El proyecto “Teatro y Salud
Emocional para Jóvenes e Infancias”, liderado por Teatro del Ocaso y la
Cooperativa Teatral de Valparaíso, financiado por el FNDR del Gobierno Regional
de Valparaíso año 2024 y aprobado por el Consejo Regional de Valparaíso; es una
muestra concreta de cómo el teatro, la música y el arte pueden impactar
positivamente en la vida de niñas, niños, adolescentes e, incluso, sus
familias.
Este proyecto, que ha llevado
talleres y funciones teatrales a Concón, San Pedro de Putupur de Quillota,
Algarrobo y Rodelillo en la Ciudad Puerto, no solo ha acercado la cultura a
diversas comunidades, sino que también ha ofrecido un espacio de autoconocimiento
y expresión emocional.
Según señala María Jesús
Salvatierra, facilitadora de los talleres, “los participantes se ven más
desenvueltos, adquieren confianza y mayor seguridad. Las herramientas de
expresión escénica no solo los preparan para la improvisación, sino que también
les permiten tener una nueva disposición para ser ellos mismos”.
El impacto emocional es
profundo. María José Farfal, facilitadora de talleres y experta en el método
Alba Emoting, destaca que “las reflexiones de los participantes se centran en
lo necesario que es observar no sólo los pensamientos, sino también las
emociones.
Este espacio seguro favorece
la propiocepción y el autoconocimiento, permitiendo a las personas validar
emociones estigmatizadas y comprender su funcionalidad”.
En talleres como “Algarabía:
Improvisación Coral” o “Juegos y Expresión Escénica”, los participantes han
explorado sus emociones desde lo práctico, combinando técnicas teatrales con
reflexiones sobre salud emocional.
Estas actividades permiten
cultivar habilidades como la empatía, el trabajo en equipo y la expresión
creativa, claves para el bienestar mental.
El papel del componente
psicológico y los aprendizajes interdisciplinarios
Para Gabriel Donoso, psicólogo
que acompaña este proceso, la interacción entre las artes y la psicología es
crucial. “El teatro es un medio poderoso para la catarsis, permitiendo que
tanto los actores como el público liberen emociones reprimidas y procesen
experiencias difíciles”, señala.
Donoso también subraya que,
más allá de su impacto terapéutico, las artes dramáticas permiten profundizar
en la comprensión emocional, tanto de los personajes como de los espectadores,
generando reflexiones profundas que se traducen en una mejor gestión emocional
y en una conexión más íntima con el cuerpo y las vivencias.
Esto requiere flexibilidad, empatía y un enfoque responsable para garantizar que los espacios sean seguros y respetuosos.
Asimismo, resalta la importancia de la colaboración entre
disciplinas, donde se articulan conocimientos artísticos y terapéuticos para
ofrecer una experiencia enriquecedora y transformadora.
Creatividad y espacios
seguros: el equilibrio necesario
Ruby Frías, también
facilitadora de talleres, reflexiona sobre el delicado equilibrio entre el
trabajo creativo y la creación de un ambiente seguro. “Ese equilibrio se
encuentra cuando los talleristas nos ponemos al servicio de la niñez,
atendiendo sus imaginarios, tiempos y necesidades”, comenta.
Frías recalca que la flexibilidad es clave, ya que las condiciones del entorno –como la luz, el espacio o la temperatura– pueden influir significativamente en la experiencia de los niños y niñas.
Por ello, la capacidad de adaptar las planificaciones es
fundamental para responder a las dinámicas del grupo y del entorno.
Al final, lo que se busca es
que estas experiencias artísticas no solo sean un espacio de aprendizaje
técnico, sino también de contención emocional y crecimiento personal.
Tal como lo expresa Gabriel
Donoso, “el arte permite liberar emociones, empoderarse y conocerse, ofreciendo
una oportunidad única para promover la resiliencia, la autocompasión y el
desarrollo de habilidades emocionales”.
Impacto en las comunidades
visitadas
Además de sus beneficios
individuales, el proyecto ha tenido un impacto significativo en las comunidades
donde se ha implementado.
Las funciones teatrales, como
“Sentibella: un anti cuento
con final mágico” y “Romeo y Julieta: Estilo Libre”, han provocado risas,
lágrimas y reflexiones en los espectadores, abordando temáticas relevantes como
el suicidio adolescente, la ansiedad y el rol de los adultos en el cuidado
emocional.
Estas instancias han fomentado el diálogo
intergeneracional, fortaleciendo los lazos comunitarios y promoviendo una mayor
sensibilidad hacia la salud mental.
El recorrido del proyecto
continúa durante el mes de diciembre, llevando esperanza, aprendizaje y arte a
Concón, Valparaíso y Algarrobo; y recordando que, como señala Frías, “el arte
tiene el poder de transformar vidas y comunidades, abriendo espacios de
expresión y sanación que son esenciales en nuestra sociedad”.
Los colores de la tierra
La carátula de Fragmentos de Rosario es una reproducción digital de
una pintura de 170x150 centímetros creada por el artista Marco Ripetti (1983),
quien ha realizado residencias y talleres en ciudades de Chile, Guatemala y
México y cuyo trabajo se ha enfocado en el muralismo y el arte público.
Una de las características de su creación es el uso de pigmentos minerales y
vegetales. “Los he recolectado en diversos lugares, desde el Desierto de
Atacama hasta la región de Aysén.
Es una búsqueda que llevo hace años, en la
que he podido observar y recorrer distintos paisajes en conexión con sus
habitantes y en la que hemos recolectado colores a partir de suelos arcillosos
y rocas. En esta ocasión quise ocupar algunos provenientes de valles y
quebradas de Canela y Mincha, en la provincia del Choapa, y de San Pedro de
Atacama”, relata.
“Mi lectura de los poemas es que Rosario tenía un profundo anhelo de totalidad,
de sentirse parte del todo, que se refleja en sus metáforas.
Fragmentos de Rosario fue presentado en la reciente Feria Pulsar, que se celebró entre el viernes 6 y el domingo 8 de diciembre en la Estación Mapocho.
El Cuarteto Vila interpretó la obra en vivo y el disco fue uno de los seis títulos que Aula Records presentó con una actividad en la que participaron los compositores Andrés Maupoint y Felipe Chávez, junto a María Gabriela Olivares, cellista de la Orquesta Usach.
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