En la capital austral, Punta Arenas, un proyecto busca recrear un bosque antártico que existía hace más de 100 millones de años en el Cretácico cuando Antártica y Patagonia eran parte de un solo continente.
El Instituto Antártico Chileno (INACH) y la Corporación Nacional Forestal (CONAF) colaboran hace más de cinco años a través de un convenio para la implementación de un vivero antártico en Río de los Ciervos.
La iniciativa, que forma parte del futuro Centro Antártico Internacional, reúne cerca de 35 especies viverizadas que alguna vez habitaron este ecosistema único como árboles, helechos, musgos y otras plantas nativas de Chile, haciendo un gran esfuerzo para recrear la biodiversidad del pasado.
En el marco de este proyecto, desde septiembre hasta finales de noviembre, Thiérs Wilberger, biólogo brasileño, especialista en paleobotánica y con experiencia en museografía, trabajó en el INACH como consultor de este proyecto del bosque antártico, contribuyendo a diseñar protocolos específicos para el manejo de estas plantas, desde sus necesidades de luz y agua, hasta su aclimatación en el vivero.
“Trabajar en el vivero del
bosque antártico ha sido una experiencia enriquecedora y llena de desafíos. Es
un proyecto único, tanto por el contexto antártico como por su carácter
innovador a nivel internacional.
Hemos tenido que evaluar puntos positivos y negativos para diseñar estrategias que aseguren la sostenibilidad del proyecto a futuro.
Por ejemplo, identificamos qué especies podían adaptarse mejor a las condiciones extremas y creamos protocolos específicos para su cultivo”, comentó.
Las plantas se eligen basándose en los registros fósiles, pero descubrieron que muchas no eran viables debido a su sensibilidad al clima polar, especialmente aquellas que pensaban traer desde Australia o Nueva Zelanda.
“Esto nos llevó a optar por especies nativas de Chile que ya se encuentran aclimatadas a ambientes similares”, señala. Así se evita la introducción de especies invasoras que podrían afectar a la flora nativa.
Proyecciones
Se están generando colaboraciones estratégicas con instituciones como la Universidad de Magallanes y otros centros de investigación, alianzas que permiten avanzar en la domesticación de estas especies claves que se espera puedan llegar a ser alrededor de cincuenta.
Asimismo, se trabaja en elaborar protocolos detallados para el manejo y cultivo de las plantas, adaptándose a las necesidades específicas de cada especie (luz, temperatura, humedad, entre otros parámetros).
“Además estamos planificando que se puedan realizar actividades educativas y de investigación que incluyan a estudiantes de distintas disciplinas como ingeniería agronómica y ciencias ambientales.
Creemos que este proyecto tiene el potencial de fomentar nuevas oportunidades de formación de capital humano y empleo en la región”, afirma.
“El vivero se está transformando en algo más que un espacio de cultivo, buscamos que sea un centro museológico vivo”, señala. Precisamente, durante el periodo que estuvo trabajando en el INACH, Wilberger participó también en actividades de divulgación.
El investigador fue parte del stand de paleontología durante la XXI Feria Antártica Escolar, también apoyó en el Día Regional de los Patrimonios en la muestra “Antártica y Patagonia: conexiones australes a través de los fósiles” y expuso en el ciclo de charlas de “Ciencia y Chocolate” con su presentación “De bosques a glaciares: la historia oculta de la Antártica”.
El INACH es un organismo técnico del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos de carácter científico, tecnológico y de difusión.
El INACH cumple con la Política Antártica Nacional incentivando el desarrollo de la investigación de excelencia, participando efectivamente en el Sistema del Tratado Antártico y foros relacionados, fortaleciendo a Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y realizando acciones de divulgación del conocimiento antártico en la ciudadanía.
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