La más reciente creación del
director, actor y dramaturgo Andrés Del Bosque, creador de “Las 7 vidas
del Tony Caluga”. En esta obra, desde el lenguaje del bufón, entrelaza
historia, memoria y sátira para proponer una lectura transformadora de los
cuerpos excluidos y perseguidos por la historia oficial.
Esta iniciativa, que cuenta
con financiamiento del Fondo de Artes Escénicas 2025, tendrá más funciones el
jueves 3 de julio (19:00 hrs.) en el Parque Cultural de Valparaíso y el 5 de
julio (19:00 hrs.) en la Carpa Saltimbanqui de San Antonio.
El montaje propone un cruce
inédito entre la figura arquetípica del loco, el payaso y el excluido, y la
brutal historia de los zoológicos humanos que existieron desde el
siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX. A través de un trabajo que dialoga
con las comunidades Selk’nam y recoge su memoria viva, la obra se
construye como un acto escénico que, en palabras de su director, rompe el dogma
de la extinción.
El proyecto nace de una
reflexión profunda sobre la historia de los rituales populares europeos, como
la fiesta de los locos o el festum stultorum, celebraciones carnavalescas donde
el orden se invertía y el bufón, el marginal o el hereje ocupaba por un día el
lugar del poder.
“La sociedad como conjunto
producía una liberación para ver el mundo al revés, para poder imaginar otro
mundo posible, no vivir solamente con la fatalidad de un destino que no se
puede cambiar, sino que reconocer algo que es esencial y vital, que es la metamorfosis”,
afirma Andrés Del Bosque.
Esa mirada, inspirada también
por autores como Humberto Maturana y Michel Foucault, se transforma en la
premisa de una creación teatral que busca restituir dignidad a lo diverso, a lo
monstruoso, a lo que ha sido históricamente arrojado fuera de los márgenes.
La obra toma su título
de La nave de los locos, un célebre poema satírico escrito por Sebastian
Brant en 1494. Este texto fue un fenómeno editorial en su época. En él,
Brant imagina una barcaza repleta de necios que navegan sin rumbo hacia
Narragonia, la tierra de los locos, en una sátira de la corrupción social y
espiritual de su tiempo.
Pero más allá de la ficción,
esta “nave” tiene un correlato histórico: se documenta que durante siglos en
Europa se expulsaba de las ciudades a personas consideradas indeseables —locos,
prostitutas, herejes, homosexuales, artistas— embarcándolas en naves sin
destino, condenadas a una errancia perpetua.
“Ese gesto fundacional
—expulsar lo que no se comprende— es el mismo que recorre la historia colonial
latinoamericana”, dice Del Bosque. “Es el mismo que llevó a confinar,
exterminar o ridiculizar a los pueblos originarios.”
Desde ese marco, el montaje
establece una conexión directa con los zoológicos humanos, práctica
racista que alcanzó su auge entre los siglos XIX y XX, y que consistía en la
captura, traslado y exhibición pública de personas indígenas de África, Asia y
América Latina como parte de muestras etnográficas, circos y ferias
universales. En 1889, durante la conmemoración de la Revolución Francesa,
fueron llevados a París once indígenas: primero Kawésqar, luego Mapuche y
finalmente Selk’nam.
Fueron exhibidos como parte
del espectáculo colonial. En el mismo periodo, expediciones como las de Carl
Hagenbeck, Julius
Popper y Maurice Maître participaron activamente en esta maquinaria de
deshumanización.
“La historia que nos contaron
es que los Selk’nam se extinguieron. Pero eso no es cierto. No se extinguieron,
se transformaron, se cruzaron, se reinventaron. Y nosotros recogemos esa
paradoja y la llevamos al escenario: en esta obra, son ellos quienes traen de
vuelta, en jaulas, a quienes los capturaron.
Es un acto de justicia
poética, pero también de risa bufonesca. Porque lo hacemos desde el humor,
desde el absurdo, desde el mundo del clown”, explica Del Bosque.
El concepto del Wetiko cobra
especial relevancia, es una figura tomada de la espiritualidad de los pueblos
algonquinos de Norteamérica: un caníbal espiritual, un ser que ha perdido su
empatía y consume a otros por codicia.
“El Wetiko no es un mito del
pasado. Es una imagen del presente. El Wetiko es el colonizador que se alimenta
de los cuerpos, de las tierras, de la cultura del otro. Es el empresario que
convierte pueblos en recursos. En nuestra obra, mostramos a los verdaderos
bárbaros como caníbales modernos. No los indígenas, como nos hicieron creer.
Sino los civilizados, los colonizadores”, señala el director.
La creación de la obra fue un
proceso de investigación escénica colectiva, apoyada por representantes de la
comunidad Selk’nam, como José Luis Vasquez Chogue, para abordar elementos como
la ceremonia de Hain. La obra prescinde de un guión tradicional y se construye
desde el juego, la improvisación y la musicalidad del habla.
Se utilizan décimas espinelas,
verso pareado y octosílabo, junto a cantos populares. “Como decía Nicanor
Parra, el verso nos une, la prosa nos divide. Nosotros apostamos por ese
lenguaje sonoro, ancestral, que conecta con algo más profundo que el discurso”,
señala Del Bosque.
El elenco está compuesto por
artistas con formación en circo, teatro físico y técnicas bufonescas, en
Valparaíso. En escena, los intérpretes encarnan figuras como Carl Achenbach,
Julius Popper, Madame Behety o José Menéndez, “rey de la Patagonia”, y los enfrentan
a los espíritus metamorfoseados de quienes un día fueron tratados como objetos.
Son los cuerpos pintados, los sobrevivientes, los que ahora narran.
Tras cada función, se realizará una mediación con el público, facilitando espacios de diálogo y reflexión. “Queremos provocar risa, pero también sorpresa y distancia crítica. Que el público se pregunte cómo hemos construido la historia, qué voces se han silenciado y por qué”, afirma el director.
Las funciones serán gratuitas con aporte voluntario. El estreno está programado para el sábado 28 de junio (19:00 hrs.) en la Carpa Azul ubicada en Santa Inés #38, cerro Barón, el 3 de julio se realizará una función para público general (19:00 hrs.) en el Parque Cultural de Valparaíso y el 5 de julio (19:00 hrs.) en la Carpa Saltimbanqui de San Antonio.
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