La Misión Magallanes 001 se
llevó a cabo entre el 28 de mayo y el 2 de junio, cubriendo un trayecto de 135
kilómetros entre Punta Arenas y la isla Dawson logrando llegar a casi 400
metros de profundidad bajo las frías aguas australes.
Para ello se utilizó el glider SeaExplorer X2,
una sofisticada plataforma autónoma equipada con sensores de alta precisión
capaces de registrar en tiempo real variables clave como: temperatura,
salinidad, oxígeno disuelto, clorofila-a, turbidez y velocidad de las
corrientes marinas.
Este instrumento
oceanográfico, con forma de “torpedo”, mide 3,2 metros de largo y 0,5 metros de
ancho y pesa 60 kilogramos. Tiene la capacidad de sumergirse hasta 1000 metros
de profundidad. Cada vez que emerge a la superficie, con la antena que posee,
envía una submuestra de la información vía IRIDIUM a un servidor, lo que
permite a los operarios del glider observar las variables oceanográficas en
tiempo real.
La adquisición de esta
tecnología fue posible gracias al proyecto Fondequip-Mediano Nº EQM-220014,
financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). Este
instrumento representa una herramienta clave para la recolección de datos oceanográficos
de alta resolución con un impacto ambiental mínimo, ya que no genera ruido y no
usa combustible. Es fundamental para comprender la dinámica del océano y los
efectos del cambio climático.
El éxito de esta primera
operación fue posible gracias a una estrecha coordinación entre programas
internos de INACH (Áreas Marinas Protegidas y Red de Sensores Observatorio
Antártico del Cambio Climático), SHOA, además de la Gobernación Marítima de
Punta Arenas y la Tercera Zona Naval. Contempló una detallada planificación,
autorizaciones de navegación, protocolos de seguridad, uso de la lancha Arcángel
y un sistema de monitoreo continuo.
Durante cinco días de
navegación, el glider operó de forma remota, bajo una serie de los comandos
proporcionados por los pilotos mediante la plataforma Glimpse, para lo cual se
realizaron turnos rotativos de ocho horas durante 24/7, ajustando los
parámetros de la navegación del equipo según la batimetría del estrecho y
dirección de las corrientes.
“Una de las principales
complejidades fue el monitoreo 24/7 del glider una vez desplegado,
especialmente considerando las condiciones climáticas adversas y el alto
tráfico marítimo en el estrecho de Magallanes.
Para esto, usamos plataformas
como MarineTraffic, que nos permitieron observar en tiempo real el tránsito de
embarcaciones. Además, durante esos días hubo cortes programados de energía en
Punta Arenas, lo que obligó a los pilotos a trasladarse a sectores de la ciudad
con acceso a internet para mantener la supervisión continua”, comentó la Dra.
Lorena Rebolledo, investigadora de INACH y coordinadora del proyecto.
Participaron como pilotos
Francisco Santa Cruz, Magdalena Márquez, Sebastián Menéndez, Bastián Oyarce y
Cristofer Huenchumán, todos certificados por la empresa francesa Alseamar en
operación, pilotaje y mantención del glider. Huenchumán y Oyarce estuvieron a
cargo de la mantención y protocolos de transferencia de datos, mientras que
Daniel Ramírez y Patricio Llanquileo apoyaron el despliegue y recuperación del
equipo y Lorena Rebolledo en la coordinación y vigilancia de la misión.
El SHOA brindó apoyo técnico
presencial a través de Jonathan Constanzo, especialista en el funcionamiento de
instrumental oceanográfico y gliders, quien estuvo a cargo de la configuración
inicial, pruebas y conexión satelital del equipo; y Eugenio San Martín, físico
y piloto con amplia trayectoria en análisis de datos oceanográficos, quien
asesoró en el tema del pilotaje.
Además, se contó con el
respaldo remoto de la empresa Alseamar (Francia), mediante Laurent Beguery,
quien colaboró en las pruebas de conexión remota y simulaciones en seco del
equipo, y del equipo de Cutlogan, responsable de la transmisión de datos a través
de la red satelital IRIDIUM.
“Uno de los principales
aprendizajes fue la importancia de la coordinación interinstitucional. Fue
clave trabajar junto al SHOA y la Tercera Zona Naval, además de contar con la
experiencia del grupo de gliders del SHOA, quienes ya han operado este tipo de
equipos en la zona de surgencia del norte y centro de Chile”, señala Rebolledo,
subrayando cómo esta sinergia permitió robustecer capacidades institucionales y
optimizar la operación junto a la obtención de valiosos datos oceanográficos
para el estrecho de Magallanes.
Mientras que Eugenio San
Martín, jefe de la sección de Modelamiento Hidrodinámica y Cambio Climático del
SHOA menciona: “Como SHOA valoramos esta colaboración con el INACH, que
representa un avance concreto en los esfuerzos por observar y comprender mejor
las condiciones oceanográficas en la zona austral de Chile y en la Antártica.
Estas son áreas de gran
relevancia científica, pero donde aún existen muy pocas mediciones con
tecnologías como el glider. Poder aportar con nuestra experiencia operativa y
acompañar al INACH en esta primera misión en el estrecho de Magallanes ha sido
una instancia muy positiva.
Este trabajo conjunto refuerza el compromiso de ambas instituciones por generar conocimiento y contribuir al desarrollo científico del país en regiones que presentan importantes desafíos de observación”.
Esta misión no solo marcó un hito tecnológico, sino que abre nuevas posibilidades para el monitoreo autónomo de ecosistemas marinos en zonas remotas y de difícil acceso, fortaleciendo el liderazgo de Chile en ciencia subantártica y antártica.
“Gracias a esta experiencia, pudimos obtener valiosos datos oceanográficos de una zona estratégica para el monitoreo del sur de Chile, caracterizada por fuertes vientos, variaciones de marea, con un alto tráfico marítimo y condiciones ambientales únicas que la hacen especialmente relevante para la investigación científica nacional. Por primera vez se obtuvieron datos oceanográficos a una alta tasa de resolución con una amplia variedad de sensores oceanográficos. Toda la experiencia adquirida en esta misión será clave para el despliegue de este equipo durante la próxima Expedición Científica Antártica, la ECA 62”, concluyó la investigadora del INACH.
Esta operación se enmarcó en el Mes del Mar y en la conmemoración del Día Mundial de los Océanos, reafirmando el compromiso del INACH con la generación de conocimiento desde Magallanes y Antártica para el mundo con el fin de contribuir a la comprensión y conservación de los océanos frente al cambio climático.
El INACH es un organismo técnico del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos de carácter científico, tecnológico y de difusión.
El INACH cumple con la Política Antártica Nacional incentivando el desarrollo de la investigación de excelencia, participando efectivamente en el Sistema del Tratado Antártico y foros relacionados, fortaleciendo a Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y realizando acciones de divulgación del conocimiento antártico en la ciudadanía. El INACH organiza el Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN).
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