del Ártico, que ha evidenciado los
cambios ambientales más fuertes en las últimas décadas.
El aumento de la temperatura del aire y
del océano han producido una serie de otros cambios físicos a lo largo de la
península Antártica occidental (PAO), entre los cuales se incluye la
disminución del hielo marino en cobertura y duración, incrementos en la
precipitación, derretimiento y retroceso de muchos glaciares, especialmente en la
parte sur de la PAO 1.
A esto se suma que es el área que, por su
cercanía a Sudamérica, agrupa una gran cantidad de actividades antropogénicas
que incluyen ciencia, logística, turismo y extracción de recursos. En este
último punto, la pesquería de kril es la principal actividad extractiva en esta
zona, llegando a extraerse cerca de 400.000 toneladas por temporada en los
últimos años.
Si bien las capturas han aumentado en los
últimos años, la gran problemática que enfrenta la Comisión para la Conservación
de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) no es cuánto se está
extrayendo, sino dónde y cuándo.
Algunos cambios en la operación de la
flota sumados a los cambios ambientales (por ejemplo, alza de temperatura y
disminución de la cobertura del hielo marino) han permitido acceso a las zonas
de pesca por más tiempo, aumentando así la concentración de capturas en tiempo
y espacio, en zonas que coinciden con la presencia de importantes poblaciones
de animales que dependen de este crustáceo, como son pingüinos, focas y
ballenas (las que han experimentado una notable recuperación en las últimas
décadas luego de la prohibición de caza).
Esto último aumenta el riesgo de potencial
competencia por recurso entre la pesca y los animales que dependen del kril.
Por su característico principio de
ordenación basado en lo ecosistémico (que no excluye la explotación de los
recursos, siempre que sea hecha de manera sostenible y tenga en cuenta los
efectos de la pesca en otros componentes del ecosistema), las Áreas Marinas
Protegidas (AMP) en el área de la Convención no necesariamente están destinadas
a prohibir la pesca, sino que al contrario pueden ser establecidas para
proteger diversos objetos de conservación, tales como especies, procesos,
ecosistemas, entre otros.
A su vez, el establecimiento de áreas
cerradas a la extracción (no-take), además de proteger a un determinado recurso
(como el kril), también pueden ser de gran utilidad para realizar comparaciones
con áreas en donde sí se pesca, a fin de evaluar los potenciales efectos de las
actividades humanas y diferenciarlos de aquellos producidos por la variabilidad
ambiental. Las especies antárticas han evolucionado en un entorno caracterizado
por ser muy frío y estable y las AMP pueden otorgarles mejores oportunidades
para adaptarse a un ecosistema presionado actualmente por fuertes cambios
ambientales al no haber allí actividades humanas.
Por ello, desde el año 2012 Chile y
Argentina trabajan en conjunto en una propuesta para establecer una AMP en la
zona de la península Antártica y sur del arco de Scotia (Dominio 1 de CCRVMA).
En su primera etapa, el proceso incluyó el desarrollo de talleres con expertos
internacionales para definir los objetos de conservación, sus porcentajes de
protección y qué datos científicos estaban disponibles para realizar una
planificación espacial para la protección de las especies y los ecosistemas de
la zona.
Basándose en el estándar de CCRVMA sobre
el uso de la mejor ciencia disponible, se definieron 146 capas de datos que se
utilizaron para proponer, en la reunión de 2017, áreas prioritarias de
conservación (APC) y una propuesta preliminar de AMP (SC- CAMLR-XXXVI/17, 18),
a fin de otorgar protección adicional a:
• Ambientes bentónicos y pelágicos representativos,
• Procesos ecosistémicos bentónicos y
pelágicos de gran escala,
• Áreas importantes para el ciclo de vida
de especies zooplanctónicas, incluidas áreas de reproducción del kril
antártico,
• Zonas importantes para estadios del
ciclo de vida de peces (especialmente las especies que fueron sobreexplotadas
en el pasado),
• Distribución de mamíferos marinos y aves
durante estadios claves de su historia de vida, y
• Hábitats bentónicos únicos o raros.
Finalmente, en 2018 se presentó
formalmente la propuesta para el establecimiento de una AMP en el Dominio 1
(CCAMLR-XXXVII/31) a través de una Medida de Conservación (medidas oficiales
usadas por la CCRVMA para fundamentar la conservación de los recursos vivos
marinos antárticos y la ordenación de las pesquerías en el océano Austral) (2)
y luego en 2019 se presentó una versión revisada de la MC.
Seguido a la presentación formal el 2018,
durante la misma reunión se determinó establecer un grupo de trabajo
electrónico (e-group), iniciativa pionera en los procesos de propuestas de AMP
en la CCRVMA, para que las partes interesadas, incluyendo científicos y
miembros de la industria pesquera y organizaciones no gubernamentales (ONG),
participaran abiertamente en las discusiones de los aspectos científicos de la
propuesta (CCAMLR-38/25 Rev. 1) en base a lo cual en la reunión de octubre de
2019 se presentó una propuesta modificada, la que tampoco alcanzó el consenso
necesario en la Comisión para su adopción y establecimiento (3).
Dicha propuesta establece áreas en donde
se puede pescar kril (Krill Fishery Zone, KFZ) de acuerdo a las MC establecidas
por la Comisión. También establece zonas de protección general (General
Protection Zone, GPZ) en la parte norte de la Península que protegen varios
objetivos de conservación (SC-CAMLR-38/BG/03) que incluyen, por ejemplo, la
protección de áreas importantes de reproducción de peces y también de forrajeo
en época reproductiva de pingüinos barbijo, antártico y adelia, dentro de las
que destacan importantes colonias ubicadas en la parte norte de la Península.
En el sur también comprende otra área de
protección general de gran tamaño, que protege zonas importantes en el ciclo de
vida de kril e incluye zonas como bahía Margarita, que posee un complejo
ecosistema por sus particulares características oceanográficas.
La nueva propuesta fue modificada en base
a nueva evidencia científica, discusiones en los grupos de trabajo de la CCRVMA
como también a través del e-group, incorporando así, por ejemplo, aumento en el
área de la GPZ del sur de la Península y simplificación del modelo para
permitir la redistribución del esfuerzo pesquero en el área norte, para evitar
un aumento mayor en la concentración espacio-temporal de la flota pesquera de
kril que pudiera tener efectos sobre los depredadores y el ecosistema en
general.
La propuesta AMPD1, por la complejidad del
área en cuestión en términos ambientales, científicos, geopolíticos y de
intereses pesqueros, ha sido objeto de largas discusiones en los últimos años,
no habiéndose podido hasta la fecha llegar a consenso para su adopción.
El proceso desarrollado por Chile y
Argentina ha sido destacado en la literatura especializada (Sylvester &
Brooks 2020) como ejemplo de liderazgo y fuerte colaboración científica por ser
un proceso transparente, abierto y colaborativo, que puede transformarse en un
modelo a seguir para otros procesos paralelos que se desarrollan en la CCRVMA.
Cada vez se aprecia una mayor conciencia de la importancia de establecer AMP en lugares clave para la vida en nuestro planeta, algo que nos da esperanza para que un futuro no muy lejano se logre el consenso para establecer esta nueva AMP en la Antártica y así proteger aún más los frágiles ecosistemas de la zona y a la vez asegurando el uso racional de los recursos en el océano Austral.
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