A través de un comunicado de prensa, el
Grupo Planeta ha dado a conocer la novela ganadora del premio Biblioteca Breve 2025
que recayó en la novela El vuelo del hombre,
del periodista y crítico musical Benjamín G. Rosado.
La presente convocatoria del Premio
Biblioteca Breve 2025 ha transcurrido durante un año de crecimiento de los
índices de lectura y de consolidación del sector del libro en España,
considerado por medios especializados como el de mayor dinamismo y mejor comportamiento
después de la pandemia en comparación con otros países europeos.
El jurado integrado por Pere Gimferrer, Miguel
Ángel Hernández, Jesús Carrasco y la librera Almudena Amador presidido por Elena
Ramírez decidieron por unanimidad entregarle el premio a El vuelo del hombre
porque es una novela llena de peripecias, una investigación literaria que no da
sosiego al lector, un libro sobre libros y sobre el poder de la ficción para
transformarnos la vida. Con ella, Benjamín G. Rosado debuta como novelista como
un osado narrador que bebe de una tradición literaria de grandes fabuladores,
como Auster o Bolaño”.
Elena Ramírez, directora editorial señala
que “estoy segura de que estos dos excelentes noticias, y el efecto llamado de
la magnífica acogida que tiene la novela ganadora de este certamen, ofrecen un
contexto adecuado para explicar el importante incremento de participación de
este año, un 49% más que el año pasado.
La mitad de los 1.156 manuscritos
recibidos proceden de España, casi un 5% de otros países europeos, un 6% de
Estados Unidos y casi el 40% de América Latina, siendo llamativo el incremento
del 4% en Argentina.
El análisis de los textos recibidos, a
cuyos autores agradecemos desde aquí su participación, permite ver que las
novelas reflejan preocupaciones recientes que cada vez tienen más espacio en el
debate público, como la salud mental, la Inteligencia Artificial y el riesgo de
introducirla en la vida privada o conflictos bélicos internacionales, como la
guerra de Ucrania.
El género estrella sigue siendo la novela
negra, seguido de la autoficción, y se consolida la presencia de novelas de
iniciación y generacionales que contemplan la precariedad y de novelas
metaliterarias, sobre escritores en ciernes y su proceso de creación.
Finalmente, dentro de la novela histórica,
género escogido por numerosos participantes, se aprecia un auge en los
retellings de clásicos, así como en novelas que ahondan en la vida de personajes
históricos”.
Sinopsis de la novela
En la trama, tras la muerte de su madre,
el joven filólogo Diego Marín se instala provisionalmente en el puerto chileno
de Valparaíso para resolver su incierto porvenir académico. Allí conoce al
profesor Castro, un maestro retirado que le inspira a escribir Ciudad Café, la
historia de un piloto que sobrevuela arcanos paisajes en el amanecer de un
mundo nuevo cargado de utopías.
Dos grandes amores, dos desapariciones y
dos libros fallidos están destinados a marcar la vida de Diego Marín.
El vuelo del hombre
es una novela donde la trama manda. O, mejor dicho, donde las tramas mandan.
Porque a la historia de Diego se irán sumando muchas otras, que llevarán al
lector a revivir algunos episodios que han marcado la última centuria (como la
Exposición Universal de París de 1889, los atentados del 11-S o la crisis
económica de 2008) y a asombrarse con hechos poco conocidos de personajes
reales.
Avatares, historias de amor,
desapariciones y una investigación dirigida por un escritor que busca el
material para su próximo libro.
«Cuando acabé de escribir la novela, pensé
que el género en el que mejor encajaba el manuscrito, era la novela bizantina
de aventuras, con su protagonista viajando en busca del amor ideal y superando
una serie de pruebas, señala el autor.
Y como en un crescendo perfectamente
controlado, la novela desemboca en un final apoteósico en el que el lector,
como Diego Marín, acaba convertido en el protagonista de una investigación y
desempeñando un papel crucial. El resultado, es un preciso artefacto literario
cuyas piezas encajan a la perfección, una novela que no quiere renunciar a
entretener con sus juegos literarios.
Es una historia marcada por las
casualidades y el poder de la ficción para moldear la realidad que, al margen
de los planes que Diego Marín tiene para su futuro, la vida y la literatura
parecen empeñadas en marcar su destino.
Marín no solo es un escritor, es un
letraherido que cree firme mente que los libros pueden moldear la realidad
porque consiguen «colmar los deseos de quien encuentra en la ficción las
respuestas a lo que la vida simplemente le niega».
Como reconoce el propio autor, “esta
novela plantea permanentemente una elección: la literatura frente a la vida, que es en
realidad una renuncia». O como aconseja su editor al propio Marín en la novela:
«No necesitas inventar ciudades ni sacarte personajes de la chistera. Limítate
a asomarte a la vida y a escuchar lo que esta te cuenta»
La trama juega constantemente con la
aparente fidelidad de los hechos históricos que forman parte de ella y la
pasión de fantasear que tiene todo escritor. La realidad se funde así, con la
más libérrima de las imaginaciones y el lector está invitado a dudar de la
veracidad de lo que lee.
Un narrador con una voz torrencial
El vuelo del hombre es una novela escrita
con lenguaje sencillo, pero bien dotado para crear bellísimas imágenes y tratar
con toda claridad profundas reflexiones sobre materias complejas, desde el
origen del hombre o la evolución del lenguaje hasta la función del arte o la
tecnología en la sociedad contemporánea.
El
estilo torrencial de la voz narradora, con su punto de picaresca y extravagante
erudición, consigue mantener en vilo al lector desde la primera página.
Como un experto ilusionista capaz de
encantar a su audiencia, Diego Marín consigue mantener toda nuestra atención
para, minutos después, engañar con un truco de cartas inesperado, adaptándose así
a las necesidades de la historia en cada momento.
En gran medida, El vuelo del hombre
es una novela sobre el lenguaje porque está en el mismo origen de su historia
“Para que el libro pudiera despegar los
pies del suelo debía dotar de ligereza todo lo trascendental que hay en él. De
ahí la elección de un lenguaje sumamente sencillo que pretende instruir
deleitando sin renunciar al más ameno entretenimiento», explica el autor.
En un momento dado de la novela, Diego
Marín profundiza en esta bellísima idea de Benjamín G. Rosado sobre la
imaginación como la única forma de vuelo permitida para el hombre.
«La tendencia generalizada de nuestros
ancestros a dirigir la mirada hacia arriba nos ha servido para expresar deseos,
aspiraciones y esperanzas. Desde el origen de los tiempos, el vuelo ha representado
la última utopía, un don que no está al alcance de los hombres pero que,
precisamente por eso, produce una irresistible atracción.
Antes de que las máquinas nos concedieran
la facultad de elevarnos sobre nosotros mismos solo la gran belleza y la
plasticidad de las metáforas aladas nos permitían asomarnos a los arcanos de
nuestra propia existencia. La escritura fue, siempre lo sería, la más asequible
forma de vuelo de la que dispuso nuestra imaginación», explica el autor de la
novela.
La asimilación entre el acto real de volar
y el de imaginar (y, por consiguiente, escribir) está presente a lo largo de El
vuelo del hombre, cuyas páginas están plagadas de aviadores que aspiran a
contar historias y escritores que no consiguen alzar el vuelo, como dos caras
de una misma moneda.
En esta identificación del «escribir» con
el «volar», la novela también se detiene en reflexiones más profundas sobre el
acto literario y sus consecuencias: la autoría como hecho individual o
colectivo; la impostura del yo o el plagio como tabla de salvación en el océano
de las expectativas en la carrera de un escritor.
Y también, en todo lo que rodea la
literatura como gran performance cultural: el coste del éxito, las envidias, la
presión de los plazos de entrega, la escritura como sueño, pero también, en
determinados momentos, como una maldición de la que no se puede escapar.
Un elenco de personajes inolvidables
El vuelo del hombre está poblado por
personajes únicos, extravagantes, llenos de dobleces y secretos, liderados por
Diego Marín, un narrador del que el lector no termina nunca de fiarse del todo.
El Diego Marín del libro no es exactamente
así, pero también él termina saltando al vacío sin importarle demasiado las
consecuencias. Marín es quien, a lo largo de toda la novela, confiere al texto
cierta resonancia cervantina gracias a su autoconciencia literaria. Está a la
vez dentro y fuera del relato. Y hasta se empeña en escapar de la ficción. De
ahí las cautelas del lector respecto a las decisiones que va tomando.
“Esta novela tiene mucho de cabalgata de
sorpresas, y de juego entre lo real y lo inventado, pero el primer plano se
mantiene siempre sobre los hombros de personajes muy distintos.
Mi intención era que fueran, no solo ya
creíbles, sino perfectamente asumibles para un lector que va dejándose
sorprender por lo que estos tienen que contarle.
Esa sorpresa permanente y la curiosidad
por el «qué pasará» se convierten así en los grandes motores de una historia
que hace de la acumulación y la digresión un arte sin que por ello resulte
inverosímil, hasta un desenlace coherente que deja al lector plenamente
satisfecho, resume Benjamín G. Rosado
Nació en Ávila en 1985 y estudió Comunicación
Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, que concluyó con un
posgrado en Film Studies por la Wesleyan University de Connecticut. Formó parte
del equipo de redacción de El Cultural y en los últimos años se ha desempeñado
como periodista freelance para varios medios y profesor de Técnicas de Comunicación
en la Universidad Alfonso X El Sabio.
Ha ejercido también de «negro literario» y speech writer para varias editoriales e instituciones culturales. En 2021 se incorporó como miembro fundador de La Lectura a cargo de la sección de música. El vuelo del hombre es su primera novela que estará a la venta a partir del 12 de marzo de 2025.
#Grupo Planeta #Premio Biblioteca Breve
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